Socialista, migrante, musulmán... ¿y próximo alcalde de Nueva York?

Sobre el escenario, un hombre clama: «Creemos que los autobuses deben ser rápidos...». Y la multitud corea: «¡Y gratuitos!». Micrófono en mano y sin dejar de sonreír, sigue: «Creemos que la vivienda es demasiado cara. Vamos a construir cientos de miles de viviendas asequibles, a enfrentarnos a los malos propietarios y a congelar...» «¡Los alquileres!», contesta el público. El estribillo tiene un último verso: «Creemos que las guarderías no deberían costar tanto como un año de matrícula en el City College. Por eso vamos a ofrecer...» «¡Atención infantil universal!», estalla el auditorio.
Estamos en el United Palace de Nueva York y el que habla es Zohran Mamdani, migrante, musulmán, socialista y, si las encuestas no fallan, próximo alcalde de la ciudad.
¿En qué momento uno de los emblemas del capitalismo global va a elegir a un socialista como alcalde? ¿Cómo va a llegar un musulmán a pilotar la ciudad del 11S? ¿Cómo un activo militante de la causa palestina va a comandar la ciudad con más judíos del mundo solo por detrás de Tel Aviv?
Zohran Kwame Mamdani
Nació hace 34 años en Uganda, en el seno de una familia india. O lo que es lo mismo, ha sido indio en Uganda, musulmán en India y ambas cosas en Nueva York, donde vive desde los siete años. Lidiar con ello no siempre fue fácil, confiesa. Su padre se lo explicó una vez así: «Ser minoría es también ver la verdad del lugar en medio de la promesa».
Una minoría intelectualmente privilegiada, eso sí. Su padre, Mahmood Mamdani, es toda una referencia en estudios postcoloniales en la Universidad de Columbia. Su madre, Mira Nair, es directora de cine con una veintena de películas en la mochila.
La militancia de Mamdani empezó con la causa palestina, el puente que ha unido durante décadas a militantes de izquierda y comunidades musulmanas. Su gran escuela política fue el Muslim Democratic Club of New York, donde aprendió a militar y a hacer campañas -de forma notable, como veremos-. De ahí enganchó con la espectacular intentona presidencial de Bernie Sanders en 2016.
Habla del senador de Vermont como de un padre: «Empecé a llamarme a mí mismo socialista después de la candidatura de Bernie en 2016. Me dio un lenguaje que yo no conocía para describir cosas que yo sentía como diferentes partes de mis creencias, cuando, de hecho, todas ellas estaban entrelazadas».
En 2019 dio el salto a la política institucional, obteniendo un escaño en la Asamblea Estatal de Nueva York, desde donde, a finales de 2024, se lanzó a la carrera de la alcaldía que culminará mañana.
¿Contra quién?
En una ciudad como Nueva York, ganar las primarias demócratas significa media elección. Por supuesto, el gran antagonista es Donald Trump, pero la batalla por la ciudad se ha dado en el seno de las primarias demócratas. El actual alcalde, Eric Adams, envuelto en varios escándalos de corrupción y con la ciudad sumida en una decadencia que ya nadie niega, decidió no intentar obtener la nominación demócrata, lo que acabó dejando la liza en cuestión de dos: Mamdani y el representante del establishment de la ciudad, Andrew Cuomo.
Es difícil pensar en un candidato peor. Cuomo tuvo que dimitir como gobernador del Estado en medio de acusaciones de acoso sexual por parte de once mujeres. La memoria de su mandato también queda lastrada por una lamentable gestión de la pandemia.
Aunque recabó importantes apoyos y mucho dinero, ni el “New York Times” se animó a respaldarle abiertamente. En un editorial a las puertas de las primarias, en junio, aseguró no apoyar a ningún candidato, aunque en la práctica animaba a votar por cualquiera que no fuera Mamdani.
¿Cómo lo ha hecho?
Dando la vuelta al marco de la campaña como a una tortilla. Se suponía que se iba a hablar de seguridad, pero Mamdani se ha mantenido fiel a sus prioridades, que se ha visto que son las de la mayoría de habitantes de la ciudad. «Muchos newyorkinos se están encontrando con que no les alcanza para vivir en el lugar que ellos llaman hogar», le dijo a ‘‘Jacobin’’ hace un año, nada más lanzar su candidatura.
Ha logrado fijar el eje del debate en la reclamación de una vida asequible (affordability) y no en la mano dura contra los delincuentes. Vivienda, transporte gratuito y atención infantil, junto a la promesa de impuestos a los más ricos, han sido los grandes hits que le han permitido conectar con ese sentir mayoritario y subir a la cresta de la ola.
