Iñaki Soto - Iraitz Mateo
Elkarrizketa
Pello Otxandiako Kanpo
Candidato a lehendakari de EH Bildu

«Necesitamos más visión política y liderazgos que capacidad de gestión»

En un país algo más normal, Pello Otxandiano (1983) habría tenido una carrera en la universidad o en la empresa. En Euskal Herria, en 2024, empujado por un legado militante, por su pasión por la política y por un análisis de la situación nada complaciente, ha aceptado ser candidato de EH Bildu.

Pello Otxandiano Kanpo, candidato a lehendakari de EH Bildu.
Pello Otxandiano Kanpo, candidato a lehendakari de EH Bildu. (Jon Urbe | FOKU)

Es su primera entrevista como candidato, y se nota que quiere acertar. Es reflexivo pero rápido al responder, sabe de lo que habla y se muestra seguro. Se está «adaptando», afirma.

Si llegara a Ajuria Enea, ¿Cuál sería su primera decisión?

Establecería prioridades. Tenemos que hacer un análisis del momento. Hay muchas cosas que cambiar, pero hay necesidades urgentes y hay que definirlas muy bien. Por lo tanto, en el primer Consejo de Gobierno, definiríamos claramente a qué le vamos a dar y cuáles van a ser las prioridades de la legislatura.

¿Qué prioridades que tiene el país destacaría?

Necesitamos generar las condiciones para después abordar los retos que tenemos de cara al futuro. En este momento destacaría dos prioridades.

La primera es hacer frente a la carestía de la vida. Dentro de nuestras competencias, limitadas, creo que hay dos espacios donde incidir: política de vivienda y nuestro espacio de negociación colectiva. Es decir, hay que desarrollar el acuerdo interprofesional del 2017 en toda su potencialidad. Esa es la primera.

La segunda es Osakidetza. Tenemos una situación que creo que es muy preocupante. Hay que volver a poner de pie Osakidetza en cuatro años. Para mí esas son las dos urgencias que hay que abordar de cara al presente para, como decía, poder después afrontar el futuro con garantías. Y de cara al futuro, creo que hay otras tres prioridades.

La primera es reorientar la política económica, dejar de gestionarla por inercia. Se está abriendo paso la necesidad de otra política económica más intervencionista, con mayor protagonismo del sector público… Hay una disputa sobre las políticas económicas, y me parece que no estamos sabiendo leer el momento.

Otra es la educación. Necesitamos una gran transformación, tanto en la educación obligatoria como en el ámbito universitario. Y la tercera son los cuidados. Estamos en otra realidad demográfica, necesitamos colectivizar y dignificar los cuidados y para eso hace falta una transformación de los servicios sociales. Es una transformación muy potente, estructural, que necesita tiempo. Esta legislatura es el momento de poner en marcha esos vectores de cara al futuro.

Pueden ganar y aún así no gobernar, como sucede en Gipuzkoa…

Sí. Pero a la vez creemos que las cosas están cambiando y lo hacen más deprisa de lo que algunos quisieran. Se está abriendo un nuevo tiempo y creo que en esto la sociedad va por delante de la clase política. Quienes se opongan al signo de los tiempos y a la dinámica que se está generando, se estarán equivocando. Se pueden poner puertas al mar, pero es cuestión de tiempo que cambien las dinámicas políticas que hoy por hoy todavía persisten en esta parte del país.

En ese sentido, cuanta mayor fuerza tenga EH Bildu en estas elecciones, más fácil será que ese cambio de ciclo que se está produciendo en el resto de Euskal Herria aterrice aquí.

«Necesitamos liderazgos que sean capaces de visionar dónde queremos estar en 2040 como país»


Hablan de regeneración política. ¿Por qué creen que esta fase está agotada?

Diría que, desde la crisis económica y financiera del 2008 en adelante –lo cual coincide con el cambio de ciclo en nuestro país, con el cambio de estrategia de la izquierda abertzale–, no hemos sabido preparar el futuro. En parte, creo que hemos perdido una década. Hoy en día se amontonan problemas y procesos de carácter estratégico que pueden condicionar el futuro del país y no hemos sabido prepararnos para hacerles frente. En temas como la transición energética, la nueva realidad demográfica… no estamos bien como país. Una metáfora que empleamos a menudo es que la botella pierda agua.

Hay un proceso de declive y de parálisis en algunos ámbitos. No es una situación catastrófica, como nos suelen achacar. Pero sí hay una pérdida del liderazgo público, de capacidades comunitarias, de degradación en la calidad de los servicios públicos… Eso es muy evidente en el caso de Osakidetza. Detectamos esa situación y que la sociedad está demandando, no sé si un punto y aparte, pero claramente una regeneración.

