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El debate certifica el desastre de UPN y la incertidumbre postelectoral

El diagnóstico mayoritario está ya sobre la mesa: la gestión de UPN al frente del Gobierno de Nafarroa ha generado graves déficits sociales, económicos y democráticos para los ciudadanos del herrialde. Lo que no queda claro es cómo se articulará el cambio. En el debate a ocho celebrado en Navarra Televisión solo Adolfo Araiz, candidato de EH Bildu, abogó por un Ejecutivo plural con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra. El resto no quiso posicionarse, mientras el PSN intentó presentarse como alternativa de la administración que sostuvo esta legislatura.

El debate de hoy se ha celebrado en el propio Parlamento (Roberto CÁMARA | Navarra TV)

El debate a ocho entre los candidatos a la presidencia del Gobierno de Nafarroa sirvió para certificar que existe consenso en el rechazo al desastre de gestión de UPN pero ambigüedad calculdada de cara a los pactos postelectorales. Javier Esparza (UPN), Adolfo Araiz (EH Bildu), Uxue Barkos (Geroa Bai), María Chivite (PSN), Laura Pérez (Podemos), José Miguel Nuin (Izquierda-Ezkerra), Ana Beltrán (PP) y Diego Paños (Ciudadanos) protagonizaron un debate más centrado en el balance que en el futuro concreto y que se desarrolló en ocasiones en medio de un descontrol que impedía que se escuchase ninguna de las propuestas. Solo Adolfo Araiz, cabeza de lista de EH Bildu, dejó clara su apuesta para el escenario que suceda a las urnas: un Ejecutivo plural junto a Geroa Bai, Podemos e IU. Uxue Barkos, que compite por presentarse como líder del cambio, no quiso mojarse y también dejó escapar un par de guiños hacia María Chivite, candidata del PSN. Como ocurre habitualmente, lo que no se dijo tuvo más relevancia que las proclamas, muy centradas en el eslogan y con pocas concrecciones.

En la discusión quedó claro que a UPN, al menos retóricamente, no le defiende nadie. Por eso, su candidato, Javier Esparza, salió agresivo, repartiendo acusaciones. El tono se asemejó al empleado hace una semana en el cara a cara con Adolfo Araiz pero dividiendo sus dardos entre el cabeza de lista de EH Bildu y Uxue Barkos. Presentó una visión idílica de Nafarroa y se aferró a sus dos propuestas económicas base: reducción de impuestos y bajar el paro hasta el 10%, sin dar detalles sobre cómo lo haría. En el bloque de transparencia incidió en la importancia del control de la Cámara de Comptos («también hay que hacer caso a lo que Comptos dice», le recordó Laura Pérez), obviando por completo todas las ocasiones en las que la institución navarra advirtió al Gobierno foral sobre el despilfarro. Sacó pecho de la actual gestión, aunque él se sentía más cómodo con otro debate: insistir en el eslogan unionista y dejar clara su frase de campaña: «Navarra es Navarra».

Entre Adolfo Araiz, Uxue Barkos, Laura Pérez y José Miguel Nuin se encargaron de recordar todos y cada uno de los fracasos de la gestión de los últimos años en cuestiones como la economía, la corrupción, la educación y la sanidad. Desde el TAV hasta las listas de espera, pasando por el desvío de recursos a la sanidad privada, las obras faraónicas como el Navarra Arena o el peaje en la sombra, que ha costado más a los bolsillos de los navarros que si la licitación se hubiese realizado a través de la fórmul habitual. En medio de la catarata de despropósitos Chivite intentó escenificar un desacuerdo difícil de casar con el apoyo inicial al Gobierno de Yolanda Barcina, mientras que PP y Ciudadanos hicieron de comparsas. Beltrán, tratando de reivindicar la gestión de Mariano Rajoy en Madrid, mientras que Paños, colando en cuento tenía ocasión su discurso recentralizador.

Como remedio a los desmanes, el candidato de EH Bildu planteó tanto la creación de una oficina antifraude como la implantación de la moción de censura popular como mecanismo de control para el Ejecutivo. Barkos, por su parte, incidió en el papel de Comptos, abogando por el control previo. Podemos e IU, por su parte, coincidieron en su propuesta de banca pública, una idea secundada por EH Bildu pero descartada abiertamente por Chivite (prefirió denominarle «instrumento público de financiación») y ambiguamente por Barkos, que no entró en terminología.

Al margen del «Navarra es Navarra» en el que coincidieron UPN, PP y PSN, y con el diagnóstico del fracaso del régimen sobre la mesa, faltaba concretar cuál es el modelo para el futuro. Y eso faltó, salvo la mención anterior de Araiz. Podemos delimitó el ámbito de sus futuros pactos al «programa», sin entrar en las menciones a condenas realizadas por la mañana por su líder en Madrid, Pablo Iglesias. Barkos, por su parte, reivindicó el «cambio sereno, integrador y capaz que vaya en defensa del interés general», sin entrar en siglas. Nuin destacó que el cambio no puede ser «un intercambio de caras o siglas», sino «de políticas y prioridades». Chivite, que intentó colarse en el bloque del rechazo a UPN, se aferró al discurso «ni-ni», con su «ni derecha ni independentismo vasco». A falta de concrecciones, Adolfo Araiz rechazó los «presidencialismos y personalismos» y reclamó el voto para EH Bildu por ser «garantía del cambio más profundo».

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