Sentencian que un pelotazo policial hirió a Aingeru Zudaire, aunque absuelven al agente
La Audiencia de Iruñea ha sentenciado sin género de dudas que un pelotazo de goma disparado por la Policía española hirió gravemente al vecino de Atarrabia Aingeru Zudaire, que ha perdido la visión de un ojo por ello. El policía juzgado por ello es absuelto, no obstante, aplicando el «in dubio pro reo».
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La acusación particular ha recibido sin sorpresa la absolución del policía español juzgado en enero-febrero de este año por la agresión que ha provocado pérdida de visión del ojo derecho a Aingeru Zudaire. La falta de condena por el hecho queda en el lado negativo de la balanza, pero en el positivo se pone que el tribunal haya confirmado en sentencia que fue herido por un pelotazo. Y es que desde que ocurrieron los hechos (2012) ha sido necesario reabrir el caso tres veces y pelear contra un muro de silencio policial y amparo oficial para llegar a este punto.
De hecho, la Fiscalía no acusó al agente juzgado por los hechos, para que el que la acusación particular reclamó cinco años de cárcel por lesiones de carácter grave. Dijo no ver elementos constitutivos de delito. Durante el proceso se ha intentado sembrar dudas además de si no pudo ser herido por una piedra o incluso un codazo.
La sentencia, a la que ha tenido acceso NAIZ, establece como hechos probados que «don Ángel Zudaire Borge recibió el impacto de una pelota de goma en su ojo derecho» y que a consecuencia de ello «sufrió un traumatismo ocular con fractura orbitaria, edema corneal, hemovítreo, efusión uveal, iridodialisis y desprendimiento de retina postraumático, por el que precisó tratamiento médico, con la consiguiente pérdida total de la visión del ojo derecho».
Se declara probado igualmente que las lesiones precisaron 215 días de «curación, asistencia e incapacidad para sus tareas habituales», que a las secuelas en la vista (incluida fotofobia) se les suma un «trastorno de estrés postraumático» y que necesitará todavía más intervenciones quirúrgicas además de las tres ya padecidas.
Responsabilidad del Estado, impunidad personal
Todo ello da pie a la acusación para afrontar con garantías la vía de reclamaciones al Estado. Otra cosa es la acción penal, que queda bloqueada con el argumento habitual de que no ha sido posible identificar al autor del disparo.
Se da la circunstancia de que en un momento de la fase de instrucción el policía juzgado se reconoció como posible autor del disparo. No obstante, llegada la vista oral se escudó en que no lo recordaba exactamente y que en el lugar en que se produjeron los hechos únicamente habría disparado salvas de fogueo, pero no pelotas de goma, lo que va en coherencia con otros testimonios policiales exculpatorios.
Sentada la duda al respecto, que no ha podido ser despejada totalmente ni siquiera por el vídeo grabado por el portal digital Ateak Ireki, el tribunal ha decidido aplicar el principio «in dubio pro reo» y absolver al policía: «No hay prueba de cargo bastante que permita afirmar, como sostiene la acusación particular, que fuera él».
Los responsables policiales afirmaron que en el lugar se utilizaron cuatro o cinco escopetas, lo que ha ayudado a diluir las responsabilidades.
«Si llega a ser frontal, estaría muerto»
La carga se produjo en setiembre de 2012, en el marco de una de las huelgas generales sindicales contra las políticas de recortes que sucedieron al estallido de la crisis. La Policía española disparó pelotas de goma en Iruñea, junto al Paseo de Sarasate, tres el acto principal de la jornada, a mediodía.
El testimonio de Zudaire en el juicio fue elocuente sobre la agresión, a la par que sincero al reconocer que no podía identificar al policía autor del disparo. «Fue una secuencia rápida. Había habido incidentes, era una situación tensa, pero no violenta, en ese momento los agentes retrocedían y la gente les gritaba, pero yo no ví que ahí se les lanzara nada (...) Y cuando me giro para irme de allí es cuando recibo el pelotazo. No puedo reconocer al policía, ni veo que me apunte a la cara. Si el impacto llega a ser frontal, llevaría parche de por vida o estaría muerto».
«Mi ojo cambia la trayectoria del disparo –añadió el herido–. A partir de ahí no veo nada. Solo recuerdo el ojo hinchado y un dolor enorme».