Maite Ubiria

Borne supera la censura por los pelos y se asoma un poco más al precipicio

La moción de censura transpartidista no ha salido adelante, aunque se ha quedado a solo nueve votos de lograrlo. La impulsada por la ultraderecha solo ha recabado 94 apoyos. Élisabeth Borne saluda la adopción final de la reforma de pensiones, pero su situación es extremadamente frágil.

Carteles contra la jubilación a los 64 años al proclamarse la aprobación de la reforma, tras decaer esta tarde las dos mociones de censura.
Carteles contra la jubilación a los 64 años al proclamarse la aprobación de la reforma, tras decaer esta tarde las dos mociones de censura. (Bertrand GUAY | AFP)

Hay solo un precedente de moción de censura exitosa en la V República. Se trata de la que salió adelante en 1962. El resto de intentos de derribar a un Gobierno no han salido adelante en el Estado francés. Es más, sus impulsores sufrieron derrotas amplias en el Parlamento francés.

Alcanzar los 287 votos precisos para hacer descabalgar al Gobierno de Élisabeth Borne hoy era prácticamente una misión imposible.

No bastaba con clamar por la disolución de la Cámara, como ha hecho la ultraderecha con su moción en solitario.

Ni siquiera ha sido posible con esa moción impulsada por el grupo LIOT (Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios) que partía con el apoyo de diputados de partidos diferentes y que no acostumbran a compartir habitualmente iniciativas.

De ahí que, aun perdiendo la votación –el texto transpartidista ha recibido 278 votos, quedándose a nueve sufragios de los 287 necesarios–, la moción que ha defendido desde estrado el diputado Charles de Courson ha acortado tanto las distancias con la mayoría macronista –y su «flotador» de Les Républicains (LR)– que puede considerarse como ganadora moral del envite real.

Ya que la cuestión de fondo no se limita a la crisis derivada de la reforma de las pensiones, sino de la «rebaja de la calificación» democrática del Estado francés a la que se ha prestado Emmanuel Macron con tal de sacar adelante la reforma.

Charles de Courson ha hablado así de «denegación de la democracia» y acusado a la primera ministra de «haber optado por imponer al no haber podido convencer», al servirse del artículo 49.3.

Borne convoca un cónclave nocturno en Matignon

En el caso de Borne, esa línea entre derrota y victoria se dibuja a la inversa.

Ha salido viva, y en su situación cada día que pasa en Matignon es un regalo, pero no puede clamar victoria, por más que en redes sociales haya saludado la votación de hoy como el colofón a la tramitación de la reforma de pensiones.

La primera ministra ha asistido al perturbador escenario de ver a algunos de sus presuntos aliados sumar votos con sus adversarios declarados.

Efectivamente, no en número suficiente, pero una parte del grupo de Les Républicains ha avalado la moción de censura impulsada por LIOT. Han sido 19 de los 61 diputados de que dispone un grupo abiertamente fracturado.

Y esa quiebra, por más que fuera presentida, una vez reflejada en el marcador de votos de la Asamblea Nacional, adquiere otra dimensión. Y también una significación política de cara al futuro.

Esa ruptura, en el seno de LR, pero también en la alianza entre macronismo y derecha republicana, plantea muchos interrogantes.

En el debate, ambos campos, que paradójicamente no discrepan en las grandes línea de la reforma de las pensiones, se han lanzado dardos envenenados.

La portavoz de Renaissance, Aurore Berger, ha llegado a declarar: «En honor a la verdad, debemos decir que teníamos un acuerdo con Les Républicains».

Una declaración alta y clara sobre la «traición» de la derecha republicana, que votó por la reforma en el Senado y en la Comisión Mixta Asamblea Nacional-Senado, pero que no llegó a «cumplir la palabra dada» en la Asamblea Nacional.

Desde LR, su portavoz, Olivier Marleix, no se ha quedado atrás.

Ha hecho saber que «mientras el presidente Macron estaba en Kinshasa nosotros nos reunimos con los sindicatos» y ha recomendado al inquilino del Elíseo que «si quiere completar el quinquenato, reformar está bien pero dividir, no».

Con todo, el portavoz de Les Républicains anunció que su grupo votaría en contra de derrocar al Gobierno de Élisabeth Borne, pese a pulsar el botón del 49.3.

Vuelta a De Gaulle

Haciendo de la necesidad virtud, la primera ministra que siempre dijo aspirar a hacer votar la reforma de pensiones ha defendido hoy el 49.3 aseverando que «no es el instrumento de un dictador, ya que fue concebido por el general De Gaulle».

La jefa de Gobierno, que subía al estrado para cerrar dos horas de debate, a eso de las 18.00 horas, ha arremetido con dureza contra «las actitudes graves» que atribuye a la Nupes, aunque la mayoría de los diputados de la alianza de izquierda no han escuchado sus descalificaciones ya que han abandonado el hemiciclo para no escuchar sus palabras.

Borne ha reconocido que la reforma que preconiza el macronismo «es dura para los ciudadanos», pero ha perseverado en la necesidad de esa reforma que rechaza el 70% de los ciudadanos y que, tras ser implementada vía 49.3, tiene por delante un periplo que no es para nada sencillo.

De hecho, desde LIOT se adelantaba, incluso antes de la votación, que quedan otras opciones como el recurso al Tribunal Constitucional o la iniciativa de referéndum.

Sin embargo, a la vista del resultado del voto de la moción, hay otra puerta hacia la que mirar.

La disolución no puede excluirse

«Solo han faltado nueve votos para hacer caer al Gobierno y a su reforma», ha dejado sentado la diputada insumisa Mathilde Panot, anunciando para este martes una reunión en el seno de la Nupes para valorar la nueva situación.

Marine Le Pen ha salido de inmediato a los medios para aseverar que «el Gobierno no puede seguir». La patrona de la ultraderecha ni ha esperado a conocer el voto de su moción, que se ha quedado en 94 escuetos apoyos.

La ultraderechista ha pedido la cabeza de Borne, que se reunirá esta noche de urgencia con representantes de los tres partidos –Renaissance, MoDem y Horizons– que integran la mayoría presidencial.

Protestas, también en Euskal Herria

El debate de las mociones de censura se ha llevado a cabo bajo la presión de una serie de huelgas en los transportes, en las refinerías o en la educación, y de protestas como cortes de carreteras esta mañana en las proximidades de Rennes o de Lorient, en Bretaña.

Y también en Euskal Herria, donde la A-63 ha estado cortada durante 40 minutos en Biriatu (lo mismo hicieron el viernes durante media hora en Behobia) y después han bloqueado el polígono industrial Intzura de Hendaia.

 

En los aires, a causa de los paros de controladores aéreos se han suprimido un 30 % de los vuelos en el aeropuerto parisino de Orly y un 20 % en el de Marsella.

Se han anulado un 20 % de los trenes de alta velocidad (TGV), un 40 % de los otros trenes de largo recorrido, un tercio de los regionales y en los cercanías de París, según las líneas, entre uno y dos tercios.