Días de otoño y campaña presidencial en los límites de los estados
Harper's Ferry es un pueblo turístico con un aire progresista. Está en Virginia Occidental, que vota mayoritariamente republicano. Cruzando los ríos que la circundan se llega a las zonas rurales de Maryland y Virginia, donde la población local es conservadora, aunque ambos estados votan demócrata.

Harper's Ferry es un pueblo pequeño y bonito que recibe a muchos turistas, especialmente en otoño, con la explosión de colores en los bosques de arces y robles de que rodean esta localidad de los Apalaches.
Por un lado, está su ubicación, en el punto donde se juntan el río Potomac y el Shenandoah para continuar hasta Washington y la bahía de Chesapeake.
Por otro lado, la historia de Harper’s Ferry quedó marcada la noche del 16 al 17 de octubre de 1859, con el fallido intento del abolicionista John Brown y una veintena de sus seguidores de tomar la localidad y su arsenal de armas, liberar a los esclavos y comenzar la guerra para terminar con la esclavitud. Todos murieron, pero año y medio después estallaba, la Guerra Civil que duraría cuatro años y que culminaría esta vez sí, con la emancipación de las personas esclavizadas.
La estratégica ubicación de Harper’s Ferry se hace notar también con el ruido del tren que va de Washington a Cleveland y Chicago. Cientos de turistas recorren la parte peatonal del puente cada día para tomar las imágenes de la unión de los dos ríos.
Al otro lado del Shenandoah es territorio de Maryland, mientras que el Potomac marca el límite de Virginia. Ambos estados votarán con probabilidad por la candidata demócrata Kamala Harris, mientras que las encuestas dan como ganador de Virginia Occidental a Donald Trump.
Paradójicamente, este estado se formó durante la Guerra Civil, en el territorio que se mantuvo fiel a la Unión mientras Virginia acogía a la capital de la Confederación sudista.
«Esto es diferente de Washington o Baltimore, la gente aquí es más conservadora»
El caso de Maryland fue aún más significativo: pese a ser un estado esclavista, no se sumó a los confederados y, por ello quedó exenta de la emancipación proclamada por Abraham Lincoln en 1863, que sólo afectaba a los estados rebeldes. Una vez ganada la guerra en 1865, la abolición llegó a todo el territorio de Estados Unidos.
Paramos poco antes de cruzar el río para llenar el depósito y tomar café. La dependienta, de origen asiático, dice que está contenta en el lugar, pero prefiere no hablar de política. Entra un joven rubio con pantalones y camisa de camuflaje a comprar unas chocolatinas, nos confirma que la comarca es mayormente republicana.
«Esto es diferente de Washington o Baltimore, la gente aquí es más conservadora», señala. Por los caminos de los alrededores, llenos de historia y marcando hitos de la Guerra Civil, se ven grandes casas con campos cuidados, calabazas y adornos de Halloween, caballos, incluso ciervos, y varios mensajes a favor de Donald Trump. Algunos, de esta campaña electoral. Tampoco falta un cartel más descolorido que lleva tiempo colgado reclamando la victoria de Trump hace 2020.
Country roads...
El camino termina en Pleasant Valley, uno de los puntos donde se unen el Sendero de los Apalaches y el canal Ohio-Chesapeake, al lado de las vías de tren. Algunos se animan a subir a los acantilados de Weverton, para tener una imagen de todo el valle.
Los jóvenes Nathan, Sasha y Mark regresan a sus coches tras un día de pesca. Los dos primeros son de Virginia, el tercero de Maryland. Los tres votarán por Trump en estados de mayoría demócrata, colegios electorales (los compromisarios que eligen el presidente, 13 para Virginia y 10 para Maryland) que serán para Kamala Harris.
«Sabemos la situación, pero hay que votar. Tampoco nos fiamos del sistema. Pero sabemos que las cosas estaban mucho mejor cuando gobernaba Trump. Y esperamos que vuelva a gobernar», afirman.
Cruzamos el río, el puente es el límite entre Maryland y Virginia. Apenas un kilómetro después vemos la señal «West Virginia», dos palabras que sólo leerlas ya suenan a John Denver: «Country roads, take me home, to the place I belong, West Virginia...» (Caminos del campo, llevadme a casa, al lugar al que pertenezco, Virginia occidental).
Un tema escrito en 1971 en la carretera que sale de Washington hacia aquí: «Casi el paraíso, Virginia occidental, las montañas Blue Ridge, el río Shenandoah» (su versión en euskara, ‘Izarraren Lorratzak’, de Egan, se ha cantado y bailado en miles de romerías de Euskal Herria).
La entrada a Harper’s Ferry tiene otra conexión vasca, llamada Bolivar Hills. El pueblo fundado al lado del arsenal tomó el nombre en nombre del libertador de Sudamérica. Unas trincheras de madera recrean la Guerra Civil. Al lado, un cartel pide el voto para Kamala Harris y Tim Walz.
«Kamala está haciendo un buen trabajo, mucho mejor que Trump, pero no estoy muy segura de que vaya a ganar»
