Vecinos se movilizan en Donostia contra el proyecto de un hostel con 220 camas
Las comunidades de los portales 15, 17, 19 y 21 del Paseo de Arriola, en el barrio del Antiguo, se movilizan contra la apertura en sus bajos de un establecimiento dirigido principalmente a gente joven y que puede cambiar completamente el entorno en el que han vivido hasta la fecha.
Los alojamientos de corte turístico se extienden como una mancha de aceite por toda Donostia. Comunidades de vecinos que se creían ‘a salvo’ de los inconvenientes más directos ven cómo de repente corren el riesgo de encontrarsesumergidas en el vórtice del torbellino.
Es lo que les está sucediendo en los portales 15-17 y 19-21 del Paseo de Arriola, una calle que sube desde la zona de las universidades hacia la ikastola Ekintza, la clínica de IMQ y unas urbanizaciones en las que muere la carretera, en las faldas de Igeldo.
Una calle con ajetreo durante el día pero con paz monacal cuando oscurece. Por ahora. El pasado verano se empezó a acondicionar un enorme local, un bajo que en su día acogió un gimnasio pero que llevaba años en desuso. El Ayuntamiento había concedido a la empresa Liderko los permisos necesarios para poner en marcha un hostel, un establecimiento con alrededor de 220 camas, divididas en 26 habitaciones.
«Los vecinos empezamos a mirar a ver qué era eso, porque empezaron las obras sin ningún tipo de aviso, ni del Ayuntamiento ni de la empresa. Desde el principio de una manera bastante oculta», narra a NAIZ Txetxo López, portavoz de los vecinos de los bloques 15-17.

Contrataron un arquitecto, igual que los de los bloques 19-21. «Ambos coinciden en que no se cumplen todas las normas necesarias para instalar un establecimiento de estas características», apunta.
A los tribunales
Los vecinos presentaron sus alegaciones ante el Ayuntamiento. «Al principio no dijo nada, y finalmente respondió que las habíamos presentado tarde», añade López, quien critica que el Gobierno municipal «desde el principio ha tomado postura en favor de la empresa». Cerrada esa puerta, han decidido acudir a los tribunales de justicia, por la vía contencioso-administrativa, para ver si así consiguen frenar el proyecto.
Consideraciones urbanísticas o arquitectónicas al margen, o más bien sumada a ellas, está la cuestión de que «van a ser todos los días más de doscientas personas entrando y saliendo, con una rotación enorme, a pasar una o dos noches. Abierto 24 horas al día, ruidos, jaleo, suciedad. Por 25 o 30 euros la noche, gente joven, con ganas de fiesta…», augura.
Los vecinos han puesto en marcha una dinámica de protestas, con pancartas en los balcones, para denunciar esta situación, pero tienen claro que «el turismo es la apuesta de algunos partidos políticos» y existe un interés compartido entre instituciones y empresas.
«La habitabilidad y la convivencia en nuestro barrio se deteriorarían profundamente en caso de ponerse en marcha, como ha quedado demostrado en infinidad de ocasiones en esta y otras muchas ciudades», remarcan. Llueve sobre mojado en la capital de Gipuzkoa.