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Kylian Mpabbé y Victor Wembanyama, de los campos y canchas de la «banlieu» a la cima del deporte mundial.
AFP

Los unicornios de la banlieue


Kylian Mbappé es probablemente el futbolista más completo del planeta; Victor Wembanyama está destinado a referencia absoluta del basket futuro. Ambos vienen de las afueras parisinas, denostadas por Sarkozy y ahora orgullo del deporte francés.

Kylian Mbappé y Victor Wembanyama nacieron en la banlieue, las afueras parisinas, ese lugar que para el presidente de la República Nicolas Sarkozy en 2005 era sinónimo de racaille, es decir de «macarras». Casi 18 años después, ahora es el orgullo del deporte francés. Este es un pequeño viaje a Bondy y Lévallois, los lugares donde nació Mbappé y donde se exhibe Wembanyama.

La racaille se ha hecho mayor. Hagamos memoria. Septiembre de 2005; desórdenes graves en las afueras de París, en las banlieue, disparos y heridos, quejas del vecindario y monsieur le président de visita, cargando verbalmente. «On va vous débarrasser de la racaille» fue la frase de Sarkozy a un ciudadano que increpaba al jefe del Eliseo desde una ventana. «Vamos a quitaros del medio estos macarras».

Estaba, monsieur le président Sarkozy, en Argenteuil, ciudad conocida sobre todo gracias a los cuadros impresionistas de Claude Monet, cuyos grabados de regatas en el pantano local se encuentran en los mayores museos del mundo. O los de su casi homónimo Edouard Manet, que encontró ahí parajes inmejorables para sus obras maestras, como ‘El retrato de Monet pintando en Argenteuil en su atélier’, es decir, sentado en un barquito, casi una fotografía.

Un paisaje bucólico, colores incomparables y también, más de un siglo después, cuna de la racaille. Argenteuil se sitúa en la «banlieue» parisina, al noroeste, y ya no es tema para impresionistas, como ocurre de hecho con toda esa periferia. En un proceso irreversible banlieue se ha convertido en sinónimo de «peligro» o de algo negativo. No es así, sin duda todo resulta más complejo, pero en el pasado reciente francés esta zona ha sido vista mucho más como problema que como oportunidad. Así que es como mínimo curioso que dos chavales de la banlieue se hayan convertido en dos de los deportistas mas famosos y decisivos en el mundo. Nacidos y crecidos casi sin recursos.

Se trata de Kylian Mbappé, futbolista del Paris Saint-Germain y de la selección francesa, y de Victor Wembanyama, según muchos expertos futuro dominador del baloncesto (ya lo está haciendo, de hecho, de momento solo en Francia). Dos «unicornios», como se describe informalmente a aquellos atletas de nivel tan alto que resulta difíciles compararlos con el resto, ejemplares únicos en su especie y destinados a cambiar una era. Ambos ya están marcando un antes y un después.

Criado en el campo

Una famosa web de «consejos de viajes» nos explica que la mitad de las 15 cosas que hacer en Bondy es ver murales. Hay un poco de todo, especialmente debajo del puente que parte en dos esta barriada, dejándonos la impresión de estar en Vallecas, en Madrid.

Esta es la zona de Kylian Mbappé, probablemente el jugador más trascendente del planeta con todo el respeto para Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar y otros campeones. Aunque no haya ganado el Mundial de Qatar, su actuación ha sido estratosférica, incluso el triplete en la final perdida con Argentina. Un resultado que no oculta su anterior palmarés, que comprende entre otras cosas la Copa del Mundo en 2018 y varios trofeos con el Mónaco y el Paris Saint-Germain, que lo compró por 180 millones de euros.

De récord en récord, el delantero del PSG nació y se crió en Bondy, aunque ahora vive, según los cotilleos, en un megapiso cerca de Place de Iéna, con una terraza en frente de la Tour Eiffel. Google Maps ayuda a encontrar la calle precisa, sin duda uno de los puntos mas pijos que una metrópoli que ya lo es de por sí.

