Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
Elkarrizketa
Lorena Peña
Expresidenta de la Asamblea Legislativa de El Salvador por el FMLN

«El Salvador se encamina hacia una dictadura fascista y ultraneoliberal»

Excomandante del FMLN, expresidenta de la Asamblea Legislativa, fundadora del movimiento de mujeres Las Mélidas y presidenta de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, Lorena Peña, de gira en Euskal Herria invitada por Mundubat, alerta de que «El Salvador se cae a pedazos con Bukele».

Lorena Peña, excomandante guerrillera del FMLN, diputada, expresidenta de la Asamblea Legislativa y fundadora del movimiento de mujeres Las Mélidas, ha visitado recientemente Euskal Herria de la mano de Mundubat.
Lorena Peña, excomandante guerrillera del FMLN, diputada, expresidenta de la Asamblea Legislativa y fundadora del movimiento de mujeres Las Mélidas, ha visitado recientemente Euskal Herria de la mano de Mundubat. (Jon URBE | FOKU)

¿Qué radiografía hace de El Salvador de Najib Bukele?

El Salvador se encamina hacia una dictadura fascista y ultraneoliberal que cada vez más gobierna en base al miedo y a la persecución, las únicas herramientas que le van quedando a Bukele en la medida en que no tiene ningún tipo plan de para encarar los problemas estratégicos del país.

Según organismos internacionales, la pobreza ha subido en más de un 10% en solo cuatro años, después de que la habíamos reducido bastante; en la última década, llegamos a estar entre los países más igualitarios de América Latina. Ahora, todo eso se cae a pedazos.

¿Qué factores han propiciado que Bukele esté en la Presidencia tras varios gobiernos del FMLN?

Bukele comenzó como alcalde dentro del FMLN, pero tempranamente demostró que su meta no era ser alcalde, sino acumular poder para él y para su clan familiar y de amigos. Eso provocó su expulsión del partido. Sin embargo, él utilizó bastante bien su participación en el FMLN para venderse como un candidato antisistema que iba a resolver todo al estilo de Jair Bolsonaro. Eso generó simpatías.

En regímenes democráticos, las cosas avanzan, pero no a un ritmo tan rápido. Si bien nosotros impulsamos un montón de cambios importantes para erradicar la pobreza y garantizar la distribución de la riqueza, la gente siempre espera mucho más de la izquierda.

«Hasta los jóvenes que nacieron después de la guerra dicen que se está perdiendo lo que ganamos con la paz»

Y ese mucho más que no logramos hacer, Bukele lo explotó bastante bien y se vendió como un candidato antisistema, aunque en realidad era el candidato de los norteamericanos. A ello se suma un uso agresivo de las redes sociales, mientras que en la izquierda estábamos en la edad de piedra en esa cancha.

¿Qué autocrítica hace?

El FMLN se esmeró en ser un buen Gobierno. Sin embargo, su divisa era ser un buen Gobierno y no un Gobierno que le da la reelección a su partido. Ahí está la gran paradoja.

Por otra parte, a nivel de comunicación y de explicar a la ciudadanía lo que implicaban todos los cambios que estábamos haciendo, nos quedamos muy por debajo. Incluso el segundo Gobierno del Frente tomó medidas estrictas para que hubiera el mínimo gasto en comunicación.

 

«En 1997 presentamos la primera iniciativa de despenalización del aborto. Solo la izquierda estaba por la labor»

Los derechos humanos, sociales, económicos y políticos son un campo de batalla; si no los defiendes, se pierden. Si a la ciudadanía le dices ‘tranquila, para esto tienes derecho’ sin explicarle quién se opone a esos derechos, no los valora y hasta minimiza los logros que se van alcanzado. Teníamos un discurso light cuando teníamos medidas políticas y sociales bastante intensas.

¿Qué siente cuando ve las imágenes de miles de jóvenes acusados de ser pandilleros detenidos, en fila, semidesnudos y agachados?

Me recuerdan a los años 70 y 80. Es importante reseñar el militarismo que se está desarrollando en el país, sin el cual Bukele no es nada. Para poder sostener todo esto ha dado mucho poder y protagonismo a las Fuerzas Armadas y Policías Nacional y Civil. El acuerdo de paz trajo grandes reformas democráticas que Bukele está tirando por la borda. Estamos volviendo a la época del poder de los militares.

El 2% de las personas mayores de 18 años están presas. Eso nos indica que prácticamente no hay familia que no tenga un pariente, amigo o conocido preso. 200 han muerto en prisión. Muchos tenían señales de tortura.

Ser capturado por el régimen de excepción es como estar desaparecido. Se está negando la garantía al debido proceso. Hace poco hicieron una reforma para permitir macro audiencias penales de hasta 900 imputados. ¿Cómo se puede garantizar el derecho a la defensa con 900 en una misma sala?

Ahora el régimen va a la reelección a pesar de que la Constitución lo prohíbe. Pero Bukele, con mayoría legislativa, ha echado a todos los magistrados de la Sala Constitucional, al fiscal general de la República y a 300 jueces para poner en su lugar a jueces serviles.

Si bien electoralmente va perdiendo apoyos, crece más el voto nulo y eso es un desafío para la oposición. Si la izquierda, la derecha y el centro no logran revertir el alza del voto nulo, no solo saldrá reelegido, sino que volverá a controlar la Asamblea Legislativa.

