Tras ganar el Oso de Oro en Berlín por ‘En cuerpo y alma’, la cineasta húngara Ildikó Enyedi vuelve a escribir un ensayo cinematográfico con pretexto y forma de ficción sobre biología en un sentido holístico, humano y post-humano. ‘Silent Friend’ es una antología de tres cuentos amables sobre la armonía, una tríada de coming of ages ecologistas alrededor del árbol ginkgo que preside el jardín de una universidad alemana. Por un lado, la incomunicación que separa un neurocientífico (Tony Leung), confinado por pandemia, del conserje con el que convive. Por otro, el enamoramiento aniñado de un estudiante en los setenta (Enzo Hermann Brumm) hacia la propietaria de un geranio. Por último, la emancipación de la primera mujer estudiante de la facultad en 1908 a través de la fotografía botánica.

Leung recita sin pudor el tema que los une, la necesidad de trascender el limitante lenguaje humano para relacionarnos con la naturaleza, de forma que se expliquen en términos humanos y divulgativos las alucinadas visiones de trascendencia plántica con las que Enyedi repleta su película (flashes generados por ordenador, música de yoga barato). Sin embargo, lo que nos salva de atorarse como ‘La historia de mi mujer’, protagonizada por Léa Seydoux (con un pequeño papel en ‘Silent Friend’), el mayor acierto de la cineasta, pasa por microdosificar sus tres argumentos esqueléticos y combinarlos en un montaje lo bastante ágil para sostener moralejas buenistas y trippies desaforados durante dos horas y media.

Catorce años de espera, Cai Shangjun

En 2011, Cai Shangjun se hacía con el León de Plata a Mejor Dirección por ‘People Mountain People Sea’, que tamizaba los lugares comunes del thriller policial bajo una cotidianidad inquietante. Tras un silencio de catorce años, de vuelta a la Competición con ‘The Sun Rises On Us All’, el cineasta chino recupera una filosofía parecida sobre los giros del melodrama asiático ‘de autor’: mujer protagonista, un pasado que no perdona, la miseria económica y social.

Escrito por la debutante Han Nianjin, el film remite desde su título al clásico de King Vidor ‘Y el mundo marcha’, aunque en argumento y tono se asemeja mucho más a su allegada ‘Bound In Heaven’ (Zinemaldia 2024), también sobre el regreso de un amante incómodo y dependiente. En la de Cai, eso sí, Meiyun (Xin Zhilei, ‘Blossoms Shanghai’) vive aplastada por una culpabilidad a la que da salida su propio viacrucis y, quizás por ello, el agridulce se hace más soportable. Lo que de veras resulta intolerable es la total falta de conciencia sobre algunos episodios especialmente crueles hacia ella: un monólogo sobre la bajeza moral bajo capas de pintalabios, una violación dramática medio complaciente, la sensación de que todo el film va para lucimiento dramático de su actriz protagonista, aunque esté completamente subyugada a la voluntad de ellos… Eso es volver a lo de siempre.

Breve y dos veces buena

Resistamos la tentación de comparar la riqueza de ideas de la hora y cinco minutos del film de Tsai Ming-Liang, ‘Back Home’ (Fuera de Concurso), con los excesos de sus vecinas. Después de ‘Rizi (Days)’ (una panorámica sobre las trastiendas de Taipei) y ‘Your Face’ (un fresco de rostros humanos), el taiwanés registra y pega un encadenado documental sobre las vistas que encuentra con un amigo de camino a su pueblo natal, escribe la sinopsis de una obra totalmente anarrativa.

Primero, abre un interrogante (¿moral, social?) sobre la imagen de un perro cruelmente atrapado dentro de un tiovivo en la noche de Taipei, para luego fugarse al campo, en una colección de vistas hermanada con James Benning. Más brioso que de costumbre, Tsai acumula vistas a casas: grandes, pequeñas, ricas, viejas, de cerca o de lejos. No censura la vida en el plano, siempre abierto a la vida que pueda entrar, como vacas, gallinas, algún humano. En bote pequeño, se fragua un pacto potentísimo: sin el hecho cinematográfico de encuadrar y montar, nada de lo que viéramos resultaría especial. Al mismo tiempo, sin las vacas, las piedras y los humanos, tampoco la imagen tendría sentido.