Jaime Iglesias
Elkarrizketa
Daniel Calparsoro
Cineasta

«El thriller es un territorio muy vasto que te permite hacer cosas distintas»

Nacido en Barcelona, pero criado en Donostia, sus primeros pasos en la dirección los dio en Euskal Herria a mediados de los 90 con películas como ‘Salto al vacío’, ‘Pasajes’ o ‘A ciegas’. Acaba de estrenar ‘Todos los nombres de Dios’, una película en la que continúa su idilio con el thriller.

Daniel Calparsoro posa en las calles de Madrid.
Daniel Calparsoro posa en las calles de Madrid. ( J. DANAE | FOKU)

A pesar de que su última década de trayectoria profesional ha estado consagrada a un género tan codificado como el ­thriller, Daniel Calparsoro ha sabido jugar con las múltiples posibilidades que ofrecen este tipo de narraciones evitando el encasillamiento. En ‘Todos los nombres de Dios’, reflexiona sobre las reacciones de seres corrientes llevados a una situación límite en un relato donde apenas hay lugar para la épica.

¿Cómo surge este proyecto? Frente a sus filmes anteriores, donde usted firmaba el guion junto a Jorge Gerrikaetxebarria, ‘Todos los nombres de Dios’ parte de un guion escrito por Gemma Ventura, con la que usted no había trabajado antes.

Efectivamente. El guion de Gemma me llegó en 2018 a través de TriPictures y cuando lo leí me interesó muchísimo, porque aunaba dos elementos. De un lado, el elemento thriller, que me permitía rodar una película de acción pura y dura, un filme de entretenimiento, por así decirlo. Y junto a eso, aquel guion también tenía un componente emocional muy marcado. La idea de la película estaba ya toda ahí, pero nos pusimos a trabajar para pulir algunos aspectos.

Al final, ‘Todos los nombres de Dios’ es la historia de Santi, un taxista, un hombre común que carga con un drama familiar a cuestas y que, de repente, se ve envuelto, por azares del destino, en una circunstancia extraordinaria después de un atentado yihadista. Pero en lugar de comportarse como un héroe, su reacción es la de sobrevivir el mayor tiempo posible para tratar de arreglar los platos rotos que ha dejado en casa. Ese aspecto melodramático era lo que más me llamaba la atención del guion. Luego la película evolucionó en el sentido de que, junto a la vida familiar de Santi, quisimos poner el foco también en la vida familiar de Hamza, el terrorista que al final decide no inmolarse y toma a Santi como rehén. Me parecía muy interesante que, a pesar de plegarnos a los códigos del thriller, pudiéramos huir del maniqueísmo y que los personajes no estuvieran definidos por su rol al servicio de la trama, sino que convivieran en su complejidad.

No sé si tiene que ver el hecho de estar escrita por una mujer, pero en esta película se percibe menos testosterona que en sus filmes anteriores y una mayor indulgencia y piedad en la mirada que se proyecta hacia los personajes.

Bueno, es verdad que está escrita por una mujer pero yo podía haberlo llevado a un terreno u otro y mi apuesta fue por llevarlo a ese terreno que te acabo de comentar.

De hecho, lo que confiere singularidad a la película son esas relaciones de empatía que se establecen entre los distintos personajes, empezando por el terrorista y su víctima. ¿Cree que esa predisposición a entender las razones del otro es algo que nos haría mejores como sociedad?

Sí. De hecho, ‘Todos los nombres de Dios’ es una historia que habla sobre las segundas oportunidades y, sobre todo, sobre el dolor, incidiendo en la idea de que es un sentimiento que resulta muy difícil patrimonializar. Cuando uno sufre, su dolor nos afecta a todos. Por eso, el personaje de Santi, lejos de vivir la situación que le toca como algo personal, intenta arreglar cuentas con su familia en el momento en que asume que ellos están sufriendo tanto como él.

Esa es la idea que subyace en la película y, desde luego, es una invitación a ponernos en el lugar del otro, algo que si hemos conseguido es gracias a la labor de los intérpretes. Estoy muy contento con la película justamente por eso, por haber sido capaces de ir más allá del thriller a través de una historia de sentimientos que están ahí pero que no exponen de manera explícita.

