Los cambios que Netanyahu impuso a última hora al plan y que blindan la ocupación en Gaza
El plan que Trump presentó como «histórico» no fue el que elaboró su propia Administración con países árabes mediadores. Según revelan varias fuentes, Netanyahu introdujo a última hora cambios decisivos que ralentizan la retirada israelí y aseguran el mantenimiento de la ocupación del enclave.

Se van conociendo los entresijos del pomposo anuncio de Donald Trump en la Casa Blanca, donde presentó lo que describió como un plan «histórico» para poner fin al genocidio en Gaza. El documento, compuesto por veinte puntos, está, sin embargo, lejos de ser una hoja de ruta creíble hacia la paz. Carente de garantías y lleno de trampas para el pueblo palestino, fue presentado como fruto de un consenso entre Washington, Israel y varios países árabes. No obstante, la fotografía de Trump flanqueado por Benjamin Netanyahu esconde otra historia, la de un texto editado a última hora a exigencia del primer ministro israelí y sin la aprobación de países árabes que habían aprobado el original.
Las imágenes difundidas en X, antes Twitter, por Martin Konečný, director de EuMEP, muestran con claridad las correcciones manuscritas: tachaduras, añadidos y frases sustituidas en los párrafos clave sobre la retirada militar israelí. Cambios que ‘Times of Israel’ ha calificado como «ediciones clave» destinadas a «ralentizar y limitar la retirada de Israel de Gaza», y que, según Axios, enfurecieron a los países árabes implicados en la negociación.
Full track change comparison of Trump's Gaza proposal as shared with diplomats last week vs. final version made public yesterday.
— Martin Konečný (@MartinKonecny) September 30, 2025
I.e. How it was further bent to Netanyahu's needs. pic.twitter.com/tG0DazLga9
De acuerdo con esta última publicación, las modificaciones se negociaron entre bastidores en un encuentro paralelo a la Asamblea General de la ONU. Durante seis horas, Netanyahu se reunió con el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y con Jared Kushner, yerno del presidente estadounidense, para ajustar un plan que los mediadores árabes ya daban por cerrado. El resultado fue un texto que ahora sitúa a Hamas en una encrucijada: aceptarlo con todas sus condiciones o cargar con la acusación de ser responsable de la continuación de la masacre. El grupo islamista ha prometido este miércoles que dará una respuesta lo antes posible.
En el encuentro, Netanyahu logró introducir varias modificaciones decisivas, sobre todo en lo relativo a las condiciones y al calendario de la retirada israelí de Gaza. En la práctica, una retirada inmediata se convirtió en un repliegue vago, supeditado a hitos y criterios de seguridad definidos por Israel y EEUU. Según Axios, Arabia Saudí, Egipto y Jordania expresaron su frustración al ver cómo el texto final difería del borrador trabajado en las negociaciones. Catar incluso pidió a la Casa Blanca que no lo publicara en esas condiciones el lunes, pero Trump lo presentó igualmente. Este martes, el primer ministro qatarí, Mohamed bin Abdulrahmán al Thani, manifestó que algunos de los puntos necesitan «aclaración» y «negociación».
Horas antes de su encuentro con Trump, Netanyahu había telefoneado al emir catarí, Tamim bin Hamad Al Thani, para disculparse por el reciente bombardeo israelí sobre Doha, condición indispensable para que Catar reanudara su mediación. La noticia de aquella disculpa copó titulares en Israel y todo el mundo árabe. Sin embargo, el primer ministro volvió a Tel Aviv exhibiendo como un triunfo el plan de Trump. En un vídeo difundido en hebreo tras salir de la Casa Blanca, presumió: «Todo el mundo, incluido el árabe y musulmán, está ahora presionando a Hamas para que acepte los términos que hemos creado junto con Trump».
Y no era para menos. La tinta del plan aún no se había secado y Netanyahu ya dejaba claro cuáles eran sus líneas rojas: la Autoridad Palestina no volverá nunca a Gaza, jamás habrá un Estado palestino, las FDI no se retirarán del enclave y el ataque a Catar, en sus palabras, un acto necesario.
Las correcciones de Bibi
Las fotografías del plan difundidas revelan hasta qué punto Netanyahu logró alterar el corazón del texto. En ellas se ven frases enteras tachadas y sustituidas por nuevas redacciones que cambian el sentido del documento.
El borrador inicial obligaba a las FDI a replegarse a las «líneas de combate» vigentes cuando se presentó la propuesta del enviado Steve Witkoff. Esa frase desapareció en la versión final, sustituida por «línea acordada», con el añadido de que el repliegue se realizará en función de «normas, hitos y plazos vinculados a la desmilitarización» acordados entre Israel, EEUU, los garantes y la futura Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) compuesta por países árabes y musulmanes.
Este cambio se tradujo en el mapa que la Casa Blanca hizo público junto al plan: tres fases de retirada que permiten a Israel mantener tropas en gran parte de Gaza tras la primera fase y en más de un tercio del territorio incluso después de la segunda. La retirada final incluye la creación de un «perímetro de seguridad» a lo largo de todo el enclave, otra exigencia israelí pensada para evitar un nuevo ataque como el del 7 de octubre, que se traduce en el mantenimiento de tropas en el enclave de forma indefinida.
En este aspecto, el borrador establecía que la ISF sería la responsable del control fronterizo de Gaza. En la versión corregida se matiza: ya no será la única responsable del límite fronterizo, sino que Israel mantiene un papel directo en la gestión. En la práctica, se asegura que la frontera no estará nunca fuera del control israelí.

