Ramón Sola

El joven ‘Argala’ que conocieron Forest y Sastre, en el 45 aniversario de su muerte

En el 45 aniversario de su muerte en acción de guerra sucia, NAIZ resume un testimonio impactante sobre José Miguel Beñaran, ‘Argala’: el relato de Eva Forest y Alfonso Sastre sobre sus conversaciones con él en Madrid, cuando era un joven militante de ETA con muchas inquietudes y notable carisma.

‘Argala’ saliendo del exilio en isla de Yeu algunos años después y uno antes de su muerte, en 1977.
‘Argala’ saliendo del exilio en isla de Yeu algunos años después y uno antes de su muerte, en 1977. (NAIZ)

El 21 de diciembre de 1978, un día como hoy de hace 45 años, una acción de guerra sucia acababa en Angelu con la vida de uno de los militantes de ETA más influyentes y con mayor trascendencia, tanto en lo ideológico como en lo militar: José Miguel Beñaran Ordeñana, ‘Argala’. En este aniversario NAIZ ha accedido a un testimonio que arroja mucha luz sobre su figura y también sobre su capacidad de liderazgo. Es el relato, transcrito a mano, de Eva Forest y Alfonso Sastre sobre las largas conversaciones que mantuvieron con el entonces muy joven militante vasco en Madrid, a principios de los 70. Fue antes del magnicidio de Carrero Blanco del que también se acaban de cumplir 50 años.

La relación de Sastre y Forest con ‘Argala’ es pública y notoria. Ambos han explicado (Forest falleció en 2007) que este fue el primer militante de ETA al que conocieron. Beñaran había entrado en la organización en 1968, con solo 19 años, y moriría con 29. Este testimonio aporta múltiples detalles sobre cómo era y qué pensaba José Miguel Beñaran, además de algunas anécdotas, reflejo de la época.

La relación se prolongaría luego tras el magnicidio, porque, como es sabido, Forest fue la autora, parapetada tras un seudónimo, del libro ‘Operación Ogro’, en que contó cómo se gestó y ejecutó el atentado antifranquista. Lo elaboró a partir del testimonio de ‘Argala’ y sus compañeros de acción, y de hecho se afirma que Beñaran dejó en el libro algunas pistas falsas para sabotear la investigación policial.

Esto son algunos extractos de este relato escrito que ocupa 33 folios, mayoritariamente contados por Forest con algunos intercalados de Sastre. Así era José Miguel Beñaran Ordeñana:

‘Argala’ internacionalista

«Hablamos de Cuba, me acuerdo que hacía poco que había vuelto de Cuba, y bueno, pues yo había estado otras veces. Él estaba muy interesado también por la revolución cubana, o sea, era una persona con mucho interés».

«Estuvo muy interesado en lo que estaba pasando en el Palacio de la Moneda [de Santiago de Chile, en setiembre de 1973]: que si Allende se va, que si está al frente, que si se ha sublevado una parte del Ejército...».

«[En aquella época] no era frecuente el sentimiento internacionalista (...) y él era muy comprensivo para todos esos problemas: la inmigración, cómo era la lucha en Madrid, qué es lo que ocurría...».

‘Argala’ intergeneracional

«Ya enseguida a él se le veía, él andaba buscando, qué tal la juventud aquí, ese era un problema que le interesaba mucho, el de la juventud (...) Buscaba ese contacto con la juventud, saber lo que pensaban los jóvenes, como si él no lo fuera... y tendría 23 ó 24 años».

«Yo nunca le he oído decir ‘cuando Euskadi sea libre’. Yo creo además que, a medida que pasaba el tiempo, él estaba convencido de que esto era largo, era duro».

‘Argala’, luchador armado

«Él veía muy claro que la lucha de Euskadi era incomprendida y que lo sería durante mucho tiempo, que era difícil explicarla. Yo creo que él eso lo veía muy claro».

«Una de las veces que vino a Madrid vino teñido de pelirrojo; en aquella época tampoco había todos esos colores chillones que luego se han llevado y era una cosa rarísima (...) Si hacía falta, iba una esteticienne a que le pusiera pelos en la barba de una determinada manera. A nivel ideológico tenía una buena visión de la realidad, pero a nivel práctico también trabajaba bien».

