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Fallece a los 93 años la abogada feminista y defensora de los derechos de los pueblos Gisèle Halimi

La abogada franco-tunecina Gisèle Halimi, que defendió a militantes del FLN argelino y que acudió como observadora de la Liga Internacional de Derechos Humanos en el Proceso de Burgos, ha fallecido hoy en París a los 93 años de edad. Halimi tuvo un papel muy activo en la lucha por la igualdad. Defendió a mujeres que recurrieron al aborto y combatió para que la violación fuera inscrita como crimen en el Código Penal francés.

Gisèle Halimi, a la derecha, comparte mesa con Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre en 1971, en un café parisino. (Archives AFP)

Nacida el 27 de julio de 1927 en el barrio de la Goulete de la capital tunecina, en el seno de una familia de origen judío, su nombre de nacimiento era Zeiza Gisèle Elise Taïeb.

A los 16 años inició una de las luchas que marcó su vida, y que relataría en la obra ‘La Causa de las Mujeres’ (1974).

Rechazó un matrimonio acordado por su familia y emigró al Estado francés para cursar estudios de Derecho.

Ya en 1971 Gisèle Halimi destacó como firmante de un manifiesto de 342 mujeres que reconocían haber abortado clandestinamente, para forzar el debate de las despenalización de la interrupción del embarazo.

Ejerció como abogada en la causa judicial más relevante en relación al aborto, el proceso de Bobigny, pero también se implicó en la campaña feminista destinada a que la violación fuera reconocida en el Código Penal como un crimen. Obvia decir que la causa de las mujeres maltratadas nunca le fue indiferente.

En 1949 regresó a Tunez para inscribirse como abogada en su país, entonces todavía una colonia, y desde esa fecha arrancó con otro de los compromisos que marcó su trayectoria.

Se sumó a la lucha por la independencia de su país, aunque también asumió la defensa de varios militantes ligados al proceso de descolonización que mayor huella ha dejado en la historia francesa, el de Argelia.

Unida al combate de Simone de Beauvoir, y al de Jean-Paul Sartre, Gisèle Halimi –tomó ese apellido de su primer marido y pese al posterior divorcio optó por conservarlo– sumó su nombre al Manifiesto de los 121 (1960) que emanó del caso de la joven militante argelina Djamila Boupacha, acusada de poner una bomba, y que tras ser detenida fue torturada y violada por soldados franceses.

Ejerció la defensa de la joven independentista, condenada a muerte en el Estado francés, aunque finalmente no fue ejecutada y fue amnistiada a raíz de los acuerdos de Evian que pusieron fin a la guerra en Argelia.

Desde entonces, Gisèle Halimi fue considerada como la abogada de las causas difíciles, respetada por unos y temida por otros, mantuvo un compromiso incansable en la lucha contra la tortura y por los derechos de los pueblos, que ya le había llevado a apoyar a la defensa de los acusados en el Proceso de Burgos (1970). Acudió en calidad de observadora de la Liga Internacional de Derechos Humanos.

Halimi apoyó en 1981 la candidatura de François Mitterrand y fue parlamentaria antes de ejercer de embajadora de Francia ante la Unesco.

Autora de una decena de libros, el último, que lleva un título que resume a la perfección la vida de una combatiente con toga, ‘Historie d’une passion’, lo escribió a la edad de 84 años.