Maider Iantzi
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

Los bosques y la sequía: ¿qué señala la brújula?

El curso de verano de EHU ‘Los árboles y el agua’ dio algunas bases para comprender mejor la evolución y la gestión de los bosques ante la escasez de agua. Un consejo es aumentar la variedad genética aumentando el número de especies y cambiar la diversidad genética dentro de las especies.

Jesús Julio Camarero Martínez, Sylvain Delzon, Laura Arnal Roig y Leire Salaberria Isasi, en el curso de verano de EHU ‘Los árboles y el agua’.
Jesús Julio Camarero Martínez, Sylvain Delzon, Laura Arnal Roig y Leire Salaberria Isasi, en el curso de verano de EHU ‘Los árboles y el agua’. (Maialen ANDRES | FOKU)

Bajo la dirección de Aitor Onaindia Bereziartua, de Basoa Fundazioa, y Leire Salaberria Isasi, directora gerente de la Unión de Selvicultores del Sur de Europa (USSE), en el curso de verano de EHU ‘Los árboles y el agua’ analizaron la semana pasada la relación entre ambos elementos. La mayoría de los efectos que el cambio climático está teniendo en los bosques está directamente relacionada con los desequilibrios hidrológicos. En consecuencia, para llegar a conocer el estado de los sistemas naturales y su funcionamiento, es necesario analizar el comportamiento y la relación de los ecosistemas con el agua.

En la cornisa cantábrica los veranos y los inviernos son más cálidos, mientras que la humedad se mantiene. En Euskal Herria se está abandonando el pino radiata por razones de sanidad y se está apostando por secuoyas, cerezos o cipreses. El roble puede ser una especie de futuro. Pero, ¿cuál más? ¿Cuáles serían los próximos pasos para enfrentarnos al futuro? ¿Se puede predecir algo?

Sylvain Delzon es investigador en ecología evolutiva de las plantas en el Instituto francés de Investigación sobre Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (INRAE) y la Universidad de Burdeos. Su recomendación es, en primer lugar, aumentar la variedad genética aumentando el número de especies. En segundo lugar, cambiar la diversidad genética dentro de las especies. Es decir, cambiar las fuentes de las semillas y adoptar diferentes procedencias, porque con una variación genética también podemos cambiar la capacidad de adaptación de nuestros bosques para que respondan a los desafíos del cambio climático.

A medida que pasamos a un clima más seco, no aconsejaría árboles que tengan una enorme cantidad de follaje como el eucalipto o la secuoya, porque consumen muchísima agua.

La importancia del suelo

Organizadores del curso recordaron cómo cuando vinieron expertos en 2018 con el gran ataque que hubo aquí del hongo ‘banda marrón’, les dieron dos soluciones: tratar con productos químicos como lo hacen en Nueva Zelanda, y rezar para que haya días de viento sur.

«La sequía de 2022 fue muy grande, porque los árboles no están acostumbrados a estar tres meses sin agua. Pegó a las especies autóctonas y mezcladas. La encina, la faginea, el pino silvestre. Pinos centenarios se secaron en un año. Al lado había pinos radiata, exóticos, y ahí estaban, verdes, ¡no se secaron! ¿Por qué? El suelo no era el mismo, los radiata estaban en los mejores terrenos, abajo había agua», explicaron.

¿Autóctonas o foráneas?

«¿La elección de especies autóctonas o foráneas sigue siendo un debate para la investigación o debemos seguir adelante y pensar simplemente cuál es la mejor especie?», quiso saber Salaberria.

«Si seleccionas la mejor especie en un lugar concreto tienes más posibilidades de que esa especie exótica se convierta invasiva. Para ser invasiva tienes que desarrollarte muy bien como planta. Dicho esto, nosotros estamos probando especies exóticas. No estamos probando aquellas especies que ya sabemos que pueden ser invasivas. Una especie invasora es una especie exótica que compite con las especies locales. Creo que no tenemos que centrarnos únicamente en especies autóctonas, podemos intentarlo con otras que sean más tolerantes con las temperaturas altas y las sequías y llevarlas más al norte», respondió Delzon.

