«Seneka»: La crónica de un cese diferido en Castro
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El 14 de septiembre de 1980, el Athletic recibía la mayor goleada liguera de su historia al caer por siete a uno contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Los blancos fueron un vendaval que desbordó a los rojiblancos anotando cinco tantos en 23 minutos, periodo en el que además Dani hizo gol de la honrilla para los leones. En la segunda mitad, García Hernández e Isidro redondeaban un resultado vergonzante. Horas antes del partido, Helmut Senekowitsch, el entrenador austriaco de los bilbainos, había señalado que «perder por uno a cero sería un buen resultado».
Agirreoa, Urkiaga, Gisasola, Goikoetxea, Tirapu, De Andrés, Villar, Argote, Sarabia, Dani y el propio Txetxu Rojo fueron los once jugadores elegidos por Seneka, que durante la contienda tuvo que suplir a los lesionados Urkiaga y Dani por Txato Núñez y Bengoetxea. La goleada del Bernabéu suponía el colofón a un comienzo de curso nefasto. Y es que durante los siete encuentros disputados a lo largo de la pretemporada, el Athletic apenas había vencido al Getxo en el entonces tradicional amistoso veraniego de Fadura y al Wolverhampton en el torneo Villa de Bilbao. Los otros cinco partidos de preparación se saldaron con otras tantas derrotas, entre ellas, el seis a uno infringido por Osasuna el 30 de agosto en El Sadar. El primer choque liguero tampoco fue mejor ya que los leones perdieron por cero a uno en San Mamés ante el Zaragoza en el que jugaba José Mari Amorrortu. Durante todo el periodo estival se rumoreó un posible retorno del deustuarra, que también interesaba al Real Madrid, pero que finalmente no se concretó.
La derrota del Bernabéu desbordó el vaso de las críticas. A la conclusión del encuentro, Txetxu Rojo señaló que había sido «el peor partido de la historia» para los vizcainos. Por su parte, Senekowitsch indicó que reía «por no llorar» y se quejaba por no poder contar con unos jóvenes Bolaños, Rastrojo o Gallego ya que se encontraban «haciendo la mili». El conjunto que entonces tenía su sede en la calle Bertendona había recibido cien millones de las antiguas pesetas –el equivalente a 600.000 euros–, todo un récord, debido al traspaso de José Ramón Alexanko al Barcelona. Sin embargo, tras derivar prácticamente un tercio a salvar los números rojos del curso anterior, la entidad decidió no acometer ningún fichaje.
Con la goleada todavía caliente, el técnico austriaco lamentaba que «yo quería traer a Periko Alonso y Diego pero la Real no ha querido dejar ir a ninguno y Osasuna tampoco, además tampoco ha podido venir Amorrortu». El preparador blanco Vujadin Boskov echaba más sal en la herida al asegurar que «el Athletic ha luchado pero para jugar en zona hay que tener más calidad». El panorama en la primera temporada sin Jose Angel Iribar no parecía demasiado alentador.
Los medios no tuvieron piedad: «Caricatura», «bochorno», «película de terror», «mininos», «de leones a gatos», «ridiculizados, maltratados y dominados», «marionetas», «sin llegar a la categoría de sparring» o «indignante» fueron algunos de los adjetivos y conceptos que se pudieron leer durante los días posteriores a la goleada recibida en el coliseo blanco. El periodista de Diario16 José Vicente Hernáez fue un paso más allá augurando que «los bilbainos tienen todas las trazas de irse a Segunda». Curiosa profecía, ya que pese al mal momento que vivía el Athletic, menos de tres años después los leones ganarían la Liga.

Tras el regreso de la expedición a la capital vizcaina, Senekowitsch participó en un coloquio organizado en el Hotel Ercilla junto a los periodistas Paco Crespo y Alberto Bacigalupe en presencia de algunos aficionados del club. Allí, el austriaco dijo que «me iré cuando los socios quieran» y volvió a quejarse de la ausencia de refuerzos, el perjuicio que suponía que los más jóvenes tuviesen que irse al servicio militar e indicaba que los prometedores José Miguel Garita, Miguel Sola e Iñaki San Pedro «no están preparados todavía. El primero de ellos era fichado de la Cultural de Durango y formaba parte de la terna de guardametas que optaban a sustituir a Iribar en la portería rojiblanca.
