El Supremo de EEUU más reaccionario en 90 años
El final del periodo de sesiones del Tribunal Supremo de EEUU ha supuesto un aluvión de sentencias derechistas en temas tan variados como el aborto, la separación Estado-Iglesia, la soberanía de las naciones indígenas, la posesión de armas o el cambio climático.
La Corte Suprema de Estados Unidos acaba de cerrar su periodo de sesiones 2021-2022 hasta octubre, cuando comience el nuevo ciclo. Durante los últimos meses han sido varias las veces en las que las medidas más o menos progresistas del Gobierno han sido tumbadas por el máximo órgano judicial del país. La votación más frecuente ha sido 6-3, que es la división actual entre jueces considerados «conservadores» y «progresistas» (o «liberales», según la terminología estadounidense). Una división muy alejada de la realidad del país, y que es legado de la presidencia de Donald Trump, que en tan solo cuatro años llegó a nominar a tres jueces del Supremo, además de a otros cientos de magistrados en juzgados inferiores.
La composición actual del Supremo podría marcar el rumbo del país durante los próximos 20 o 25 años, a menos que el Legislativo sea capaz de activar iniciativas propias que superen las medidas judiciales. Pero ello requeriría grandes mayorías en el Congreso que, a día de hoy, parecen muy improbables. Mientras tanto, muchos temen que otras sentencias similares contra los derechos civiles estén por llegar. «El problema para la izquierda, incluso para conservadores centristas, es que saben que esta composición del Supremo es para los próximos 25 años. Tienes una mayoría conservadora que te está cambiando las bases establecidas en cada asunto», asegura Tom Goldstein, articulista de la página SCOTUSblog.
La anulación del derecho al aborto el pasado 24 de junio ha sido la sentencia más grave de los últimos años, al afectar de manera directa a millones de mujeres en Estados Unidos. No ha sido la única decisión polémica, sin embargo. La lista es larga y si bien se han venido produciendo a cuentagotas durante los últimos meses, el final del periodo de sesiones ha supuesto un aluvión de sentencias derechistas en temas variados. A continuación se detallan algunas de las decisiones más recientes.
Aborto. El pasado 24 de junio, la Corte Suprema aprobaba Dobbs vs. Jackson Women Health por 6 votos a 3, y anulaba Roe vs. Wade, la garantía para que las mujeres pudieran decidir sobre su cuerpo. Ha sido el precedente que ha apuntalado el derecho al aborto desde 1973. Frente a los millones de dólares invertidos por el lobby antiabortista y sus representantes en Washington o las cámaras estatales, cada ley antiabortista se encontraba con Roe y decaía. Ahora, una vez anulada la propia garantía constitucional, ya son varios los estados donde el aborto está totalmente prohibido o muy limitado a casos excepcionales como la violación o el riesgo para la salud de la madre.
Si bien la sentencia oficial fue publicada a finales de junio, siete semanas antes, ya se filtró un borrador firmado por el juez Samuel Alito y que apuntaba en esta dirección, lo que provocó protestas multitudinarias. Meses antes, ya había quedado en evidencia la intención de la mayoría conservadora del Supremo, cuando rechazó la solicitud de la Administración de Joe Biden de anular temporalmente la ley de Texas que limitaba el derecho al aborto a las primeras seis semanas de embarazo. La ley sigue en litigio, pero, mientras tanto, se ha mantenido en vigor.
Portar armas. Un día antes de Dobbs, el Tribunal Supremo publicó New York State Pistol & Rifle Association v Bruen. Es el primer fallo importante sobre la Segunda Enmienda en más de una década, y anula la regulación del estado de Nueva York para llevar armas en la calle. La Corte concluye que según la Segunda Enmienda los estadounidenses que cumplen las leyes tienen derecho a portar armas de fuego fuera de casa para defenderse. La opinión de la mayoría, escrita por Thomas, anulaba así una ley antigua con la que se exigía justificar una necesidad especial para poder portar un arma por la calle en el estado de Nueva York. En un momento de conmoción por la masacres de un colegio en Uvalde (Texas) y el tiroteo racista de Buffalo (Nueva York), el Tribunal reforzó los argumentos del lobby armamentístico y puso en riesgo leyes similares de control de armas en Maryland, California, Nueva Jersey, Hawai y Massachusetts.