 

Arnal: «Si tienes una zona con un alto problema de erosión, la especie autóctona funciona y hay una especie exótica que cumple con los objetivos, ¿por qué no probar?» 

 

Laura Arnal Roig es ingeniera forestal por la Universitat Politècnica de València. Agregó que la migración asistida depende del contexto. «Si tienes una zona con un alto problema de erosión y se está desertificando, la especie autóctona no está funcionando y hay una especie exótica que puede funcionar, que cumple con los objetivos y las necesidades de la sociedad sobre ese monte, ¿por qué no probar?».

Jesús Julio Camarero Martínez, profesor de investigación del Instituto Pirenaico de Ecología, intentaría agotar los recursos locales. «Pensando en las grandes repoblaciones que se han hecho en Nueva Zelanda o en Sudamérica, la lucha que tienen con el bosque nativo, trataría de priorizar las especies locales».

Cryptomeria japonica

Una de las especies exóticas que se está introduciendo en Euskal Herria, especialmente en Gipuzkoa, es cryptomeria japonica. Onaindia indicó que, al igual que la secuoya, responde a las previsiones para la cornisa cantábrica. «Es como ir a una piscina: un montón de calor, un montón de humedad, hongos en los pies. Tenemos muchos tipos de hongos que están afectando a muchas especies arbóreas que hasta ahora estábamos utilizando aquí. Estas dos especies tienen un montón de taninos y recursos biológicos para hacer frente a este tipo de enfermedades».

Dijo que el problema que tienen es que no responden bien a los mercados actuales de la madera. «Tendríamos que buscarles una salida al mercado, porque la tienen», defendió.

Camarero también aludió al contexto productivo de los bosques. «Especies que toleran muy bien las sequías son los juniperus, la acebuche, phillyrea... Producen biodiversidad, pero ¿qué madera producen? Depende de lo que la sociedad quiera extraer de ese ecosistema».

Para 100 o 200 años

Delzon explicó que existe una enorme variabilidad entre especies. Algunas pueden tolerar mejor los eventos de sequía que otras, pero dentro de las especies no han encontrado diferencias entre poblaciones. «Por ejemplo, no podemos tomar una población del sur y llevarla al norte para adaptarlo al cambio climático. En el sur de Francia lo que estamos haciendo ahora es sustituir algunas especies de roble por otras», contó.

Es difícil recomendar una nueva especie porque es para 100 o 200 años. Por eso tienen unos jardines comunes a largo plazo para ver qué especie se adapta mejor al clima local. Para el pino marítimo, por ejemplo, han identificado dos variaciones más resistentes a la sequía que otras. Una de Barcelona y otra de Portugal. «Estas se han plantado ahora en Francia. Confirmaremos en el campo lo que hemos visto en el laboratorio antes de recomendarlas a otros silvicultores», dijo.

Frondosas y coníferas

Fue una mesa redonda amena que se desarrolló respondiendo a las dudas y preocupaciones del público, como esta: «Parecía que las coníferas estaban mejor adaptadas a la sequía que las frondosas, pero la vulnerabilidad y la mortandad está siendo más grave en ellas que en las frondosas».

Camarero afirmó que hay casos de decaimiento en todas las especies en todos los biomas, tanto frondosas como coníferas. «Hay gente que dice que los arbustos tolerarán mejor la sequía. Pero si la sequía es suficientemente severa y larga, también puede matar a los arbustos. Podría ser que hubiera más casos con coníferas, sí. Mi sensación es que muchos pinos silvestres son muy vulnerables a la sequía», expresó.

Arnal apuntó que depende de las condiciones del sitio donde esté cada pinar. «El pino carrasco se encuentra en muchas zonas de roquedo, muy expuesto a sequías. Es un pino muy resiliente, pero están habiendo procesos de mortalidad muy severos».