Para EH Bildu esa regeneración significa que hacen falta nuevas soluciones para hacer frente a esta nueva realidad en la que estamos; hacen falta nuevas mayorías para operativizar las capacidades que tiene este país; y hacen falta nuevos liderazgos para hacer frente a este momento.

Se está dando un cambio generacional. ¿Qué aportarán?

La propuesta para encabezar la candidatura me ha forzado a esa reflexión. ¿Por qué dar el paso ahora? Como apuntaba, este es un momento especial. Vamos a afrontar años decisivos para las siguientes generaciones y para el futuro de este país en muchos ámbitos. Sin dramatizar. Pero creo que sí vamos a un tiempo en el que estamos obligados a acertar en las soluciones que planteamos a los problemas y a los retos que afronta nuestro pueblo.

Hay un capital y una experiencia acumuladas… Bueno, hemos llegado hasta aquí con nuestras taras, con nuestros aciertos y errores. Si miramos con perspectiva histórica la evolución del país en la segunda mitad del siglo XX, hemos sido capaces de activarlo, de revitalizarlo y traerlo vivo al siglo XXI. Pero ahora hace falta el impulso de una nueva generación.

No es tanto una cuestión biológica, porque hay gente que tiene más de 60 años y tiene esquemas mentales y políticos muy actuales; y más energía que gente mucho más joven. Nuestra generación debe aportar no solo en el ámbito político e institucional, también en diversas áreas de la construcción social comunitaria. Yo veo gente de mi generación ilusionada y dispuesta a comprometerse. Gente consciente del legado que recibe y que entiende que es el momento de empujar a este país y llevarlo a un nuevo estadio.

Dice que hemos perdido el pulso nacional. ¿Cómo piensan reanimarlo?

Por un lado, necesitamos un liderazgo público claro. Se suele decir que lo que se necesita en estos momentos en las instituciones es capacidad de gestión. Yo creo que no es tanto capacidad de gestión como visión política y liderazgos.

Lo que observo, no solo en el ámbito institucional, sino también en diversas organizaciones económicas y sociales, es una pérdida de visión política. Ha habido preguntas que se plantearon en la génesis del proceso de transformación del siglo pasado, que en el camino se han ido perdiendo. Y hay que actualizar las respuestas, pues se han ido diluyendo. Tenemos la necesidad de plantear algunas preguntas básicas, muy esenciales. Por ejemplo, ¿qué universidad queremos? Es una pregunta que no se ha respondido de manera muy consciente, ¿no? Por supuesto, el plan universitario se renueva y hay una literatura en la que todo el mundo puede estar de acuerdo. Pero ahí no se responde a la cuestión fundamental. Y es que, también en el ámbito universitario, nos hemos dejado llevar por la corriente y hoy en día estamos en un lugar que quizás no es el que se preveía cuando se aprobó la ley del sistema universitario en 2004.

Hay preguntas fundamentales que toca poner encima de la mesa. Y necesitamos liderazgos que sean capaces de visionar dónde queremos estar en 2040 como país, cuáles son los procesos clave que hay que poner en marcha y cómo se articulan los consensos fundamentales para eso.

Los siguientes cuatro años son claves para que esas reflexiones y esos procesos se planteen, y se pongan los cimientos de lo que tiene que ser el desarrollo de este país en las siguientes décadas.

«Si no elevamos la cultura política y se actúa con generosidad, va a ser imposible llegar a espacios de encuentro que puedan traccionar procesos de país»

 ¿Qué ha fallado en la Ley de Educación y qué han aprendido de este proceso?

Hay consenso en que los intereses corporativistas han pesado mucho, y me refiero a intereses que puedan tener tanto los partidos, pero también los agentes educativos, sindicatos y demás. Cuesta anteponer los intereses de país a los intereses corporativos, y creo que nos falta cultura política. Porque no se han querido disponer espacios lo suficientemente amplios como para llevar este debate a procesos deliberativos a nivel social.

Toca reflexionar y hacer balance. Nos toca a todos y a todas. Mi conclusión es que cualquier debate de país que tengamos que afrontar va a ser un debate muy complejo. Si no elevamos la cultura política y no somos muy generosos y generosas, va a ser imposible llegar a espacios de encuentro que puedan traccionar procesos de país. Hay temas bastante más complejos de gestionar política y socialmente que este, y un balance honesto nos ayudaría a acertar.

¿Cómo piensa gestionarlos?

Los procesos que vamos a tener que afrontar son realmente complejos y exigen una gran innovación política en cuanto a modelos de gobernanza y demás.

Hace falta darle una pensada. Realmente darnos cuenta de en qué momento estamos y de los roles que tiene que jugar cada cual. Si cada uno de nosotros, como individuos y en términos colectivos, no hacemos ese análisis, entonces, cuando se abren las posibilidades, pues cada uno va con su agenda propia. Pero así es imposible organizar el debate, porque no existe una voluntad previa que deviene de un análisis del país y de la situación que vivimos. Creo que no hay atajos en ese sentido.