El tema de la ponerse en el lugar del otro era algo que ya estaba muy presente en sus primeras películas, me estoy acordando, por ejemplo del caso de ‘A ciegas’. No sé si, en este sentido, el paso de los años ha ido modificando su mirada en lo que se refiere a las relaciones humanas y a temas como la empatía, el perdón, la redención…

Sí, pero en aquellas primeras películas todo formaba parte de un intento por encontrar mi propio lenguaje, mientras que aquí el tema de las relaciones humanas está desarrollado de una manera más precisa y con total consciencia de lo que estoy contando. Creo que en ‘Todos los nombres de Dios’, a diferencia de otras películas mías, el componente sentimental está explotado de manera más deliberada y sin ningún pudor por mi parte.

En esa aproximación al alma de los personajes que hay en este filme, hay incluso un elogio de la cobardía bastante transgresor. En esta sociedad donde cada vez se nos exige más acción, actuar, hacer cosas; el hecho de pararse a pensar y recular parece que esté mal visto.

Queríamos hacer una historia sobre personas y no sobre conceptos o sobre ideologías. Si Hamza renuncia a inmolarse es porque en el último momento le viene a la cabeza la imagen de su madre y del sufrimiento que la generaría con su acción. Eso no lo exime ni lo redime, como tampoco hay que culpar al personaje de Luis Tosar de no comportarse como un héroe de acción al uso, ni de no desarrollar un sentimiento de odio o de venganza hacia su secuestrador.

Estoy un poco cansado de ver películas sobre el fenómeno yihadista cortadas por el mismo patrón, películas donde al espectador se le sitúa sobre cuál han de ser sus sentimientos hacia éste o aquel personaje. Está claro que poner bombas en un aeropuerto es algo execrable, no hace falta que tú como narrador enfatices esa idea. A mí, desde luego, me parece más interesante explorar las contradicciones de las personas que se ven metidas en este tipo de situaciones que limitarme a señalarles en su condición de víctimas o verdugos.

De hecho, se trata de personajes que están de vuelta de todo, individuos sin iniciativa. ¿Dramáticamente es más interesante este perfil que el del hombre de acción?

Es que yo creo que la inacción es precisamente lo que nos puede hacer llegar a ver las cosas de otra manera. La acción permanente no te deja espacio para la reflexión. Por eso el protagonista es una persona que se ve arrastrada y que, en lugar de actuar como un héroe, se resigna a su suerte y todo su empeño pasa por recomponer los platos rotos que tiene en casa. Con lo cual, su inacción se convierte en una forma de iniciativa.

¿Qué posibilidades le ofrece el thriller como género y como ha ido evolucionando su relación con él? En cada nueva película que rueda parece darle una vuelta de tuerca al género.

El thriller es un territorio muy vasto que te permite hacer cosas muy distintas, lo cual para un cineasta es una satisfacción pues nada hay más peligroso que encasillarse o repetirse. El thriller te permite jugar con personajes muy extremos o con personajes corrientes a los que la vida le lleva al límite, como en este caso. Y ahí el juego, lejos de cerrarse, ofrece nuevas variantes pues esos personajes pueden reaccionar de maneras muy distintas al verse frente al abismo. Es un género en el que me siento muy cómodo y que me ha permitido evolucionar como director.

¿Cómo ha afrontado la dirección de actores en esta película? Porque lo cierto es que combina a intérpretes con un bagaje extraordinario con otros sin apenas experiencia.

Cada proyecto es un proyecto nuevo y en cada película empiezas de cero. Pero lo que siempre intento, junto con las directoras de casting, es encontrar talento. Luego el material humano que tienes a tu disposición te exige trabajar con cada uno de los intérpretes de una manera específica. Cuando ensayo con ellos hago una lectura pormenorizada del guion con vistas a conocerles mejor y saber cómo puedo ayudarles a sacar lo mejor de sí mismos.

Bueno, en el caso de Luis Tosar esta es la tercera vez que trabaja con él y, si no me equivoco, el año que viene tendremos una cuarta colaboración en cine y una quinta en una serie de televisión…

Luis es uno de los mejores actores que tenemos, no ya en el cine españo,l sino en el cine mundial. Trabajar con él es un lujo y una garantía, porque, aparte de todo, lo que transmite y de todos los matices que confiere al personaje, luego tiene una cosa que tienen muy pocos actores y es la conexión emocional que es capaz de lograr con el espectador. Da igual que interprete a héroes, antihéroes, como en este caso, o villanos: el espectador siempre se va a sentir muy cerca de sus personajes y eso es porque Luis es una persona con una capacidad de empatía extraordinaria.