Un puesto para el que había muchos candidatos, el más firme parecía un Andoni Zubizarreta que había sido contratado ese mismo verano para ser cedido al Deportivo Alavés. Sin embargo, una lesión producida en un encuentro que midió a las selecciones juveniles vasca y húngara mantenía al de Aretxabaleta en el dique seco. Su puesto en el conjunto babazorro estaba ocupado por el zarauztarra Alberto Garmendia y el elorriarra Enrique Basauri. Curiosamente, durante los días posteriores a la debacle en el Bernabéu, los rumores apuntaban a un posible interés del Athletic en hacerse con los servicios del vizcaino. Finalmente, firmó por Osasuna.
Mientras tanto, el 17 de septiembre el conjunto rojiblanco debía jugar un partido de la primera ronda de Copa ante el modesto Castro en el campo de Riomar. El encuentro despertó una gran expectación y técnicos de la estructura del club como Iñaki Sáez, Javi Clemente o Manolo Delgado asistieron al mismo. El Athletic, con Meléndez bajo los palos, ganó por cero a tres y encarriló la eliminatoria. Sin embargo, tal y como rememoraba el entonces periodista de Egin Juan Carlos Latxaga en el programa Marakana Txikia de Hamaika Telebista «todo el mundo sabía que Senekowitsch estaba cesado, todos los que estábamos en Castro lo sabíamos». La confirmación llegó poco más de 24 horas después con una nota de la junta directiva relevando al austriaco y nombrando a Iñaki Sáez como entrenador del primer equipo. En el texto se aludía a «la falta de entendimiento reciproco entre jugados y técnico que se ha venido agudizando desde el inicio de la temporada».

La decisión ponía fin a la etapa de Seneka en el Athletic. Un club para el que nunca fue la primera opción, ya que durante la primavera de 1979, con el objetivo de sustituir a Koldo Agirre, la entidad sondeó la posibilidad de fichar a un preparador de la liga inglesa. Desde Bilbo se barajaron los nombres de Dave Sexton el Manchester United, Brian Clough del Nottingam Forest, Bill McGarry del Newcastle, Alan Dowe del Stoke City o el antiguo técnico del Arsenal Don Howe. No obstante, el más deseado fue Bobby Robson, entonces en el Ipswich Town.
Un entrenador vanguardista para la época y que tenía seis años más de contrato con su equipo. Las negociaciones avanzaron de forma fructífera y el 28 de junio de 1978, Bobby Robson aterrizó en la capital vizcaina para entrevistarse con Beti Duñabeitia. El inglés visitó las instalaciones de Lezama y tuvo la oportunidad de comer en el Guria. El contrato sería para tres temporadas y Robson percibiría cerca de 70.000 libras, el doble de lo que ganaba en el Ipswich. Junto a su sueldo, el conjunto rojiblanco se haría cargo del apartamento y vehículo del entrenador. Así las cosas, según el presidente rojiblanco, «el acuerdo» entre ambas partes «era total». Faltaba un único fleco, acordar la indemnización con el Ipswich y no era una cuestión menor. El 3 de julio de 1979, el club inglés solicitó el pago de 210000 libras -unos 168000 euros actuales-, una cifra que Duñabeitia tildó de «desfasada» y Robson se quedó en Inglaterra.
Tras fallar la opción británica, el Athletic miró al mercado centroeuropeo y tras descartar a Max Merkel y Ernst Happel, el elegido fue Helmut Senekowitsch. Técnico de la selección austriaca en la copa del mundo 1978, con la que logró pasar a la segunda fase, se encontraba dirigiendo al Guadalajara mejicano. Pese a contar con dos años más de contrato aceptó la oferta del equipo vasco y llegó a Lezama justo con el inicio de la pretemporada. No eran tiempos fáciles para los leones, inmersos en un periodo de transición y renovación de su plantilla. La temporada 1979-1980 fue la última campaña de Iribar y de otros jugadores importantes como Irureta, Txurruka o Eskalza. Los rojiblancos perdieron en sus cuatro primeros partidos de Liga, pero poco a poco fueron enderezando su camino hasta lograr el séptimo puesto. Seneka, conocido por sus duros métodos, dio paso a jóvenes como Agirreoa, Meléndez, De Andrés, Rastrojo, Gallego o Noriega pero nunca logró la sintonía necesaria con los futbolistas.
Nacido el 22 de octubre de 1933 en la ciudad de Graz, como jugador disputó el mundial de 1958 y pasó tres temporadas en el Betis. Nada más colgar las botas pasó a entrenar y tuvo una dilatada carrera que le llevó a dirigir al Grazer, el Admira Wacker, la selección austriaca, el Panathinaikos, el Olympiacos, el Eintracht de Frankfurt, el AEK de Atenas, el Cádiz, el Panionios, el Omonia o el Lask Linz. Se retiró de los banquillos en 1997 y diez años más tarde falleció tras una larga enfermedad.