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Wuhan se despereza y Hubei empieza a volar

Todavía con restricciones, el epicentro del COVID-19 retoma el pulso a la vida en vísperas de que el 8 de abril se dé por terminada la cuarentena. En la provincia de Hubei, los servicios aéreos han reanudado su actividad.

Pese a las restricciones y medidas sanitarias, en Wuhan y la provincia de Hubei se respira el progresivo final de la cuarentena. (Noel CELIS / AFP PHOTO)

Cuando la crisis del COVID-19 parecía afectar solo a China, la ciudad de Wuhan, capitán de la China central y con una población de unos 11 millones, se hizo conocida. Coincidiendo con el año Nuevo Chino, hacia finales de enero, las autoridades centrales decidieron cerrar a cal y canto así Wuhan como la provicia a la que la ciudad pertenece, Hubei. Ahora, más de dos meses después, el que fuera el foco inicial de la pandemia del coronavirus al fin se despereza.

Muchas ciudades de la provincia de Hubei está retomando las rutinas diarias, todavía con restricciones, mientras que en Wuhan esperan la llegada del 8 de abril, día para el que se ha decretado el fin de una cuarentena que parecía por momentos que jamás iba a llegar. Pero sí, por fin va a llegar y China se despereza y remonta el vuelo; con muchas reservas y vigilancias todavía, pero el gigante asiático parece haber pasado lo peor, al menos en términos sanitarios. «¡Vamos, Hubei!», se ha convertido en un nuevo grito de guerra entre sus habitantes, una arenga que halla eco en los discursos oficiales del gigante asiático y tiene en la OMS su principal aval: «El mundo estará en deuda con la gente de Hubei».

Este regreso a la vida cotidiana se ve simbolizado que en Hubei al fin se puede volar otra vez. A excepción hecha a la propia ciudad de Wuhan, todos los vuelos de pasajeros y mercancías desde los aeropuertos de Hubei pueden operar desde ya, según afirma la Administración de Aviación Civil de China. El vuelo FU6779 de la compañía local Fuzhou Arilines, con un pasaje de 64 personas, ha sido el encargado de inaugurar esta reapertura del tráfico aéreo desde el Aeropuerto de las Tres Gargantas de Yichang, en Hubei, hacia Fuzhou, capital de la provincia suroriental de Fujian.

En Wuhan, entre tanto, los trenes se han vuelto a poner en marcha desde el sábado. Todo un logro después de dos meses de un férreo confinamiento, aunque todavía circulan prácticamente vacíos y las medidas de control y de prevención son constantes a bordo de los vagones y en las propias estaciones ferroviarias.

En el mismo trayecto en tren desde Pekín, guardias uniformados verifican la documentación y los justificantes médicos necesarios para emprender el viaje mientras los bedeles se afanan por desinfectar los baños cada vez que alguien termina de usarlos.

A la llegada, en la estación de Wuhan, esperan varios hombres enfundados en trajes blancos de protección para continuar haciendo preguntas: procedencia, residencia, motivos del viaje.

Además, las autoridades locales exigen códigos móviles de reconocimiento rápido (QR) de color verde o un justificante médico de que se ha hecho cuarentena en otra ciudad china. Quien quiera obtener un justificante así en Pekín se adentrará en una maraña burocrática para obtener un documento válido para registrarse en un hotel en Wuhan o usar el metro.

Ante la ausencia de taxis, el suburbano es el medio de transporte, junto con los servicios de autobús, que ya ha comenzado a operar en la ciudad. A ellos se les unirán próximamente los ferris de la ciudad, que en otros tiempos cruzaban el río Yangtsé abarrotados de turistas y ahora están en pleno proceso de limpieza y desinfección a la espera del 8 de abril.

La normalidad, paso a paso

La tan ansiada normalidad llegará por fases y de forma gradual. Por ejemplo, mientras que no dicten que no hay riesgo no reabrirán las escuelas, colegios y guarderías de la ciudad.

Por ello, todavía hay pocas tiendas abiertas y contados viandantes por las calles de Wuhan, pero los residentes pueden ya salir de sus casas si justifican un buen estado de salud –algo que las autoridades verifican cada día–, pero todavía no pueden abandonar libremente la ciudad.

Por su parte, los repartidores en moto, que han mantenido abastecidos a la capital provincial de Hubei, siguen circulando con sus pedidos a cuestas, como de costumbre.

En Wuhan se han producido al menos 2.543 de las 3.300 muertes por COVID-19 certificadas oficialmente en China. Este viernes se produjeron al menos cinco, todas ellas en la ciudad, según los datos difundidos por la Comisión Nacional de Sanidad de China. El organismo también ha indicado que 706 de los 742 pacientes en estado grave en China se encuentran en Wuhan.

No obstante, ante la crónica negra, siempre vuelve a brotar la hierba. Así, entre otros datos alentadores destacan los 45.418 pacientes que habrían superado la enfermedad en Wuhan, según la misma fuente, del total de 75.448 pacientes curados en todo el país.

Cifras como ésta y como la práctica ausencia de nuevos contagios locales en los últimos días han contribuido a que las autoridades hayan apostado por tratar de volver a la normalidad. Contra lo que se llegó a predecir, China no ha caído y ahora, después de casi dejar atrás el COVID-19, se despereza para continuar con la vida rutinaria, sobre todo en la provincia de Hubei, después de superar su particular y centrípeta «larga marcha».