Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional

Plan para la victoria o para evitar la capitulación en una negociación

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, presenta su plan «para la victoria» en el Parlamento.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, presenta su plan «para la victoria» en el Parlamento. (AFP)

Consciente de que el tiempo corre a favor de Rusia, Ucrania presenta un plan de «victoria» que busca forzar una mayor implicación de Occidente para apuntalar su crítica posición y forzar al Kremlin a sentarse a negociar. Con la paciencia de sus aliados al límite, les ofrece, a cambio de arsenales y permiso para usarlos sin condiciones, sus riquezas naturales y su experiencia tras años de guerra.

Tras presentarlo a los líderes de EEUU, Gran Bretaña, Estado francés, Alemania e Italia, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, desveló en el Parlamento ucraniano (Rada) su «plan para la victoria», reservándose algunos aspectos «para no comprometer su efectividad».

El cada vez más cuestionado líder ucraniano desgranó una serie de puntos que se resumen en uno solo: forzar aún más la implicación de Occidente para hurtar, o cuando menos limitar, la iniciativa militar en manos de Rusia.

El primer punto pide a la OTAN que invite sin condiciones a su seno a Ucrania, «para que (el presidente ruso, Vladimir) Putin vea que sus cálculos geopolíticos están perdiendo. Los rusos deben sentir que su zar perdió ante el mundo».

El segundo incluye una lista de peticiones a Occidente: armamento para reforzar las posiciones ucranianas y permiso para nuevas operaciones en suelo ruso, para que su opinión pública «sienta» las consecuencias de la guerra.

En esa línea, pide que levanten la prohibición de utilizar los misiles de largo alcance hacia el interior de Rusia.

Completan el listado de peticiones la de defensas antiaéreas suficientes y que países vecinos como Polonia y Rumanía (no menciona a la Hungría del prorruso Orban) derriben desde su territorio drones y misiles rusos que se acerquen a su respectivo espacio aéreo.

E información de Inteligencia «en tiempo real» para socavar el potencial militar ruso.

«Anexo secreto»

Zelenski informó al Parlamento que el plan propone en definitiva el despliegue en su territorio de un conjunto integral de medidas disuasorias estratégicas no nucleares, «suficientes para proteger a Ucrania de cualquier amenaza militar de Rusia».

Este punto estaría detallado en un anexo secreto presentado ya a los aliados.

El presidente ucraniano insiste en no ceder territorio alguno (ni siquiera Crimea ni parte del Donbass), Menos aceptar una congelación del frente actual, con parte de las provincias de Zaporiya y Jerson, y sobre todo la salida al Mar de Azov, en manos rusas.

«Rusia tiene que perder la guerra contra Ucrania sin afectar a su soberanía», aseguró, para añadir que Kiev y sus aliados deben «forzar a Rusia a participar en una cumbre de paz y a estar dispuesta a poner fin a la guerra».

Ahí reside el nudo gordiano del plan. Obligar a Rusia a negociar en una mesa en la que Ucrania tenga bazas para mantener una posición de fuerza y no verse obligada a poco menos que capitular.

Porque la realidad de la guerra es la que es.

En su avance para controlar todo el Donbass, región minera rusófila repoblada en su día por colonos rusos, el Kremlin anunció ayer la conquista de la localidad de Kransnyi Yar, a kilómetros de la plaza fuerte de Pokrovsk, en la provincia de Donetsk, y de la aldea de Nevske, en la de Lugansk. Asimismo, anunció un ataque contra una fábica militar ucraniana en Mikolaiev en la que habría destruido diez blindados, incluidos seis tanques.

Ante ese avance, Ucrania solo puede contraponer la incursión hace dos meses de territorio en la provincia rusa de Kursk. Y aunque es cierto que el Eército ruso no termina de expulsar a los batallones ucranianos, cada vez son más los soldados que se preguntan «¿Y ahora qué?» y los analistas que dudan del éxito de aquella incursión más allá de si indudable efecto simbólico.

Y es que Rusia no ha movido tropas del Donbass hacia Kursk. A lo sumo ha trasladado algunas de Jarkov (noreste), Zaporiya y Jerson.

Por si esto fuera poco, recientes informes alertan de un aumento de deserciones en el Ejército ucranio. Solo en lo que va de año han desertado más de la mitad de los que lo han hecho en todos los años de guerra. Y dos tercios son soldados que llevan desde el principio sin ser relevados.

A la pérdida de iniciativa en el frente se suma el temor a una victoria de Trump, amigo de Putin, en las presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre. Y el hartazgo creciente de Occidente.

El canciller alemán, Olaf Scholz, sabedor de que no ya él sino el SPD se juega su futuro, urgió a hacer «todo lo posible» para acabar con el conflicto, «incluso hablar con Putin».

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, señaló que el ingreso de Ucrania «a futuro» es un «debate en curso».

Contrapartidas ucranianas

Zelenski aseguró en la Rada que ha propuesto a EEUU y a la UE un «acuerdo especial sobre el destino de miles de millones de euros en recursos estratégicamente valiosos», como el litio y uranio. Igualmente, recuerda que Ucrania tendrá uno de los ejércitos «más grandes y experimentados del mundo» y que podría sustituir a las tropas estadounidenses desplegadas en Europa.

El Kremlin replicó que «el único plan de paz, más allá de camuflar los intereses estadounidenses, pasa porque Kiev asuma su falta de perspectiva y despierte».