Un cambio radical para Kylian, hijo de la banlieue y concretamente de una familia estándar con la peculiaridad de que el padre Wilfrid tenía una importancia muy grande. Como nos apunta el periodista Arnaud Hermant en su libro ‘Mbappé–Le phenomène’, Kylian fue realmente un predestinado. Había nacido literalmente a dos pasos de un campo de fùtbol, el estadio Leo Lagrange, donde todavía juega el equipo de Bondy.

El campo de fútbol de Bondy donde se crió Mbappé. (Alessandro Ruta)

«Sus primeros años los pasó en Allée des Lilas, número 4, y desde ahí veía el estadio desde su ventana –detalla Hermant–. Simplemente tenía que cruzar la calle para juntarse con los jóvenes de la ciudad, entrenados por su padre». 

Vivir en aquella «banlieue» no era problemático en el caso de la familia Mbappé. Kylian tuvo hasta la ocasión para enseñar su lado más artístico, porque durante la fase de escuela primaria se inscribió en el conservatorio local para aprender a tocar la flauta travesera. En general fue en todo un chaval precoz, tanto con el balón como en el resto de la vida, a pesar de unos rasgos bastante infantiles, que les valdrían el mote de ‘Mbébé’ cuando fue a jugar a la academia de Clairefontaine, la «universidad» del fútbol juvenil francés.

El mural

Uno de esos murales que ver en Bondy es sin duda la imagen inmensa de Mbappé, que ocupa la fachada entera de un bloque de diez plantas, en las afueras de la barriada. No es una obra «gratuita», sino la iniciativa de un sponsor muy potente en el mundo de la ropa deportiva.

Mbappé adulto y niño, en el mural de diez plantas en su barriada. (Alessandro Ruta)

Ahí se ve a Kylian de espaldas, con su camiseta de la selección francesa con el número 10, y a un niño dormido a sus pies con un balón, representando quizás al mismo jugador. Una frase destaca en la pared: «Aime ton rêve, et il t'aimera en retour», «Ama tu sueño y él te devolverá ese amor».

Un sueño llamado fútbol, en este caso, y que ha llevado Mbappé a ser el jugador mejor pagado del mundo, con un contrato al que se queda corto definir como faraónico, puesto que llenará sus bolsillos con 630 millones de euros en las próximas tres temporadas. El Paris Saint-Germain se ha convertido auténticamente en un felpudo para permitir a Kylian seguir en el Parque de los Príncipes; se dice que hasta el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, insistió con el club parisino y el jugador para evitar la marcha del delantero de Bondy a otros clubes, como el Real Madrid.

¡Cómo cambia la vida también para los presidentes de la República, si recordamos que para Sarkozy los de la banlieue eran simplemente unos macarras! Ahora mismo Mbappé es uno de los símbolos mas conocidos del Hexágono en el mundo, gracias a sus actuaciones espectaculares tanto con el PSG como con la camiseta de «l'equipe de France». Ningún otro producto de la banlieue había ganado tanto dinero pero al mismo tiempo tampoco ninguno había destacado tanto en un campo de fútbol.

Quitando ese monumental mural, la vida parece seguir tranquila en Bondy, empezando por el estadio Leo Lagrange, donde durante una mañana cualquiera se ve solo a jóvenes estudiantes entrenando en su hora de educación física. Con su pista de atletismo y unas gradas minimalistas, se encuentra en una zona muy tranquila del gran barrio, donde cuesta encontrar un bar.

La diferencia entre el centro de París y esta villa es muy notoria, y no solo por los colores o el ambiente. Las conexiones con la capital son escasas e incómodas: la línea de tren Rer que llega hasta la estación de Saint-Lazare o el bus 147 transportando decenas y decenas de personas de origen árabe o africano que esperan al lado de unos supermercados de marca blanca, noche y día sin parar. Una larguísima avenida, con el nombre altisonante de Rue de France, es la línea que une Bondy a la ville lumière, pasando kilómetros y kilómetros de talleres y campos abandonados.

