
Separados por cuarenta kilómetros y con una cordillera de por medio, pero unidos a través de una calzada romana, los yacimientos de Auritz y Donazaharre han sacado a la luz el oro de los Pirineos a través de los trabajos arqueológicos que se vienen realizando en esos lugares y que son coordinados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Ese oro ha emergido de la tierra en forma de anillos de época romana, según se ha detallado en la presentación este lunes de los resultados obtenidos hasta ahora por el proyecto Pirineaus, impulsado por la Eurorregión que en estos momentos preside el Gobierno de Nafarroa.
El primero de ellos fue localizado en el yacimiento de Zaldua, en Auritz, en 2018, y en la piedra de ónix que tiene engastada aparece tallada la figura de la diosa Fortuna, portando el timón para guiar a la gente y el cuerno de la abundancia.
Seis años más tarde y al otro lado de los Pirineos, el yacimiento de Donazaharre fue escenario de un descubrimiento muy similar. Así lo han explicado Oihane Mendizabal, directora de ambos yacimientos, y Fanny Larre, también arqueóloga y especialista en Instrumentun.
La pieza fue localizada en junio del año pasado, mientras se excavaba en un edificio especialmente notable del enclave. Los trabajos se centraron en una habitación y entre el pavimento, los voluntarios Suberri y Mikel vieron «un objeto que brillaba». Empleando herramientas más finas, terminaron sacando de la tierra un anillo de oro muy similar al encontrado en Zaldua, aunque con varias diferencias.
Según ha explicado Mendizabal, la piedra que está engastada en este segundo anillo es de ágata y la figura dibujada es un soldado que está de pie, que sujeta un escudo que apoya en el suelo y que al mismo tiempo porta una lanza.
Larre ha destacado que los dos anillos son de «muy buena factura», que se habrían realizado a finales del siglo I después de Cristo o comienzos del II, y que el del soldado tiene un motivo que aparece en otras piezas similares localizadas en la Galia romana.
Sin embargo, poniendo el foco en Euskal Herria, la directora de los yacimientos ha recordado que, en total, se han encontrado cinco anillos de este tipo, de los que dos corresponden a estos trabajos y que el de Donzaharre es el primero localizado en Ipar Euskal Herria.
Que sean muy parecidos y que correspondan a la misma época, ha sido también puesto de relieve por Mendizabal, quien ha indicado que son una muestra de cómo la calzada romana vertebraba el territorio y que por ella, llegaban «objetos, culturas e ideas» y que los Pirineos estaban «muy conectados con el comercio del imperio romano».
Apoyo de los ayuntamientos y voluntarios
La arqueóloga ha recordado que estos dos anillos son el resultado más destacado de unos trabajos que comenzaron hace más de una década en torno a la calzada romana que cruzaba los Pirineos y que han tejido una red de colaboración entre la Sociedad de Ciencias Aranzadi y ayuntamientos de localidades de la zona como Luzaide, Auritz, Erroibar, Agoitz y Longida, que «nos han apoyado con los recursos que tenían disponibles».
Estos trabajos, que se estaban llevando a cabo también gracias al apoyo de los voluntarios, recibieron un importante impulso a través del proyecto de la Eurorregión, que ha sumado a esa red al yacimiento de Donazaharre, donde ya se venía trabajando desde 1965.
Esa circunstancia ha permitido que, bajo la dirección de Aranzadi, se aplique en ambos casos «la misma metodología, lo que facilita entender el territorio de forma global y recalcar las similitudes en los hallazgos a ambos lados de la muga».
Incluso ha facilitado «profundizar en la socialización de los resultados obtenidos mediante folletos, paneles y cursos de verano», entre otras actividades.
Una cooperación por encima de mugas que se va a ver potenciada con un nuevo proyecto, según han anunciado Mendizabal y Larre. Se denomina Atea, se centra en investigar la arqueología desde Ostibar hasta Auritz-Erroibar y ha sido impulsado por el Ministerio francés de Cultura.
Una vez más, se trata de potenciar estas sinergias a ambos lados de los Pirineos y que vienen a evidenciar que «la cooperación tiene que estar en nuestro ADN», según ha recalcado la vicepresidenta del Gobierno de Nafarroa y presidenta de la Eurorregión, Ana Ollo.
Ollo ha animado a «superar mugas mentales y físicas» y a mantener abierto «el recorrido de ideas y proyectos, de la cultura» que existía ya hace 2.000 años. «Siempre ha habido vida por encima de las mugas. La historia demuestra que hubo una relación intensa de los navarros a un lado y otro de la muga, y hay que fomentarla», ha concluido.
Investigadoras «kilómetro cero»
Por su parte, el secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Juantxo Agirre Mauleon, ha puesto el acento en que los trabajos que se están desarrollando en Auritz y Donazaharre los llevan a cabo «investigadoras kilómetro cero, vinculadas a la zona», y la importancia del trabajo en red.
Un aspecto también puesto en valor por Unai Irigaray, alcalde de Auritz, quien ha recordado que a ambos lados del Pirineo «existen una cultura y una lengua común», se hacen frente «a retos comunes, como la despoblación», y que proyectos como este «ayudan a tejer relaciones».
Desde Donazaharre, su alcalde, Pierre Eyherabide ha explicado que «estos proyectos ayudan a entender mejor la historia de un pueblo, además de involucrar a la gente en algo más grande y con una naturaleza transfronteriza».

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