«A los militantes de No TAV en Italia nos tratan como a los mafiosos»
La construcción del Tren de Alta Velocidad no es un tema caliente solo aquí, desde hace años también en Italia supone asunto de discusión y objeto de luchas sociales. Activistas han pasado por Euskal Herria para explicar la fuerte represión a que se enfrentan.

Activistas del movimiento No TAV en Italia han pasado el último fin de semana de enero por Euskal Herria, dentro de la gira internacional que han emprendido para difundir su causa. La represión está siendo muy fuerte contra quienes intentan bloquear los trabajos de la línea entre Turín y Lyon, con detenciones y peticiones de cárcel justificadas inicialmente en leyes de carácter «antiterrorista». A corto plazo hay 88 años de cárcel en juicio para 24 activistas.
El Valle de Susa, entre Turín y la frontera con el Estado francés, se ha convertido en el núcleo de las protestas. Los trabajos pretenden reventar la zona para conectar la capital del Piemonte con Lyon. Pueblos como Chiomonte se han ganado (sin querer, por supuesto) portadas por las manifestaciones de sus vecinos contra el TAV, que consideran en general como dañino para el entorno e inútil desde el prisma de las mejoras reales. Se trata de manifestaciones que han terminado reprimidas duramente por parte de las autoridades y que han llevado a juicios y algunas sentencias ya duras para los activistas.
El covid ralentizó ligeramente las obras pero ya antes de acabar 2020 la Unión Europea impuso el reinicio de los trabajos, y con eso se han reemprendido también las protestas. Unas manifestaciones impulsadas por algunos lugares históricos de la ciudad de Turín, como el Centro Sociale Askatasuna (una especie de gaztetxe con nombre inequívocamente euskaldun, elegido desde la consideración de Euskal Herria como «vanguardia de lucha») o el Spazio Popolare Neruda, un palacio entero deshabitado ocupado por varias familias.
Aprovechando esta gira por Euskal Herria, y aunque han optado por no posar ante la cámara por motivos de seguridad y otras cuestiones, NAIZ ha podido conversar con Anna y Niccoló, dos de los militantes de No TAV que explican cómo está el desarrollo del macroproyecto y también de la represión que ha desencadenado.
Están en Bilbo, ¿cuál es la motivación de esta visita?
Hemos venido para reforzar los contactos sobre todo con los amigos de Askapena, que también vinieron a Val di Susa hace varios años. Al mismo tiempo estamos tratando de organizar un mínimo de campaña de prensa para tratar de generar cierta atención internacional sobre la macroinvestigación que están «cocinando» en nuestra contra.
¿Qué ocurre con la Justicia italiana, cómo aborda esta cuestión?
En general hay un intento por parte de la Fiscalía italiana de individualizar las responsabilidades penales que han identificado en los documentos, tratando de invalidar por completo la cuestión de que esta es una manera de hacer política colectiva. Por eso no estamos comunicando nuestros datos personales, porque esto sería ayudar a confirmar el objetivo de la Fiscalía. Intenta reducir todo a la criminalización uno por uno cuando, por contra, nosotros hacemos todo colectivamente.
¿Cuáles han sido las acciones judiciales concretamente?
En 2022, después de años en los que la Fiscalía de Turín y la «policía política» Digos estuvieron intentando reprimir iniciativas de Askatasuna, se puso de nuevo en marcha una operación que había iniciado ya en 2009, y desembocó en una serie de incautaciones o intentos de incautación de materiales (entre ellos en el centro Askatasuna y en el Neruda): equipos de sonido, estructuras de bares, neveras... También hubo una campaña de detenciones a 15 camaradas y que incluyó un total de 60 sospechosos, argumentando como motivación legal el artículo 270 bis del Codigo Penal: «Asociación subversiva con finalidad de terrorismo». Un artículo nacido durante el fascismo y que sigue todavía en vigor.

Pero luego todo cambió, ¿no es así?
En el primer juicio la acusación de «terrorismo» no fue aceptada por parte del juez, y entonces el fiscal cambió la calificación de delito, imputando a 16 compañeros No TAV, Askatasuna y Neruda por «asociación delictiva». Este es un delito «inventado», creado desde la nada entre las décadas de los 80 y 90 para luchar contra la mafia y el crimen organizado.
Ahora habrá juicio por esta acusación, con solicitudes de condena en primer grado de 88 años de prisión totales para 24 compañeros. Además de las solicitudes de condena, el Gobierno italiano, a través del Ministerio de Infraestructuras y el Telt (la empresa que se ocupa directamente de construir el TAV), interpuso una demanda civil y solicitó una indemnización económica de más de 7 millones de euros. La primera sentencia es probable que llegue en dos o tres meses.
Así que han pasado de ser «terroristas» a «mafiosos», simplemente con un cambio de acusación...
Exactamente. Y es una operación que está costando al Estado italiano, según fuentes y cálculos que hemos hecho, unos 240 millones de euros. Claro, si colocas micrófonos y otros elementos de microespionaje en coches, en casas de acusados, de familiares y de amigos, el coste sube mucho. Están utilizando un arsenal policial que sirve normalmente para luchar contra la mafia o los terroristas.
Sobre todo Turín está en el punto de mira...
Hay una campaña de la prensa muy dura a favor de las sanciones contra el movimiento No TAV y en general contra Askatasuna y Neruda, que a veces son justificadas con excusas como «falta de seguridad en las actividades», justo para que la sociedad burguesa piense que hacemos algo turbio. La nueva fiscal general de Turín, Lucia Musti, en su discurso inaugural dedicó todas sus palabras o casi todas a nosotros, definiendo a la ciudad como «la capital de los centros sociales y de los anarco-insurrecionalistas», y olvidándose de paso de todos los verdaderos problemas de Turín, empezando por las especulaciones inmobiliarias.

El Gobierno central no es que sea muy distinto...
Giorgia Meloni es expresamente enemiga de cualquier forma de movimiento social, lo llama «crimen» siempre y en todos los casos. Hay que reparar también en que el ministro de Transportes, directamente conectado con los trabajos del TAV, es Matteo Salvini, que siempre ha ido en contra de nuestros movimientos de lucha. A pesar de ser, como dice siempre él, alguien que iba siempre al centro social Leoncavallo de Milán. Pero desafortunadamente todos los gobiernos, de cualquier color, han mantenido siempre esta actitud represiva.
¿Creen que esta tendencia represiva se está extendiendo poco a poco en todo el mundo?
Es evidente que a nivel europeo e internacional hay una tendencia general a enmarcar un enemigo. Es la actitud propia de los estados en situación de guerra capitalista: la construcción política e ideológica del enemigo interno, y para eso recurren a aquellos que podrían construir una alternativa al supuesto Estado del Bienestar, que en realidad destruye los equilibrios sociales para invertir en la esfera militar. Todo obedece a una rearticulación de la sociedad en clave belicista.


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