El cine vasco lleva años siendo protagonista en las principales ceremonias de premiación de la cinematografía estatal. Tanto es así que ya se ha normalizado que haya una o dos producciones vascas entre las finalistas a los Goya, a los Feroz o, como ocurrió anoche, a los Premios Forqué, concedidos por Egeda (la patronal de productores) y que, como cada año, marcan el pistoletazo de salida para la temporada de galardones.
«Pero eso ya no es noticia, ¿no?», confesaba Alauda Ruiz de Azúa en la alfombra roja previa a la ceremonia cuando la preguntaron sobre la pujanza del cine vasco. Su segundo largometraje, ‘Los domingos’ cumplió los pronósticos y se coronó como mejor película del año frente a ‘Sirat’, ‘Sorda’ y ‘Maspalomas’, haciendo buena la Concha de Oro que obtuvo este año en el Zinemaldia. «Aquello fue el inicio de un camino que nos está dando muchas alegrías. Los premios no hacen mejores a las películas, pero son muy importantes porque te posicionan y te dan visibilidad», confesó la directora barakaldarra en declaraciones para NAIZ.
Triunfadora el año pasado en los Forqué en el apartado de televisión con su serie ‘Querer’ y vivo en el recuerdo el éxito que acompañó a su ópera prima ‘Cinco lobitos’, Ruiz de Azúa, confesó que todos los reconocimientos que ha venido recibiendo con apenas tres obras en su haber la mantienen abrumada, pero, al mismo tiempo, le hacen sentirse muy querida dentro de la profesión. Toda una inyección de confianza para alguien como ella que, según sus propias palabras, «empezó tarde en la profesión y de manera un tanto atípica». No obstante, según reconoció anoche, «el mayor premio que me llevo con una película como ‘Los domingos’ es el impacto que ha tenido entre el público, la capacidad para generar diálogo. Los que nos dedicamos a hacer películas siempre buscamos interpelar al espectador, estimular sus inquietudes y en este sentido no puedo estar más feliz».
Un sentimiento parecido al que transmitió la alavesa Patricia López Arnaiz, a quien el Forqué que obtuvo anoche por su interpretación en ‘Los domingos’ la coloca como favorita para ganar su segundo Goya tras el que recibió hace cinco años con ‘Ane’: «Los actores trabajamos desde la empatía y percibir que generas ese mismo sentimiento en el espectador es una experiencia tan bonita... Para mi el papel de Maite ha supuesto un viaje emocional duro, una experiencia donde he puesto en juego elementos muy personales, pero al final ese tipo de trabajos son los más gratificantes».
En este sentido, la actriz quiso recalcar que su presencia reiterada en este tipo de ceremonias, hasta haberse convertido en una nominada recurrente, obedece a «haber tenido la suerte de que me confíen grandes papeles como los de ‘Ane’, ‘20.000 especies de abejas’, ‘Los destellos’ o ahora el de ‘Los domingos’. Lo importante no es tanto que te premien, sino el hecho de haber podido acceder a estos personajes». Pese a su veteranía en este tipo de ceremonias, la intérprete gasteiztarra reconoce que aún hay cosas a las que no termina de acostumbrarse, como la sobreexposición pública.
Caso parecido al de José Ramón Soroiz que atendió a NAIZ tras haber ganado su Forqué como mejor actor protagonista, aún temblando por la emoción: «Es que no termino de creérmelo. Verme aquí, rodeado de todos estos actores tan famosos... Yo, un simple tipo de Legorreta». Antes de entrar en la ceremonia, el actor ya confesaba estar un poco sobrepasado: «Siempre he sido un tipo discreto, nunca me ha gustado la cosa esa de la promoción ni dar entrevistas y ahora, de repente, con 74 años, me viene todo esto... No sé si voy a ser capaz de digerirlo».
Horas después, con el premio en la mano y haciéndole notar que igual el Forqué es el primero de muchos (tras la Concha de Plata que también obtuvo en Zinemaldia), Soroiz, entre resignado y sarcástico, confesaba: «Pues ¡qué le voy a hacer! Si a partir de ahora vienen más premios tendré que acudir a recibirlos». El actor reconoce que el primer susto ya se lo dio José Mari Goenaga cuando le llamó para ofrecerle el personaje y decirle que era un papel protagonista. El segundo susto lo tuvo cuando hubo de hacer frente a las escenas de sexo explícito que abren la película: «Al principio estuve a punto de decir ‘esto, yo no lo hago’ pero luego me sentí tan acompañado por parte de los directores y tan cuidado por ellos que todo resultó sencillo. Yo creo que es importante que se hagan películas que visibilicen a las personas mayores y también su sexualidad».
Junto a él, los directores del film, José Mari Goenaga y Aitor Arregi se mostraron muy satisfechos con la recepción «que está teniendo una película que, sobre el papel, era una película difícil». Una satisfacción pareja a la que sienten «pudiendo acompañar a José Ramón Soroiz en este viaje de reconocimiento que está viviendo fuera de Euskal Herria».
Al margen del incontestable triunfo vivido por los profesionales del cine vasco, la 31ª edición de los Forqué (en una gala ágil que quiso poner en valor la confluencia entre tradición y modernidad) dejó otros ganadores como ‘Anatomía de un instante’ (premiada como mejor serie del año) o Javier Cámara, que obtuvo el premio a mejor actor en una serie por el traje a medida que le hizo Diego San José en Yakarta. Un premio que el intérprete riojano quiso dedicar «a todos los perdedores».

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