Bajando hacia el río, otras tres casas al menos muestran también su apoyo a la candidata demócrata. Una de ellas lo hace bajo la imagen de un gato, en referencia al comentario del compañero de ticket de Trump JD Vance sobre «las señoras sin hijos y con gato».
Amanda dice que está indignada con la retórica republicana, y aunque sabe que Virginia Occidental votará por Trump, «Harper’s Ferry es una pequeña isla progresista en un estado y una región totalmente conservadora, pero no vamos a dejar que las mentiras y el odio nos amedrenten».
Campaña y Halloween
Jennifer y Anton han venido a pasar el fin de semana desde Delaware, en la costa atlántica. Siempre han votado demócrata y también lo harán esta vez.
Aunque son del estado de Joe Biden, «creo que Kamala Harris está haciendo un buen trabajo, dadas las circunstancias. Mucho mejor que Trump, pero no estoy muy segura de que vaya a ganar», confiesa con un tono pesimista.
En el pueblo hay poca propaganda política, las decoraciones otoñales con calabazas, paja, esqueletos y otros elementos de Halloween son mucho más numerosas que las de la campaña electoral.
En el estrecho camino que sube a la iglesia ondea una bandera ucraniana desde un balcón. La siguiente casa tiene dos pancartas azules a favor de Kamala Harris, además de una bandera estadounidense y otra palestina.
Una familia baja por el camino, encantados de visitar este lugar, «una excursión familiar para pasar el día», aseguran en español. Llevan pocos meses en el país, llegaron de Perú, y no pueden votar. Pero Milagros tiene claro a quién no prefiere, «a él no lo quiero. Le tengo miedo. Algunos dicen que no es tan malo, que sólo está contra los inmigrantes que son delincuentes, pero no me fío. Prefiero que gane cualquier otra persona, menos él». No hace falta decir a quién se refiere. Su compañero asiente. Miran a las hijas adolescentes, «ellas no saben todavía de qué va esto».
Junto al inglés de los estadounidenses blancos y negros que recorren Harper’s Ferry no sólo se escucha de vez en cuando español, también destaca el número de visitantes originarios de India, ya que en el entorno viven unas 100.000 personas de origen indio. La mayoría son votantes demócratas, aún más cuando la candidata comparte su mismo origen.
Pero las estadísticas indican que este apoyo se ha frenado y que ha aumentado el número de independientes. El apoyo a Trump estaría en un 30% en esta comunidad, aunque la retórica autoritaria, incluso la contraria a la inmigración (que cada vez más gente piensa que no se refiere a su caso particular, sino a la delincuencia) no suena del todo mal entre los seguidores del presidente indio Narendra Modi.
Mujeres comprometidas
El pequeño arsenal y la casa de los bomberos (que John Brown tomó en 1859) son el lugar más visitado de Harper’s Ferry, en una explanada que se abre antes de llegar al límite de los ríos. Un poco más arriba, Sonia, de origen mexicano, espera con su madre y varios familiares a que les llamen para entrar al restaurante.
«No me gusta mucho Trump, pero esto que está ocurriendo ya es demasiado»; con «esto» alude a inmigración y a delincuencia
«Cuando llegué iba con los demócratas, pero me casé con un estadounidense de aquí cerca en Virginia. Son bastante conservadores, y yo también voto republicano. No me gusta mucho Trump, está diciendo cosas feas, pero esto que está ocurriendo ya es demasiado».
«Esto» significa inmigración y delincuencia. Su madre, que aún no es ciudadana estadounidense y por tanto no puede votar, la apoya. «Nosotros vinimos legalmente, aquí había trabajo para todos. Pero ahora los precios subieron una barbaridad, y no hay seguridad». Los datos indican que los hechos delictivos han bajado notablemente en todo el país en 2023, pero la percepción de mucha gente es la contraria.
Matt, Maryland, se dirige al coche cerca del kiosco, ya pronto anochecerá. Siempre ha votado demócrata, «pero estoy harto de la polarización, no sé si votaré esta vez».
Su compañera Elizabeth le corta, «no estoy nada de acuerdo. Tengo claro que voy a votar. No hay derecho a que nos hayan quitado nuestros derechos como mujeres. Hay que votar y tenemos que pararles. Voy con Kamala, vamos a ganar y vamos a reconquistar los derechos que nos han arrebatado».
Volvemos a pasar por Bolívar. El río Shenandoah nos lleva a Virginia. El Potomac a Maryland. En la gasolinera, el galón está a poco más de tres dólares, en algunas incluso a 2,90. Apenas 70 céntimos de euro el litro de gasolina, el más bajo desde el fin de la pandemia. Oscurece y desaparecen las pancartas, mientras brillan las calabazas iluminadas, junto a arañas, murciélagos, brujas y otros elementos de estas noches de otoño.

Repulsa multitudinaria tras la agresión sexual del viernes en sanfermines

Llueve sobre mojado en Rioja Alavesa: «Hay gran desolación y desánimo entre los viticultores»

Los sanfermines han terminado: cientos de afectados en el último encierro, el de la villavesa

Denuncia contra el Ayuntamiento de Donostia por la vía de acceso al chalet de Xabi Alonso
