
Al menos 314 civiles murieron por bombas de racimo en 2024, un 43% más que en 2023, y este armamento, cuyo uso está prohibido por la Convención de Oslo de 2008, sigue usándose ampliamente en conflictos por todo el mundo, alerta el informa anual de la alianza de ONG Cluster Monitor Coalition.
En el caso de Ucrania, en tres años de guerra, ataques con este tipo de proyectiles que se disgregan en el aire formando municiones más pequeñas han sido usados tanto por fuerzas rusas como ucranianas, causando al menos 1.200 víctimas, detalla el informe anual, el decimosexto que elabora el centro de monitoreo.
La investigación también denuncia el uso de este armamento el pasado año en Myanmar y en Siria, al menos hasta la caída del presidente Bashar al-Assad, mientras que en 2025 Tailandia lo ha usado en su breve conflicto fronterizo con Camboya en julio, e Israel denunció haber sido víctima de ataques iraníes con este tipo de proyectiles en junio. Otras informaciones apuntan a que el Estado sionista ha empleado bombas de racimo en sus ataques a Yemen.
De las víctimas reportadas en 2024, 257 murieron por ataques con bombas de racimo, mientras que 57 perdieron la vida tras la explosión de restos de este armamento, un problema que afecta de forma desproporcionada a niños y niñas, dado que representaron un 42% de las víctimas por este motivo el pasado año.
Salida de Lituania
El informe recoge con preocupación el hecho de que por primera vez en los 17 años de la historia de la convención uno de los estados que formaba parte de la misma se ha retirado, como hizo Lituania en marzo, lo que, según la coalición, podría tener un efecto erosivo en el camino hacia el desarme global.
«Abandonar una convención que prohíbe el uso de armas indiscriminadas socava gravemente esta, con consecuencias catastróficas para el estado del derecho internacional que protege a los civiles», destacó en un comunicado la directora de CMC, Tamar Gabelnick.
En contraste con la retirada lituana, desde mediados desde 2023 se han unido a la convención tres países (Nigeria, Sudán del Sur y Vanuatu), lo que eleva a 112 los estados que forman parte de la misma, y bajo el paraguas del tratado se ha logrado que ninguno de ellos haya usado bombas de racimo desde 2008.
No firmantes
Pese a todo, siguen sin adherirse a la convención potencias militares como Rusia, China, India o EEUU. Este último país, según el informe, ha realizado al menos siete transferencias de bombas de racimo a Ucrania (otro país no firmante), y en algunos casos transitaron por Alemania, un estado que sí forma parte de la convención.
En el seno de la UE, tampoco forman parte de la convención los países bálticos, Finlandia, Polonia, Rumanía o Grecia, y en Latinoamérica siguen sin adherirse Brasil, Argentina y Venezuela.
Según el informe, 17 países siguen produciendo municiones de racimo o se reservan el derecho a hacerlo, incluyendo Rusia, EEUU, India, Pakistán, China, Brasil, Irán, Israel, Polonia, Rumanía, Turquía o las dos Coreas, con pruebas de que bombas de racimo norcoreanas se utilizaron en Ucrania este año.
La CMC calcula que 29 países están contaminados por restos de este armamento, incluyendo estados que forman parte de la convención como Afganistán, Alemania, Chile o Somalia.

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