Otra modificación sustancial tiene que ver con el desarme de Hamas. El punto 6 del borrador concedía amnistía a los miembros del movimiento que aceptaran la coexistencia pacífica. Netanyahu logró que el texto se endureciera. Ahora, la amnistía solo será posible si esos militantes también desmantelan sus armas.
El punto 13 también se amplió. Donde antes solo se hablaba de «destruir cualquier infraestructura militar ofensiva», la nueva versión añade que «toda la infraestructura terrorista y militar, incluidos túneles y fábricas de armas», será destruida y no podrá reconstruirse, bajo supervisión internacional.
El borrador original era claro: «Las FDI entregarán progresivamente el territorio que ocupan en Gaza». Pero la versión final incluye dos líneas que lo cambian todo: la retirada se hará «basándose en normas, hitos y plazos vinculados a la desmilitarización» y, además, Israel podrá mantener una presencia de perímetro de seguridad hasta que considere que Gaza está libre de cualquier amenaza.
Otro de los aspectos más significativos del plan es la exclusión total de la Autoridad Palestina del futuro de Gaza. Ni el borrador inicial ni la versión final la contemplan como actor principal en la transición. En su lugar, el texto propone la creación de una «autoridad de transición» formada por tecnócratas, que coordinará con la Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) y actuará bajo la tutela de EEUU y de los países garantes.
El plan no se limita a borrar a la Autoridad Palestina, sino que dibuja una tutela internacional encabezada por Trump y gestionada en parte por figuras como Tony Blair, que asume un papel central en la reconstrucción. La elección no es casual ni inocente. Blair es recordado sobre todo por su papel decisivo en la guerra de Irak, cuando se convirtió en socio incondicional de George W. Bush y en uno de los grandes arquitectos políticos de una invasión que dejó cientos de miles de muertos y un país devastado. Su implicación en aquel desastre lo persigue hasta hoy, y su nombramiento en Gaza ha sido recibido con escepticismo y críticas.
Lejos de abrir un horizonte de soberanía palestina, el plan de Trump y Netanyahu parece diseñar lo contrario. Ambos dibujaron un protectorado donde Gaza se convierte en territorio, separado de Cisjordania, dominación tutelada que Netanyahu vende en Tel Aviv como victoria, y Trump en Washington como «histórica paz».

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