
El Parlamento israelí, con el acuerdo de los partidos del Gobierno y de casi toda la oposición, aprobó ayer varios proyectos de ley con el objetivo de acabar con las actividades de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa), uno de los pocos apoyos vitales que quedan para la población en el infierno de la Franja de Gaza.
En el último año, Israel ha atacado escuelas de la Unrwa, ha matado al menos a 232 de sus empleados y ha declarado públicamente que quiere expulsarla de la Franja. Ahora quiere eliminar cualquier actividad, bajo la excusa de una complicidad con Hamas que nunca ha probado.
Las nuevas leyes aprobadas por el Parlamento israelí prohíben por completo las operaciones de la agencia en Israel y las impiden en la práctica en el resto de territorios ocupados, lo que significa el fin de su trabajo en Jerusalén Este, donde proporciona servicios como educación y salud en campos de refugiados.
Además, sin permisos de Israel o sin la coordinación con el Ejército, será imposible poder trabajar en Gaza o en los campamentos de refugiados de Cisjordania, donde también gestiona escuelas y otros servicios.
Noventa y dos de los ciento veinte diputados del Parlamento apoyaron la iniciativa y diez votaron en contra.
Otra ley, que debía ser votada a continuación, revoca las exenciones otorgadas a la agencia de la ONU, como las fiscales, y su estatus de inmunidad, y prohíbe a cualquier entidad pública tener contacto con la agencia o con personas que la representen.
La agresividad de la política sionista se trasladó al debate, en el que una de las diputadas del gobernante partido Likud, Tally Gotliv, intentó agredir al diputado árabe-israelí Ahmed Tibi cuando estaba en el estrado, donde había criticado un proyecto de ley «fascista». «El pueblo palestino será libre de la ocupación», afirmó Tibi entre los gritos de diputados derechistas.
La Unrwa, que subraya que es «la columna vertebral de las operaciones humanitarias en Gaza», denunció un proyecto «escandaloso», que «sienta un precedente peligroso y se opone a la Carta de las Naciones Unidas». Incluso los aliados más estrechos de Israel, como Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Estado francés, Canadá y Corea del Sur, habían pedido a Israel que no aprobara estas leyes, que tienen ahora un plazo de varias semanas para entrar en vigor.
Mientras tanto, el norte de Gaza se hunde en «un infierno sin fin», como lo definió ayer el jefe de la Unrwa, Philippe Lazzarini. También el director para Oriente Medio de Save the Children, Jeremy Stoner, denunció que «lo que estamos viendo en Gaza parecen las profundidades del infierno»,
«En el norte, una población que ya está pasando hambre lleva dos semanas sin acceso a comida mientras trata de esquivar bombas y balas en una ‘zona de aniquilación’ que no puede abandonar», añadió.
Con los servicios de ambulancias de la Defensa Civil desactivados, prácticamente todo el personal del hospital Kamal Adwan de Beit Lahia, uno de los tres únicos que permanecían activos en la zona, ha sido hecho prisionero por los soldados israelíes, después de un asalto de dos días.
El propio director del hospital, Husam Abu Safia, uno de los pocos liberados, encontró a su hijo muerto al regresar. «Lo hemos perdido todo en este hospital, incluidos nuestros hijos. Todo lo que hemos construido, lo han incendiado», clamaba Abu Safia tratando de contener las lágrimas.
En el centro hospitalario quedan todavía cientos de pacientes, heridos y desplazados, y las autoridades han pedido ayuda cualquiera que tenga algún conocimiento de cirugía. Tras la detención masiva del personal, solo queda un pediatra entre todas las especialidades. Dos niños murieron en la unidad de cuidados intensivos después de que las tropas israelíes atacaran los generadores del hospital y la estación de oxígeno
Ayer, en una jornada con al menos 32 muertos más, el Ejército israelí lanzó ataques letales en Yabalia, en la ciudad de Gaza, en los campamentos de Al-Bureij y Al-Magazhi, y en Rafah.
Según reconocieron altos funcionarios de Defensa, Israel está priorizando el desplazamiento de personas para establecer colonias, en lugar de presionar para alcanzar un acuerdo que libere a los cerca de cien prisioneros del 7 de octubre que siguen en el enclave.
La oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró ayer que las recientes conversaciones mantenidas en Doha sobre la liberación de los rehenes y para lograr un alto el fuego se han reanudado con «un nuevo enfoque».
Ataques contra la histórica Tiro
Israel lanzó duros ataques contra la histórica ciudad de Tiro, en el sur de Líbano. El más grave, de madrugada, dejó al menos siete muertos y 17 heridos en el bombardeo de un edificio en el barrio de Al-Raml, unas horas después de que matara a otras cinco personas en otro ataque contra el barrio Burj el Shemali. Unas horas después, y de un llamamiento a la población para que abandonara varias zonas de la ciudad que provocó el pánico, el Ejército israelí volvió a lanzar ataques aéreos sobre la ciudad. El paseo marítimo y un edificio situado en el mismo fueron los más afectados.
El corazón de Tiro, histórica ciudad fenicia, alberga lugares inscritos por la Unesco en su lista del patrimonio mundial y conserva importantes restos arqueológicos de varias civilizaciones. Ya fue blanco el pasado 23 de octubre de los bombardeos del Ejército israelí, que dice atacar centros de mando y almacenes de armas de Hizbulah, pero es otro grupo chií, Amal, dirigido por el presidente del Parlamento, Nabih Berri, el que está más establecido allí. Analistas de Al-Jazeera interpretan que Israel busca lanzar un mensaje a Amal y aumentar la presión, a pesar de que Hizbulah insiste en que no va a negociar mientras sigan los ataques.
A la vez, Hizbulah aseguró haber atacado la base naval de Stella Maris, cerca de la ciudad israelí de Haifa, y dio cuenta de una emboscada a soldados israelíes en la frontera. Según el ministro británico de Exteriores, David Lammy, su homólogo israelí, Israel Katz, le dijo el domingo que la operación militar en Líbano «terminaría en breve».

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