«[Argala] veía muy claro que la lucha de Euskadi era incomprendida y que lo sería durante mucho tiempo, que era difícil explicarla»

 

«Era un gran práctico, estaba en la lucha armada y sabía muchísimo de la lucha armada, y si para la lucha armada había que disfrazarse, sabía que había que hacerlo. Y si había que hacer un túnel, pues había que hacerlo. Una de las frases suyas era ‘hay que hacer, hay que hacer’ (...) Era la primera persona en estar y la última en salir (...) Yo pienso que era un gran guerrillero, nato».

‘Argala’ líder

«Con él nunca caía en el vacío lo que hablabas, para bien o para mal, para hacerte una crítica o para rectificar. Y esto tenía una gran profundidad que a mí me parece que era una de sus cualidades. La sencillez con la que decía ‘oye, he estado pensando y tenías razón’».

«Tenía grandes condiciones para escribir. Y era muy espabilado para explicar las cosas. Yo no le he visto nunca explicar en grupo, pero gente militante sí me ha dicho que, cuando él explicaba, explicaba tan bien que la gente salía diciendo ‘¿ves? ¡Eso es así, sí!’».

«Vio todo lo iba a pasar a partir de la Reforma, porque recuerdo que al salir de la cárcel, él ya veía claro todo lo que se iba a producir (...) Tenía una visión muy a larga distancia, y eso que en 1977 era difícil ver las cosas que se iban a producir y lo que iba a surgir».

Sastre y Forest, en 2007. (Andoni Canellada | Foku)

‘Argala’ feminista

«Se veía que lo de la mujer, a medida que iba saliendo [en las conversaciones], él no solo lo entendía sino que era un tema que le preocupaba. Fue viendo muy claro el problema de la mujer y sobre todo en su vida práctica lo llevó muy bien».

‘Argala’ carismático

«Era muy bromista (...) Contaba cosas que le habían pasado con la Policía, que una vez en un control les hicieron desnudar a todos y llevaban sin pasar por casa no sé cuántos días y tenían los calzoncillos sucios».

«No he conocido a nadie más claro en la clandestinidad. Lo que no había que decir, ni sospechabas que lo sabía»

 

«No he conocido a nadie más claro en la clandestinidad. Él era clarísimo; lo que no había que decir, ni sospechabas que lo sabía. Ya sabes, en los momentos de la clandestinidad es muy frecuente que la gente haga como que sabe cosas que no puede decir, pero con ‘Argala’ lo que no había que decir no había que decirlo. Y esa era la gran seguridad que uno tenía con él».

‘Argala’ erdaldun

«Tenía una cosa que él decía que le dolía en el alma, y le dolía muchísimo, y él decía ‘tengo que hacerlo, yo no soy euskaldun y tengo que aprender euskara y no tengo tiempo’ (...) Para él era un poco su espina, porque era una persona íntegra y tenía esa espina y la sufría mucho».

«Como su madre era euskaldun, cuando iba donde la abuela lo pasaba muy mal porque no entendía nada. Tenía esa espina de no saber y la tenía además en doble conciencia; como sentimiento suyo y como sentimiento de utilidad en la lucha, porque decía ‘si yo en la lucha para poder tener una cierta autoridad tengo que saber euskara, es una cosa muy importante también, ¿no?’».

‘Argala’ personal

«Una vez se compró pesas y se le pusieron unos bíceps que parecía Popeye, era gracioso, enseguida se le notó el efecto porque era muy delgado, era verano y vino con una camiseta...».

«La lucha es la lucha, pero luego tenía una vida muy rica. Le gustaba la música, a veces iba a conciertos, le gustaba mucho cantar. Fuimos a ver una zarzuela, de Pablo Sorozabal además».

«Yo creo que era tímido, no sé si eso es un defecto o no, era una timidez que le hacía ser extremadamente audaz, igual como compensación de la timidez. Para mí no era un defecto».

«Siempre bromeaba, decía ‘a nosotros ¿qué mujeres nos van a querer?’. Como las chicas que conocían eran así, decía que se casarían en Baiona y ellas de blanco, entonces soñaban así. ‘Pero ¿cómo os vais a casar?’, decíamos nosotros».