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ERC y JxCat cierran en falso el futuro de Torra para evitar la ruptura

El soberanismo mostró ayer sus diferencias en una jornada parlamentaria que llevó a flor de piel el debate sobre la estrategia para hacer frente al embate judicial del Estado. Torrent decidió aplicar el dictamen de la JEC ratificado por el TS, tras lo cual JxCat anunció que, si Torra no votaba, tampoco lo haría el grupo. El pleno fue finalmente suspendido.


Quim Torra seguirá siendo diputado y presidente de la Generalitat de Catalunya. Al menos hasta la semana que viene, cuando el Parlament reanudará el pleno convocado ayer y debatirá de nuevo si lo mantiene en el hemiciclo después de que la Junta Electoral Central (JEC) haya decidido que tiene que dejar sus cargos.

Esta fue la salida que acordó la Junta de Portavoces después de una sesión maratoniana que escenificó la profunda disonancia que ERC y JxCat vienen protagonizando desde hace meses. Es un proceso que se ha agravado con el último ciclo electoral y con la postura que ambos partidos han mantenido respecto a la investidura de Pedro Sánchez; ayer se visualizó con escenas que auguran el fin del gobierno de coalición.

La suspensión del pleno de ayer, pues, solo se puede interpretar como una maniobra para calmar los ánimos, porque más allá de esto, unos y otros explicaban entre pasillos que la ruptura es irreversible y el avance electoral casi cantado.

Choque sin frenos

En el pleno del Parlament había dos opciones incompatibles: obedecer el dictamen de la JEC de retirar al president Torra su acta de diputado –decisión ratificada por el Tribunal Supremo– o bien desobedecer, con las consecuencias que se pudieran derivar de esa decisión.

Para ello, el soberanismo se había conjurado el fin de semana para logar una posición de consenso. Las reuniones se sucedieron hasta la misma noche del domingo, pero no sirvieron para lograr un texto que no pusiera en riesgo la institución del Parlament y, al mismo tiempo, blindase a Quim Torra en su condición de diputado electo.

Tampoco sirvió de nada el mensaje de Twitter con el cual el cantautor y exparlamentario Lluís Llach apeló a que el soberanismo dejara sus diferencias y, en aras de mantener la dignidad de las instituciones, resistiera y diera un golpe de efecto al Estado: «Mañana, en el Parlament, se debate nuestra soberanía. Fui diputado dos años y sé la emoción y el riesgo de las decisiones que se toman», para concluir diciendo: «A menudo, la sabiduría se expresa por el coraje. ¡Libres!».

A primera hora de la mañana, y cuando aún faltaba un buen trecho para el inicio del pleno, las posturas ya desembocaron en un enfrentamiento sin cuartel. Sobre todo después de que Xavier Muro, secretario general del Parlament y hombre de confianza del presidente de la Cámara, el republicano Roger Torrent, enviara una carta a los miembros de la Mesa en que anunciaba su decisión de inhabilitar a Quim Torra como diputado a raíz de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) sobre el caso de la pancarta y el posterior dictamen de la JEC. En la carta, Muro también emplazaba a la Mesa a correr la lista electoral de Junts per Catalunya para encontrar a su sustituto.

Esta decisión, que cuatro de los siete miembros de la Mesa avalaron (Torrent, con el apoyo de PP y Ciudadanos) desató un encontronazo que no paró de aumentar hasta llegar al pleno convocado para las tres de la tarde. Mientras JxCat afeaba a Torrent su deslealtad con el hemiciclo, que el pasado 4 de enero ratificó a Torra como diputado y president de la Generalitat, ERC se apresuraba a subrayar que desobedecer a la Junta Electoral Central no ayudaría a desbloquear la situación e impediría aprobar el presupuesto de la Generalitat, que hace tres años que se viene prorrogando. Así lo afirmó Sergi Sabrià, según el cual «si ahora mantenemos el pulso, el Estado aprovechará para dividirnos y no podremos atender las necesidades que reclama la población». Después Albert Batet, portavoz de JxCat, aseguraba todo lo contrario: que había que «plantar cara» a la represión judicial y defender con uñas y dientes la democracia y la inviolabilidad de la máxima institución catalana, representada en la figura de Torra.

Desobediencia “interruptus”

Con este ambiente enrarecido llegó el pleno, en el cual JxCat planteó que el hemiciclo se pronunciara sobre la permanencia de Torra como diputado, retomando así la votación del día 4 y el acuerdo que salió de la mesa que los partidos independentistas celebraron una semana después, el día 10. Un intento que envenenó el debate.

