INFO

Tranquilidad, talento y mucha responsabilidad

El resultado de las plebliscitarias obliga a las fuerzas independentistas a lograr un acuerdo que deberá regirse por esos valores que han logrado traer el proceso hasta este punto

Iñaki Soto.

Tranquil·litat i bons aliments». Con este dicho intentaba Artur Mas el domingo por la noche calmar la excitación de las personas que se concentraban en el Born de Barcelona para celebrar la victoria en las plebiscitarias.

Los líderes de Junts pel Sí adelantaron un poco su aparición en el escenario, probablemente con el objetivo de marcar el discurso, de establecer el tono y la dirección del debate. Salieron cuando ya estaba claro que el resultado en escaños iba a ser muy favorable a los partidarios del «Sí», también que con esas cifras de participación y el recuento que había en aquel momento el discurso del miedo no había calado, por lo que el dato de votos independentistas en total iba a ser espectacular (finalmente han sido 1,9 millones).

Pero desconocian aún cómo quedaría el reparto definitivo de escaños entre la coalición de Convergencia y ERC junto a las entidades sociales, por un lado, y la CUP, por el otro. Es decir, aún no sabían si necesitarían algún apoyo por parte de la CUP para la investidura o si les sería suficiente con su abstención (para eso requerían 63 escaños).

Finalmente han sido 62 para JxSí frente a los 10 de la CUP, que en campaña ha afirmado tajantemente que no apoyaría a Mas como president. Ayer Antonio Baños sostenía esa postura, marcando el punto de partida de lo que será una complicada negociación que, por otra parte, visto desde fuera, no puede acabar sino en acuerdo.

Sería incomprensible que un mandato popular tan potente quedase inhibido por la incapacidad de buscar una solución que debe afianzar la hoja de ruta de los independentistas, descifrando correctamente las diferentes lecciones que contiene el resultado del domingo y reforzando el liderazgo compartido que, con sus más y sus menos, han logrado las fuerzas independentistas.

No es el primer momento crítico que vive un proceso que en muchos sentidos es ejemplar. Es de suponer que todos habrán aprendido de sus errores.

En el punto de partida de esta negociación los argumentos de unos y otros están claros. Para el de llegada se requerirá de algo más que la tranquilidad que pedía Mas. Requerirá de talento e imaginación, de empatía y de mucha responsabilidad.

Pretender dar consejos en este terreno sería pretencioso e imbécil. Nada más lejos de mi intención. Demasiados vascos y catalanes han jugado durante demasiado tiempo a terapeuta político con los otros. El balance es terrorífico –o ridículo, según se prefiera–.

Sin embargo, como testigo estos días de lo sucedido en Catalunya, como observador del proceso y como solidario con la lucha por la libertad de este pueblo, no me resisto a dejar un mensaje antes de partir para Euskal Herria. Una de las cosas más impactantes de este proceso político es, para mí, la manera en que han elevado el nivel del debate público, ese liderazgo múltiple, el modo en que el independentismo ha vertebrado un proyecto común y ha gestionado las discrepancias. Concéntrense en ello, porque como bien señalan todos estos días, ahora empieza lo más difícil.