Con sus tres caras mirando a la avenida de Ategorrieta y las calles Marino Tabuyo y José María Soroa, el antiguo convento de María Inmaculada no se encuentra en el sitio más ‘chic’ del barrio donostiarra de Gros, pero el gran tamaño del solar lo convierte en un caramelo más que apetecible.
El edificio, proyectado en 1929 por el arquitecto Ramón Cortázar –hijo de Antonio Cortázar, ‘padre’ de la Donostia moderna como encargado del derribo de las murallas y del posterior ensanche hacia lo que hoy se conoce como el Centro– fue construido en piedra arenisca y es de estilo neogótico, con un claustro central en torno al cual se ubicaban la residencia de las monjas, un colegio de Formación Profesional y la iglesia de San Pío X, que servía como parroquia para el barrio. En 1958, el arquitecto Luis Astiazarán realizó una ampliación, al prolongar la fachada principal y completar el conjunto en su parte posterior.
Durante décadas, el complejo albergó a la comunidad de Religiosas de María Inmaculada, dedicada a la formación profesional de jóvenes trabajadoras para el servicio doméstico, además de ofertar enseñanza básica en el centro educativo María Inmaculada Ikastetxea. Las monjas abandonaron el edificio en 2013 –pero mantuvieron la propiedad–, la parroquia de San Pío X cerró en 2020, y la actividad docente cesó definitivamente en 2021, alegando el «descenso progresivo del número de alumnos en un centro ya de por sí pequeño», lo que hacía inviable su continuidad. El centro contaba en ese momento con doce educadoras y 175 alumnos y alumnas.
Fachadas protegidas
El inmueble quedó vacío, pero ya se había decidido su nueva función, iba a ser reconvertido en un hotel. Otro. Un caso similar al del centro de los Claretianos, Mariaren Bihotza, también en Gros pero con una ubicación aún mejor, frente a la playa de Zurriola. Tanto las fachadas del convento como las de la iglesia de San Pío X estaban protegidas en el Plan Especial de Patrimonio construido (Peppuc), pero eso nunca ha supuesto un obstáculo insalvable para los proyectos hosteleros de la capital guipuzcoana.
Sin embargo, el Ayuntamiento paralizó la conversión, ya que «la premisa con la que se estaba trabajando» era que el centro de FP se mantuviera en otro edificio que se iba a levantar, no que se cerrara definitivamente. Como se dice coloquialmente, las religiosas ‘se pasaron de frenada’ e incumplieron las condiciones pactadas.
Desde entonces han pasado más de cuatro años y ha llovido mucho en Donostia. Los hoteles siguieron brotando como champiñones, hasta que en 2023 se decretó una moratoria para la concesión de nuevas licencias, que afectaba, entre otros barrios, al de Gros.

Sin embargo, los promotores del hotel vuelven a la carga. Según ha podido saber NAIZ, sobre la mesa del Departamento de Urbanismo que dirige Nekane Arzallus no hay uno sino dos proyectos, y el dossier está en el orden del día del Consejo Asesor de Patrimonio Local, órgano consultivo creado en 2022.
Uno de 118 habitaciones y otro de 78
Este consejo tiene entre sus funciones «emitir informes y asesorar al Ayuntamiento en cuestiones de patrimonio urbanístico construido de carácter local». Fuentes conocedoras del tema han explicado a este medio que uno de los proyectos fue presentado en febrero de 2025 por la promotora Kategora y consta de 118 habitaciones, mientras que el otro está impulsado por una firma llamada Bi Berri y contempla 78 habitaciones.
Estas fuentes detallan que «el proyecto de mayor envergadura prevé tres plantas subterráneas de aparcamiento con 228 plazas, más de seis alturas sobre rasante y la demolición parcial del edificio protegido, incluyendo su claustro central. De los 250 metros lineales de fachada catalogada, solo se conservarían unos 60». Además, se plantea una gran superficie comercial en la planta baja y un amplio restaurante en dos niveles.
El convento de María Inmaculada cuenta con protección de grado D, lo que impediría legalmente su transformación en hotel. Sin embargo, las promotoras «intentan acogerse a las excepciones urbanísticas previstas para villas o conventos históricos, en una interpretación claramente forzada de la norma». Hecha la ley…
El edificio permanece cerrado, con las ventanas tapiadas, y se lo está comiendo la maleza, en una estrategia de abandono que recuerda a la empleada por la empresa Sade para forzar la autorización para construir un hotel en el antiguo cine Bellas Artes.

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