Chivite pone a Nafarroa a liderar la reescalada
Un cierre de mugas, bares y una suerte de toque de queda a partir de las 9 de la noche regirán Nafarroa a partir de ahora. Chivite sorprende por la determinación de unas medidas que suponen un golpe en la mesa también en la política estatal.
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Soy consciente de que hoy es 19 de octubre y de que el anuncio de que no se podrá entrar o salir sin motivo de Nafarroa, de que se cierran los bares y de que prácticamente se ha instaurado un toque de queda tiene tal envergadura como para no hablar de otra cosa. Aun así, prefiero viajar seis meses atrás para coger algo de perspectiva.
A finales de abril, Chivite propuso a Nafarroa como el punto por donde comenzara la desescalada. El robusto sistema sanitario (en comparación con otras CCAA), su tamaño, etc. y un plan específico por zonas de salud, a su entender, hacían a Nafarroa idónea para tal experimento. En aquel momento, ser el primero en desescalar casi se veía como un regalo, pues la ciudadanía tenía un hambre terrible de calle tras los meses de encierro. Así de inconscientes éramos.
Al final, no hubo provincias piloto y la desescalada se hizo por fases. Más o menos fueron todas las CCAA a la vez, con Madrid queriendo correr más de la cuenta.
La dinámica informativa del covid ha sido tan intensa que de aquella etapa apenas nos acordamos, pero son aquellos errores los que nos han traído hasta este punto.
Seis meses después, Nafarroa no va a ser el piloto de la desesalada, sino de la reescalada. De hecho, llevaba siéndolo hace un tiempo, pues en Nafarroa perviven las medidas más duras de cuantas se han instalado en el Estado español (a excepción de las vigentes en Catalunya desde hace tres días, cuando cerraron los bares).
Las medidas que ha presentado este lunes la presidenta son profundas y contundentes. No son un endurecimiento de las ya existentes, suponen un salto de nivel. Y llegan, además, en vísperas de ese Consejo Interterritorial del miércoles donde los presidentes autonómicos buscan un mínimo común casi imposible de encontrar por la guerra abierta entre PSOE y un PP vestido de Vox.
La determinación de las medidas adoptadas hoy en Nafarroa supondrán un fuerte espaldarazo a la posición que lleven las autonomías del PSOE a esa reunión, revistiendo al partido de un aire de responsabilidad frente a la irresponsabilidad infantiloide de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. El balón de oxígeno que mandan es tan grande que respirarán mejor en La Moncloa.
Chivite es una mujer de partido, leal y disciplinada. Esa lealtad le empujó a proponerse para la desescalada que ideaba Pedro Sánchez y desde esa disciplina sale hoy a resolverle al presidente el brete de la Interterritorial.
Así, después del anuncio el foco del debate ya no está en el simplón estado de alarma sí o estado de alarma no. Nafarroa, sin necesidad de esta medida excepcional, ha dado un golpe contundente en la mesa, aplicando medidas que sí pueden tener un efecto práctico. Y en aplicación de su propia soberanía.
Ahora solo falta que las medidas, esta vez sí, funcionen. Abrir camino siempre es una posición de riesgo, pues se carece de referencias a las que agarrarse. Eso sí, en lo personal, prefiero a una Chivite liderando las restricciones para hacer frente a la epidemia que pidiendo ser la primera a la hora de quitarse las mascarillas.
Un último salto hacia atrás en el tiempo. La presidenta Chivite, allá por 2013, era la portavoz del PSOE en el Senado en la Comisión de Sanidad. Será interesante ver si el PSOE quiere construir sobre su figura la antítesis de Ayuso.
Como coda final, Urkullu quiere jugar a este juego con sus propias normas. Acaba de anunciar unas medidas incomprensiblemente suaves que son las que no bastaron en Nafarroa y las que no han bastado en ninguna otra parte.
Ojalá tenga suerte y en la CAV funcionen, pero pinta que el lehendakari se está equivocando, porque mientras lo que ocurra en Nafarroa resulta impredecible, dado que abre camino, lo que sucede con medidas como las anunciadas en la CAV ya lo hemos visto.