«El 2% de las personas mayores de 18 años están presas. Eso nos indica que prácticamente no hay familia que no tenga un pariente, amigo o conocido preso»

Todavía soy optimista en que los partidos de oposición hagan un esfuerzo para quitar el control legislativo al ejecutivo y que eso permita detener el despeñadero al que vamos.

Vengo de la generación que derrotó a la dictadura militar. Yo fui guerrillera del FMLN. Hay quienes creen que una fue guerrillera porque le gustaba. Ni las guerras ni los estallidos violentos son una broma.

No debemos permitir que a El Salvador le impongan una situación de violencia tal que le lleve al caos. Debemos de recuperar los espacios democráticos que al pueblo salvadoreño nos han costado sangre y esfuerzo.

En 1973 se unió a la guerrilla. ¿Cómo recuerda a aquella joven de 17 años?

Me siento como en aquella época. Era una joven sin poder, con ilusiones, corriendo riesgos y haciendo lo que estaba a mi alcance para contribuir a un mundo mejor.

La única diferencia es que ahora no soy joven y he visto más: tengo más conciencia de los riesgos y de los peligros, y eso me da más elementos para decir que debemos trabajar duro para que no se consolide una dictadura igual o peor que la que teníamos en los años 70. Sigo con mis sueños intactos.

Los 12 años de guerra dejaron cifras brutales. ¿Qué secuelas deja un conflicto bélico?

Lo primero que hay que decir que todo eso valió la pena. Aún hoy, estando en esta crisis, me reafirmo en que valió la pena. Haber derrotado y depurado un Ejército tan criminal y haber disuelto todos los cuerpos de seguridad de la época valió la pena.

Hoy los Acuerdos de 1992 son una referencia para las batallas que tenemos. Mientras estaba bien la cosa nadie se acordaba de los Acuerdos de Paz, pero hoy hasta los jóvenes que nacieron después de la guerra dicen que se está perdiendo lo que ganamos con el Acuerdo de Paz. Es un punto de referencia.

La guerra también dejó secuelas negativas. Mucha gente quedó traumada. Bukele ha cortado los procesos de justicia restaurativa.

En la guerrilla ostentó el cargo de comandante, tuvo bajo su mando a 2.000 personas, integró la comisión negociadora con el Gobierno y ha sido presidenta de la Asamblea Legislativa. ¿Qué rol desempeñó la mujer?

De acuerdo con la ONU, el 35% de los desmovilizados éramos mujeres. Eso ya te da un dato. Hay que decir que estábamos fundamentalmente ubicadas en comunicación, hospitales, alfabetización, educación y autodefensa. Éramos pocas las mujeres en los mandos operativos militares. En el Acuerdo de Paz no hubo enfoque de género, no tuvimos esa capacidad ni nosotros ni la sociedad.

Durante el primer año tras la firma íbamos a un montón de reuniones donde la gente nos expresaba su alegría. ¡Si vieras cuando fuimos a la reunión con las feministas! Casi nos apedrean… y tenían razón.

 

«Haber derrotado y depurado un Ejército tan criminal y haber disuelto todos los cuerpos de seguridad de la época valió la pena»

Fue en la posguerra que las mujeres agarramos impulso. Fundamos las Mélidas, trabamos una alianza con todos los sectores de mujeres, no solo feministas, y construimos la plataforma Mujeres 94. 

En esta coyuntura hay muchas más organizaciones de mujeres que hace 15 años, pero a nivel gubernamental el retroceso es bárbaro, han desmontado la mayoría de programas para las mujeres.

¿Qué impide aprobar tan siquiera el aborto terapéutico?

Hablamos de una derecha ultraconservadora, ultrareligiosa, ultrapatriarcal y electoralista. Llegamos a invitar a un diputado del PP para hablar del aborto terapéutico con la esperanza de que los convenciera. Y ni así.

En 1997 presentamos la primera iniciativa de despenalización del aborto. Solo la izquierda estaba por la labor.

En 2015, siendo yo presidenta de la Asamblea Legislativa, presentamos otra propuesta más acotada de despenalización de algunas causales. Nos faltaban cuatro votos. La prensa se enteró de que un diputado de la derecha los estaba gestionando. Cuando salió en los periódicos me llamó para decirme que si bien estaba dispuesto a gestionarlos, no quería pasar a la historia como el cabildero del aborto y se echó para atrás.

El proyecto quedó en la reserva. Cuando Bukele obtuvo la mayoría legislativa, lo primero que hizo fue sacar ese proyecto y mandarlo al archivo. Hoy por hoy no hay ninguna iniciativa de debate sobre la despenalización del aborto.

A usted y a su hija les han acusado de presunto enriquecimiento ilícito.

Me siento orgullosa de la batalla que estamos dando. La Fiscalía asaltó la sede de las Mélidas y nos hicieron una auditoría especial que concluyó que todo estaba correcto. A mí me interrogaron durante siete horas en el Congreso. Todas las acusaciones son mediáticas. No han presentado pruebas de nada, pero perseveran en sus acusaciones. Me acusan de enriquecimiento ilícito, aunque admiten que mi patrimonio no ha crecido.