La plasticidad está cambiando

Pasar de un árbol individual a un paisaje completo tiene su enjundia. Para el rasgo que trabaja Delzon, la resistencia a la embolia, es relativamente fácil. Hay tres modelos que les permiten predecir el riesgo de mortalidad para todas las especies para las que tienen datos, que ahora mismo son unas cien.

«En esos modelos se dan por supuestas muchas cosas. Por ejemplo, que no hay variación genética ni plasticidad. La variación genética no es muy importante porque es muy pequeña o nula, pero la plasticidad sabemos que está cambiando y un árbol puede hacerse más tolerante a lo largo de su vida. Esto significa que cuando medimos una población podemos infravalorar la capacidad de esa especie para adaptarse al cambio climático».

Los datos de campo

Hay muchas expectativas con la teledetección. Las redes de monitorización internacional también dan mucha información porque abarcan todo el planeta. Pero hay limitaciones. «A medida que aumentamos la escala perdemos la resolución, y es muy importante tener datos de campo para validar lo que estamos viendo con los drones o satélites», señaló Camarero.

 

Delzon: «En algunos casos había robles en el medio y esto causaba que los incendios fueran más intensos. De momento no hemos visto una relación sólida entre la diversidad y la resistencia»

 

Delzon y su equipo trabajan actualmente con la teledetección para obtener los datos de agua en el suelo. «Debemos alinear la máxima resolución que podamos obtener con la teledetección con los datos locales para estimar el potencial hídrico mínimo que experimenta el árbol. Esto nos permite ir tres décadas atrás y ver el máximo estrés que ha experimentado una planta. A partir de ahí podemos aplicar modelos para ver si esa población puede sobrevivir en el futuro. El problema principal es la resolución. Ahora mismo es de nueve kilómetros. Es muy buena, pero no tan buena para predecir lo que va a ocurrir a nivel local».

Arnal expuso que a nivel de teledetección se puede predecir mucho la respuesta de la copa, pero si no hay muchos datos locales esa respuesta de la copa se puede dar por el pasto o por otros matorrales. «Predecir la humedad del suelo a una escala muy local es muy difícil con un arbolado denso. Al final muchos de los estreses vienen por la humedad del suelo».

Diversidad y resiliencia

Delzon afirmó que la biodiversidad es muy importante de cara a la resiliencia. Cuando hablamos de patógenos, insectos, plagas... es muy importante aumentar la biodiversidad para aumentar la resistencia y la resiliencia. Pero con la sequía y los incendios pasan cosas diferentes. «Si aumentas la biodiversidad puedes aumentar el contenido de agua en el suelo, pero en otros casos es lo contrario, porque si hay dos especies que compiten por el mismo volumen de suelo no van a utilizar todo el agua del suelo. Si aumentamos la diversidad podrán utilizar más agua. Pero cuando hacemos monitorización, al menos por el momento, no encontramos ningún patrón que muestre que la diversidad pueda incrementar la resistencia a la sequía».

 

Camarero: «Deberíamos esperar el reemplazo del pino por el roble. Es una sucesión natural. Pero no sé si las sequías no están acelerando esta sustitución» 

 

En 2022 hubo incendios muy graves en los pinares del sur del Estado francés y la gente se preguntaba si esto se debía a que se trataba de un monocultivo de pino y que entonces a lo mejor había que poner robles para bloquear los incendios. «En algunos casos había robles en el medio y esto causaba que los incendios fueran todavía más intensos. La respuesta no es fácil. Hasta el momento no hemos visto ninguna relación sólida entre diversidad de especies y la resistencia a los incendios y a las sequías».

Camarero indicó que los robles son más capaces de obtener agua de fuentes más profundas y sobrevivir a las sequías. El pinaster y el quercus ilex lo muestran así. «Deberíamos esperar el reemplazo del pino por el roble. Es una sucesión natural. Pero no sé si las sequías están acelerando esta sustitución natural matando pinos en algunos lugares y reemplazándose por robles a una velocidad más rápida de la esperada», reflexionó.