Soberanía indígena (29 de junio). Las reservas indígenas son lugares soberanos fuera de las jurisdicciones de los estados en los que se sitúan, tal y como se reconoció hace tan solo dos años para considerar el 40% del estado de Oklahoma, incluida la ciudad de Tulsa, como territorios indígenas en los que procesos penales corresponden a tribunales tribales o federales, pero no estatales. Ahora, el Supremo ha limitado esta soberanía, al valorar que los funcionarios estatales pueden enjuiciar a no indígenas por delitos cometidos contra nativos dentro del territorio de una reserva tribal. La decisión ha sido muy criticada por los organismos en defensa de los nativos de Estados Unidos.
Separación Estado-Iglesia (23 de junio). La mayoría conservadora de la Corte Suprema invalidó un programa de matriculación escolar del estado de Maine y dictaminó que el estado no puede prohibir que las escuelas religiosas reciban subvenciones públicas. El texto del juez John Roberts señala que el programa de Maine «promueve una separación más estricta de la Iglesia y el Estado» de lo que exige la Constitución. Días más tarde, el 27 de junio, el Supremo falló a favor de un exentrenador de fútbol escolar que fue despedido después de dirigir las oraciones posteriores al juego en campo. Neil M. Gorsuch escribió que no se violó la prohibición del respaldo gubernamental a la religión y que las oraciones en un acto de la escuela pública estaban protegidas por el derecho al ejercicio religioso y a la libertad de expresión.
Cambio climático (30 de junio). El Tribunal revocó la capacidad de la Agencia de Protección Ambiental para reducir la emisión de carbono de los planes de energía existentes, en un golpe a los planes de la Administración Biden para combatir el cambio climático. La decisión corre el riesgo de alejar aún más a Estados Unidos del objetivo de operar la red eléctrica nacional con energía limpia para 2035.
El Tribunal más derechista desde 1931. Según las estadísticas compiladas por los profesores Lee Epstein de la Universidad de Washington en St. Louis y Keven Quinn de la Universidad de Michigan, desde 1931 no había habido un período en que se hayan emitido tantas decisiones conservadoras. Las tesis derechistas se han impuesto en un 62% de los casos, ha habido una votación 6-3 como no se recordaba, la unanimidad casi ha desaparecido y cada juez progresista ha emitido más votos particulares este año que en cualquier año anterior.
Cuando el juez Anthony Kennedy anunció su retirada en 2018 tras 30 años en el cargo, un grupo de periodistas le preguntó si estaba preocupado por los precedentes que su voto, considerado en el centro del espectro ideológico del Supremo, había ayudado a aprobar o apuntalar, desde el aborto al matrimonio homosexual. Kennedy dijo que no, estaba convencido de que una vez establecidos los derechos constitucionales, estos se mantendrían. Cuatro años más tarde, está claro que se equivocó en su predicción.
El número de jueces del Supremo no está establecido en la Constitución y en las primeras décadas como país independiente Estados Unidos tuvo entre cinco y diez jueces. Desde 1869 ha habido nueve jueces, aunque con matices. La primera de las tres vacantes en las que ahora se sientan jueces nominados por Donald Trump correspondía en realidad a Barack Obama, que llegó a nombrar a Merrick Garland. Sin embargo, el Congreso, bajo control republicano, rechazó celebrar audiencias por ser el final de mandato de Obama, con lo que el Supremo estuvo con ocho jueces hasta que Trump obtuvo la Presidencia.
Algunos creen que habría que considerar la posibilidad de aumentar el número de jueces en el Supremo. Esta opción debería pasar necesariamente por el Congreso, que es quién tiene la potestad para hacerlo. Ahora mismo los números no dan, y a día de hoy las proyecciones no apuntan a un mayor control legislativo de los demócratas a partir de noviembre. Y es que, si tuvieran la mayoría necesaria en el Senado, tampoco sería necesario un cambio en la composición del Tribunal, ya que el propio Congreso podría apuntalar derechos civiles como el aborto con leyes propias que estarían libres de las decisiones del Supremo. Pero una vez más, para ello es necesaria una mayoría progresista que a día de hoy no existe.