Pero claro, para mantenerse ahí arriba hay que saber surfear. Ayuda un encanto que hasta sus adversarios le conceden. No puede caminar cien metros sin que lo paren a sacarse cinco selfis y no pierde la sonrisa ni cuando le gritan «comunista de mierda». El “Vanity Fair” le ha atribuido «un carisma como el de Kennedy». Es rápido, ocurrente y muy intuitivo. Ha sido rapero. «Es uno de los pocos políticos que recuerdo que se sentó a una entrevista de media hora sin una persona de prensa al lado y sin grabar la conversación», explica el periodista del Magazine del “New York Times”, que de presentarlo como un demonio en junio ha pasado a ofrecerle un amable e interminable perfil.
Mamdani sabe que en corto gana, por lo que no ha dejado una puerta sin llamar, ni un pódcast sin visitar.
A la hiperactividad del candidato se suma el trabajo de los miles de voluntarios que han pisado cada esquina de la ciudad. Fueron 50.000 antes de las primarias y han llegado a cerca de 80.000 en esta recta final. Casi nada.
La base de los socialistas democráticos ha sido fundamental, pero hay más. Otra de las claves del éxito está siendo la atracción de nuevos votantes y nuevos voluntarios. Hace cuatro años, solo el 2% de los registrados en las primarias demócratas eran nuevos inscritos. En junio de este año fue el 7%. Son musulmanes, migrantes, sobre todo del sudeste asiático. Capas de la población tradicionalmente expulsadas del proceso político.
Pero no es una campaña centrada en la identidad étnica del candidato, ni mucho menos. Los temas que toca son transversales, y muchos de ellos transcienden a la ciudad. Palestina, por ejemplo. Mamdani fue detenido en una protesta propalestina poco después del 7 de octubre de 2023 y ha dicho que, si es alcalde, ordenará la detención de Netanyahu si visita la ciudad. Sus oponentes creyeron que esta postura diáfana podría minar sus opciones, pero ha resultado que la gente está más cerca de lo que piensa Mamdani que del lobby sionista.
En una ciudad en la que el 40% tiene origen extranjero y donde hasta 400.000 personas pueden estar en riesgo de deportación inminente, su defensa del derecho a vivir y soñar en Nueva York ha encontrado también mucho mayor eco que el discurso del miedo al migrante. Mamdani ha centrado con acierto su campaña en las cosas del comer, pero ni ha renunciado ni ha descuidado la guerra desatada por Trump contra prácticamente toda minoría.
«Trump y sus agentes del ICE -la policía migratoria- están secuestrando a nuestros vecinos inmigrantes en nuestra ciudad a plena luz del día, ante nuestros propios ojos. Van también contra nuestros vecinos trans y queer por el simple hecho de atreverse a ser ellos mismos», dijo en el United Palace.
Es ahora
El momento es grave. Mamdani, Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y todos los que han apoyado una campaña histórica son conscientes. El «socialismo o barbarie» empieza a ser algo más que un lema. «Cuando miramos atrás, a momentos de la historia que se asemejan a los actuales, nos preguntamos qué habríamos hecho. No hace falta que nos lo preguntemos. Ese momento es ahora», clamó Mamdani en el United Palace.
Sanders, en una entrevista con el candidato recogida por “The Nation”, no le quita hierro al momento ni a la responsabilidad de Mamdani. «Lo que va a caer sobre tus espaldas, si ganas, es la enorme responsabilidad de demostrar al mundo y a la gente alrededor de este país, que nuestro sistema de valores puede gobernar bien y eficientemente». Porque la victoria de Mamdani puede ser el arranque de la disputa de las primarias demócratas, esta vez, quizá, con Ocasio-Cortez de candidata.
Hay quien en la izquierda duda del candidato actual, que tras las primarias ha suavizado algunos de sus puntos. Se ha reunido con todos los que se opusieron a su candidatura, incluido el Partnership for New York City, un consorcio de 350 representantes de bancos, bufetes y corporaciones. Se ha reunido con sindicatos policiales, ante los que se ha disculpado por haber pedido la abolición de la Policía. Y les ha dicho que se les carga demasiada responsabilidad, que todos vivirían «más seguros» dejando algunas cuestiones en manos de civiles expertos. Y a algunos militantes de la causa palestina les ha escocido que, ahora, haya defendido el derecho de Israel a existir si respeta la legalidad internacional.
Pero Mamdani ya ha explicado, para quien quiera entender, que «tener razón, por sí mismo, no sirve de nada. Tenemos que ganar y tenemos que cumplir». La coherencia es importante, la efectividad también: «No les tenemos miedo a nuestras propias ideas. A lo largo de un tiempo ya excesivo hemos intentado no perder. Ahora es el momento de ganar».

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