El partido AKP, fundado en 2001, ha sido durante dos décadas el partido más votado en Turquía con solvencia. No había sufrido derrota alguna hasta el pasado fin de semana, pese a que, al tratarse de un partido de corte islamista, chocaba con ese carácter laico que se quiso dar al país tras la Segunda Guerra Mundial (y por el que había velado el Ejército con varios golpes de Estado).
Los expertos apuntan a la devaluación de la lira y el consiguiente encarecimiento de la vida, así como la escasa brillantez de los candidatos propuestos por el AKP, como los causantes de este varapalo.
Erdogan, que no se presentará a las presidenciales, aspiraba a que su partido recuperara Estambul y quedó muy lejos. El candidato del AKP acabó 11 puntos por detrás de Ekrem Imamoglu (cabeza de lista del CHP), que obtuvo el 51% de los sufragios.
Su derrota en la ciudad más poblada amenaza ahora con convertirse en el trampolín del propio Imamoglu, que suena como aspirante a la Presidencia por la formación rival de Erdogan, de inspiración socialdemócrata.
La caída de apoyo se apreció en otras grandes ciudades, empezando por la capital, Ankara, donde el vencedor (también del CHP) superó en 29 puntos al candidato del AKP.
La coalición socialdemócrata que se dice heredera del legado de Kemal Atatürk (considerado el padre de la Turquía moderna tras la derrota que sufrió como aliada de los nazis) mantiene también la alcaldía de su feudo, Esmirna, tercera ciudad del país.
Una inflación descontrolada y un Kurdistán indomable
Uno de los elementos que llama la atención de los analistas ha sido el hecho de que el AKP cayera más en votos en aquellos lugares donde ha concurrido de la mano de aliados que se ubican en el extremismo islamista.
Sin embargo, es una lectura de tipo económico la que se impone a la hora de analizar resultados. El país, de 84 millones de habitantes, pasa por un momento de inflación desbocada, por encima del 60%. La situación afecta al poder adquisitivo de las familias, que no aguantan más. Y, como suele ser habitual, estos problemas se canalizan hacia acusaciones de corrupción –reales en muchos casos– contra la casta política.
En lo que se refiere al Kurdistán turco, las elecciones distaron mucho de poder considerarse limpias, debido a la ley que permite a los militares votar en el sitio donde están desplegados.
Sin embargo, pese a esos miles de votos ajenos a la región, el partido prokurdo DEM volvió a imponerse en todas las ciudades importantes, salvo Sirnak y Kars. Queda por ver si le dejarán gobernar o si, de nuevo, los ayuntamientos serán intervenidos aduciendo vínculos entre el DEM y el PKK.