Italia ha ganado este domingo por segunda vez en su historia la Copa Davis, máxima competición de tenis masculino por equipos cuyas finales se han disputado en el Palacio Martín Carpena de Málaga.

Gracias a la victoria contra Australia y sobre todo Serbia, los azzurri han podido hacerse con la «Ensaladera» después de una abstinencia de casi medio siglo: 47 años precisamente. Mucho mérito para el equipo y sobre todo para la nueva estrella del tenis mundial, Jannik Sinner, que ya es el número 4 de la clasificación masculina ATP.

Un ‘crescendo’ espectacular

Ocho equipos habían llegado a Málaga para esta gran final de la Copa Davis. A Italia le tocó en el sorteo una eliminatoria contra Países Bajos en cuartos de final y el jueves cumplió con el pronóstico por 2-1, remontando gracias a Sinner y al doble formado por el mismo Sinner y Lorenzo Sonego.

El sábado, en las semifinales contra Serbia, que podía alinear ni más ni menos que al número uno mundial, Novak Djokovic, Italia estuvo a un punto de ser eliminada. Después del triunfo en tres sets de Kecmanovic contra Musetti, «Nole» llegó a tener tres bolas de partido con el marcador a su favor de 5-4 y 0-40 con Sinner intentando mantener el saque en el tercer parcial.

Sin embargo una rabiosa remontada del joven de San Candido (provincia de Bolzano, donde muchos tienen nombres y apellidos alemanes) hizo a Italia salir del agujero y ganar no solamente este partido sino también el doble, con Djokovic totalmente K.O. desde el punto de vista anímico.

Todo estaba por decidirse en la final, donde se han enfrentado los italianos y Australia, vigente finalista de la Copa Davis. El primer partido individual entre Matteo Arnaldi y Alexei Popyrin ha sido tremendo, con el azzurro llevándose la partida en el tercer set después de dos horas y medio de lucha. Este ha sido el punto decisivo, porque posteriormente un Sinner en modo «piloto automático» se ha desembarazado de Alex de Minaur por 6-3 y 6-0, regalando la «Ensaladera» a los suyos.

De la Chile de Pinochet a los «Carota boys»

La última vez también fue histórica, pero probablemente más en un sentido político que tenístico, puesto que en 1976 Italia fue a ganar la Davis en el Chile de Pinochet, jugando los partidos de la final con camisetas rojas en vez que con los típicos colores azules, como protesta ante la dictadura. El cuarteto formato por Panatta, Barazzutti, Bertolucci y Zugarelli ahora tiene sus dignos herederos.

Este galardón de 2023 ha sido el triunfo de Jannik Sinner, de momento número 4 del tenis mundial, aunque que parece destinado a subir aún más. El tenista bolzanino ha sido capaz en una semana de derrotar tres veces a Novak Djokovic, absoluto amo y señor de la raqueta en este momento. Hace diez días, de hecho, hizo lo mismo que en Málaga pero en el Masters de la ATP el torneo que reúne a los ocho mejores del año. Perdió la final, jugada en Turín, quizás por demasiada presión.

Con su pelo naranja y su actitud, Sinner ha conseguido aunar a los «tifosi», que hasta llevan zanahorias a las pistas para animarle

Lo que Sinner ha hecho en las finales de la Copa Davis ha resultado memorable. Sale imbatido tanto en los inviduales como en el doble, que no debería ser su especialidad. Su derecha imparable y su fortaleza mental han sido los factores para un chaval que todavía tiene 22 años y que ya en el pasado reciente ha regalado a los aficionados partidos de calidad altísima contra un coetaneo, Carlos Alcaraz, con el que va a formar la rivalidad más excitante del futuro del tenis mundial.

Con su pelo color naranja y su actitud firme, ha conseguido aunar a los tifosi como nadie anteriormente, por lo menos en Italia. Tifosi que llevan zanahorias a las pistas y que se han autoproclamado como los «carota boys» (carota es zanahoria en italiano).

A Sinner le falta solamente ganar un Gran Slam: de momento ha llegado a la semifinal de Wimbledon en 2023, donde fue derrotado por el mismo Djokovic, pero ya ha logrado un ATP 1000, es decir, un torneo del segundo circuito más importante a nivel mundial. Y esta Copa Davis, que lo pone al mismo nivel de los más grandes.