El nuevo candidato a lehendakari de EH Bildu, Pello Otxandiano.
El nuevo candidato a lehendakari de EH Bildu, Pello Otxandiano.

A veces se inclinan hacia un bloque de izquierdas y otras plantean cooperación entre abertzales. ¿Qué priorizarán?

Nosotros no planteamos un gobierno en contra de nadie ni nos presentamos a las elecciones para desbancar al PNV. Nuestra reflexión es que el país tiene dos ejes articuladores: la sociedad vasca es igualitarista, progresista, y es mayoritariamente soberanista. Si planteamos fórmulas de gobernanza que excluyen uno de los dos ejes, es como si avanzáramos a la pata coja. Estamos cercenando la pluralidad del país y estamos coartando las capacidades comunitarias que tenemos. Entonces, el reto está en cómo incluir en la gobernanza del país los dos ejes socialmente articuladores.

Nuestro planteamiento no es de exclusión. Los gobiernos van a ser de coalición, porque este país no se puede gobernar con mayoría absoluta, pero tampoco con coaliciones cerradas. Necesita coaliciones incluyentes que sean capaces de incluir en su gobernabilidad esos dos ejes.  

Dicen de usted que no tiene «mochila» en relación al pasado y a la violencia, y lo comparan, por ejemplo, con Otegi. ¿Cómo lo ve usted?

Yo pertenezco a otra generación y tenemos que hacer nuestra aportación, nueva y distinta. Pero también creo que se debe subrayar que Arnaldo [Otegi] y otros han hecho una aportación a la paz y a la justicia en este país que no se debería menospreciar.

Probablemente se han perdido oportunidades para avanzar y hacer ejercicios honestos como país, para poder construir convivencia democrática, para avanzar en la reparación y en el reconocimiento de las víctimas. Nuestra generación sí tiene la opción de mirar al ciclo anterior con una mirada más pausada, con otra perspectiva, y aportar un prisma nuevo, sobre todo para proyectarlo siempre hacia el futuro y para construir convivencia.

Es importante tener una memoria plural y compartida, que nos permita comprender y a la vez ser críticos, porque todos y todas entendemos que los derechos humanos son la base de la convivencia.

«He conocido mucha gente maravillosa que ha tomado decisiones muy complicadas empujados por la pasión del compromiso con el país. Y me he contagiado un poco de esa gente»

¿Por qué decidió aceptar el encargo? ¿Qué sopesó?

Desde mi responsabilidad previa como director del programa de EH Bildu, tengo la conciencia clara de que necesitamos una reacción a escala de la situación y los retos que afronta el país, y esa reacción no puede esperar. También es el momento de la incorporación de una nueva generación al proceso de construcción nacional y social. Y eso me empuja a la responsabilidad. Se me hace difícil decir que no por mi trayectoria militante y porque soy muy consciente de dónde venimos, de lo que ha supuesto y lo que ha costado llegar hasta aquí, y también de las posibilidades que ofrece el hecho de haber sido capaces de traer este país hasta aquí. He conocido mucha gente en los últimos años que ha tomado decisiones muy complicadas en su vida sin darle demasiadas vueltas. Es decir, empujados por la pasión del compromiso con este país. Y me he contagiado un poco de esa gente, me parece que es gente maravillosa.

Estás en una inercia, te lo plantean y es casi imposible decir que no, no sabes muy bien en qué momento ya has tomado esa decisión y es irreversible por el empuje de tu trayectoria. Estoy ilusionado porque creo que tenemos la opción de aportar y de llevar este país a otro estadio valiéndonos del impulso que nos da la experiencia acumulada durante tantos años. Eso, me ilusiona.

¿Qué tal lleva exponer su vida personal en público?

Estoy en fase de adaptación. He tenido momentos en los que me ha costado gestionar la decisión; incluso he sentido miedo por mí y por mis allegados. La sensación era de que emprendíamos un viaje de ida, sin vuelta; que vas a un lugar desconocido y que a partir de ahí ya nada va a ser igual.

Dicho eso, lo que me da confianza es la comunidad de EH Bidu. Yo veo a mucha gente alrededor mío dispuesta a ser copartícipe de esta fase. La candidatura a lehendakari te sitúa en los focos, pero tengo la confianza y la noción clara de que represento a un colectivo. Y que ese colectivo, tiene mucha fuerza. Veo a ese colectivo muy ilusionado a pesar de la magnitud de los retos y de la preocupación, pero veo una energía positiva a mí alrededor y eso te da seguridad.

Pero tengo que reconocer que no ha sido un paso fácil para mí.