
El año 2024 ha sido un buen año para el Museo Bellas Artes de Bilbo, ha comenzado recordando este miércoles Miguel Zugaza, director de la pinacoteca bilbaina, en el encuentro en el que se ha convocado a los medios de comunicación: han tenido un 8% más de visitantes que el año anterior, se ha registrado un aumento en el número de Amigos del Museo y, pese a las obras de ampliación en las que están metidos de lleno desde enero pasado, la veterana pinacoteca ha conseguido mantener abiertas sus puertas, hasta el extremo de que «ha logrado situarse como uno de los museos europeos con mayor interacción con su público», ha apuntado.
Pero, porque en la vida siempre hay algún ‘pero’, les ha surgido un contratiempo grave: la empresa Inbersa, subcontratada por la UTE adjudicataria de la obra para la plasmación del proyecto ‘Agravitas’, de Norman Foster y Luis María Uriarte, ha entrado en concurso de acreedores. Ya en verano, Inbersa, que se encarga de la realización de piezas metálicas clave para la obra y tiene sede en Fuenlabrada y Ponferrada, comenzó a dilatar el tiempo de entrega de las piezas, ha apuntado Zugaza.
Ahora la situación que sufre esta empresa ha afectado a una parte clave del proyecto del museo; en concreto, a la colocación de la cubierta metálica ligera, pero de gran longitud, que tapa la ‘txapela’ ideada por Foster para cubrir y ampliar el museo, creando así un edificio nuevo, a modo de voladizo. En esta zona irá una parte expositiva nueva, la zona auspiciada por Fundación BBK, rodeada por una terraza con vistas al parque de Doña Casilda y conectada visualmente por las universidades. La terraza también acogerá piezas expositivas.
Problemas sobrevenidos
La UTE adjudicataria ha solicitado al museo la ‘suspensión parcial temporal’ del contrato hasta que encuentre nuevas alternativas para poder continuar con la viabilidad del proyecto. El pliego del contrato estipula un tiempo máximo de demora de tres meses, lo que parece que no supondrá un aumento del presupuesto del proyecto, pero sí que traerá una demora en el tiempo de entrega de la obra: de julio de 2025, el final de la obra pasa a noviembre de 2025.
«Entre pruebas de las salas, puestas a punto y demás», ha reconocido Zugaza, echando mano de una experiencia parecida cuando fue director de El Prado, la apertura al público no se dará, previsiblemente, antes de 2026.
El resto de las obras en las distintas zonas seguirán su curso, aunque «la cubierta no es la parte más compleja, pero es la guinda que falta por completar», ha añadido Zugaza. La entrada en concurso de acreedores de Inbersa se ha producido, además, en un momento clave, cuando ya faltaba poco para concluir esta parte de la ampliación en el que, ya alzada la ‘txapela’, habría que colocar la cubierta.
Siguen las obras
La empresa de estructuras metálicas era la encargada de la fabricación de dos piezas clave para la sujeción de esta cubierta; de hecho, son dos únicas estructuras que sustentarán el peso del tejado al completo, uniéndolo con otras dos superficies conectadas a los cimientos del museo. Sin ellas no solo no se puede anclar la cubierta del edificio, sino que su fuerza es clave para contribuir en la sujeción de la construcción, por lo que hay etapas de la obra que no pueden continuar y que se han dejado en suspenso, de momento, o se han solucionado.
El director del museo ha afirmado que no quiere «quitarle gravedad al asunto, pero tampoco dramatizar», ya que la obra no se paraliza. Además de este nuevo edificio, el proyecto se compone de la reforma de los edificios que componen el museo. La zona construida en 1945, el museo viejo, que es la que acoge actualmente las zonas abiertas al público, pasará a ser próximamente objeto de una reforma integral, y la zona de visita y expositiva pasará a situarse en el edificio de 1970, al que se le está realizando un «trabajo de cirugía importante», ha dicho.
Max Ernst, fotografías y una edición en euskara de las fábulas de Samaniego
¿Y qué veremos en el primer semestre de 2025 en el veterano museo? Mientras sigue el «baile de grúas» y se va definiendo la silueta del proyecto de Foster que cambiará el skyline de la ciudad, a las actuales exposiciones, entre las que destacan las dedicadas a Juan Luis Goenaga –está hasta el 23 de marzo– o Antonio Guesala –hasta mayo–, se les unirán otras como ‘Max Ernst. París, 1922-1928’, una exposición formada por 54 obras de una de las figuras clave del movimiento surrealista. Son pinturas, dibujos y fototipias fechadas en los años 20, procedentes de la colección del galerista Aram Mouradian.
En cuenta a producción propia, el museo ha producido la edición en euskara de un libro sobre las fábulas del alavés Félix María de Samaniego, ilustradas por el pintor Daniel Tamayo (Bilbo, 1951). Es la primera vez que se realiza una edición así en euskara. Hecha con herramientas digitales, la obra de Tamayo se verá en formato libro y en forma de exposición.
Y en el programa Multiverso de videoarte y creación digital que impulsa el museo, el cineasta Pedro G. Romero, el flamante nuevo premio estatal de Artes Plástica, estrenará en Bilbo su video instalación ‘Las flamencas / Los flamencos’ (2021).
La obra invitada será ‘La Anunciación’, de Pedro Berruguete, y se presentarán nuevos fondos recibidos por el museo, con aportaciones tan interesantes como las pinturas de Eduardo Zamacois (1841-1871) donadas por la familia –Zugaza ha enseñado, de hecho, una pintura que era propiedad de Charles Dickens–; fondos fotográficos como los de la familia Guiard –Alphonse Guiard fue un pionero en Euskal Herria–, Felipe Manterola (Zeanuri, 18885-1977) o la empresa Patricio Echevarria.
Y especialmente interesante es la labor de recuperación del fondo artístico y documental de María Francisco Dapena (Palencia, 1924-Bilbo, 1995), que descubre su figura y el composito social de su sobra artística de esta mujer casi desconocida.

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