Después de que Quim Torra reclamara el amparo del Parlament y recordara que su acta de diputado emana de la voluntad popular surgida en las urnas, intervino Catalunya en Comú, que a través de su portavoz, Jéssica Albiach, conminó a Torra a «no caer en la trampa de la derecha y defender las instituciones públicas, los servicios públicos y la reforma fiscal progresiva a la cual ustedes se han visto forzados a dar su apoyo».

En cambio, la CUP se decantó por reivindicar la desobediencia y apeló a no sucumbir ante la Justicia española: «Hemos ido reculando a la represión hasta el extremo de que un órgano administrativo trata de impedir que el presidente de la Generalitat pueda ejercer de diputado», enfatizó el diputado y portavoz Carles Riera, para quien «sólo revertiremos la situación desobedeciendo cuando haga falta». Según Riera, el debate en torno a la figura de Quim Torra «no se trata de una batalla entre los partidos, sino de activar la movilización y la Asamblea de Cargos Electos para defender los derechos políticos y sociales de nuestro pueblo».

El clima se encendió definitivamente cuando Ciudadanos sacó a relucir su particular oratoria trufada de descalificaciones, hasta el extremo de que sus diputados se levantaron para gritar «¡Delincuente, delincuente!» a Torra. Un hecho que obligó a Roger Torrent a suspender el pleno y convocar la Junta de Portavoces para que la sesión se pudiera retomar en un ambiente más sosegado.

Fallo al pleno

La convocatoria se reanudó sin la presencia de los diputados de Junts per Catalunya, que en disconformidad con la decisión de la Mesa de impedir que Torra ejerciera el voto, decidió ausentarse. Esto sólo hizo que la cámara apareciera medio vacía, con los típicos lazos amarillos reluciendo entre las sillas. Las diferencias en el seno del soberanismo volvieron a relucir en el momento en que llegó el siguiente punto del orden del día: el presupuesto del Parlamento.

Ante la ausencia de los diputados de JxCat, que habían redactado la propuesta, los presupuestos fueron rechazados de lleno, una vez todos los partidos excepto Ciudadanos y PP se opusieron al apartado que prevé un aumento del salario de los diputados. De esta forma se ventiló una cuestión que tendrá un efecto directo sobre los presupuestos de la Generalitat, ya que difícilmente podrán prosperar si no hay un acuerdo sobre las partidas destinadas a la Cámara catalana y a los organismos que dependen de ella, como el Síndic de Greuges o el Tribunal de Cuentas.

Superado este mal trago, el pleno aún tenía por delante un intenso debate sobre la corrupción política en Catalunya, presumiblemente con alusiones a los últimos casos relacionados con el 3% y todas las causas que atañen al periodo de Convergència i Unió y a la etapa Pujol.

Pero aunque había margen para encararlo, la Mesa se avanzó para convocar de nuevo la Junta de Portavoces, en la cual se acordó suspender la jornada. Ni la corrupción alzó la voz, ni los presupuestos de la Cámara prosperaron, ni Quim Torra pudo ver resguardada su acta de diputado, como así habían acordado los partidos soberanistas las últimas semanas.

Así se cerró un dia horribilis para un independentismo secuestrado por la encrucijada a la que la Justicia española le viene sometiendo. La semana que viene puede ser la reválida para reconducir las cosas o, vistas las posiciones de ayer, confirmar que se acercan nuevas elecciones en Catalunya.

 

Incredulidad, o sensación de «dejà vu»

El pleno del Parlament se presumía tenso y no auguraba nada positivo. El clima de divorcio entre ERC y JxCat planea desde hace tiempo y ayer era otra oportunidad para certificarlo del todo o para que ambos partidos lo desmintieran con un cierre de filas o volantazo final. Pero parece que la historia se repite cuanto el Estado aprieta y la justicia pone en jaque la soberanía de la Cámara catalana, momento en que la unidad independentista se desvanece.

Así lo recordaba un diputado: «Puigdemont no pudo ser investido de forma telemática, Jordi Sànchez tampoco pudo ser escogido presidente de Catalunya y Jordi Turull fue encarcelado después de la primera sesión de investidura». Ayer, la víctima fue Quim Torra, que ante la presión de la judicatura española, tuvo que ver sentenciada su acta de diputado.

Mientras, ante la fachada del edificio, dos centenares de personas convocadas por la Assemblea Nacional Catalana exhibían resignados la pancarta “Defensem la soberanía del Parlament!” mientras su presidenta, Elisenda Paluzie, insistía en una idea recurrente que parece confirmarse: «No se puede continuar con decisiones que son fruto de la improvisación y del cortoplacismo y sin que haya una estrategia compartida». Al atardecer se registraron algunas cargas en el centro de Barcelona.A.R.