Se entra en París con el 147 desde Bobigny, otra banlieue, y con el metro número 5, el «naranja». Y resulta bastante llamativo que en estos buses cargados de migrantes (los abuelos de Mbappé llegaron desde Camerún) se pasen anuncios de búsqueda de chóferes para estos mismos autobuses. «Inscríbete en esta web y deja tu nombre, vamos reclutando». En los medios de transporte público del centro de París ya no se ve este anuncio, probablemente porque la clientela es diferente, de otro nivel social.

Marcel Cerdan

Entrando en Lévallois-Perret uno casi no se da cuenta del cambio de ciudad (y de departamento, porque hemos salido del 75 de la capital para pasar al 92 de los Hauts de Seine), porque todo se parece mucho a París. Estamos al noroeste y el paisaje no cuadra nada con Bondy, por ejemplo, porque aquí todo es continuo, incluso los rascacielos que dan a esta zona un tono frío..

Cada esquina está limpia y ordenada, hay bares y brasseries donde descansar o encontrar tranquilidad, jardines cuidados, autobuses puntuales: sí, huele bastante a la ciudad de plástico de la película ‘The Truman Show’, una urbe de tráfico teledirigido y publicidades omnipresentes.

«Bienvenue à Lévallois», proclama una gran pancarta, en realidad un anuncio inmobiliario que no explica cuánto de cara es la vida aquí. El precio de los pisos no baja de 8.000 euros por metro cuadrado. Porque esta es una banlieue sui generis, más bien de lujo y perfectamente conectada con París.

Luego, de hecho, no hay nada que hacer aquí excepto ver baloncesto en la cancha que lleva el nombre de Marcel Cerdan, excampeón del mundo de boxeo de peso medio y amante de la mítica cantante Edith Piaf, muerto en un accidente aéreo en 1949. Los biógrafos de la artista recuerdan siempre que este trágico hecho fue un punto de inflexión para ella, el inicio de un hundimiento personal bañado en lágrimas y alcohol. En Lévallois entrenaba Marcel: por eso el palacio de deportes lleva su nombre, además de contar con una calle y una estatua.

Este es el lugar donde se exhibe Victor Wembanyama, que a sus 19 años no es solo uno de los jugadores mas prometedores del mundo sino ya ahora mismo una de las referencias del baloncesto. La razón es muy simple: no se había visto nadie como él, un chaval de 2.20 (y cuidado con su probable crecimiento todavía) que juega como si fuera un base o un escolta, con brazos interminables y una envergadura casi absurda.

Tiene ficha con los Metropolitans 92, el equipo de Lévallois, un club con poca historia y palmarés directamente vacío que, sin embargo, se ha convertido en una meta obligada para ver a este «monstruo» del deporte, este «unicornio». Por eso las entradas están siempre agotadas. Es como ir a un parque de atracciones pero con plazas muy limitadas, puesto que el Marcel Cerdan solo tiene 4.000 asientos.

Ocurre en parte porque el baloncesto en París no tiene mucha tradición. En la ciudad hay un equipo que se llama Paris Basketball y que juega, también en la Eurocup, en una especie de gimnasio mas allá del barrio de «Chinatown», al sur, cerca de Porte d'Italie. Las verdaderas cunas del basket en Francia son Villeurbanne (de hecho Lyon), Limoges u Orthez, a pocos kilómetros de Ipar Euskal Herria.

En otra banlieue parisina hay un equipo bien estructurado, el Nanterre, casualmente el club donde ‘Wemby’, nacido en Le Chesnay, al lado de Versailles, se crió y donde debutó como profesional en septiembre de 2020. La misma ciudad de Nicolas Anelka, futbolista un poquitín mas problemático, que en el mundial de fútbol de 2010 en Sudáfrica fue protagonista de un motín de la selección, cuando todavía las banlieue eran vistas sobre todo como algo peligroso, claramente en contraste con el mundo bien educado de los jugadores blancos.

Todo agotado

Pequeño paréntesis personal: tuve la oportunidad de ver a Wembanyama desde cerca el 9 de diciembre de 2021, cuando con el Villeurbanne, su anterior equipo, llegó a Gasteiz para enfrentarse al Baskonia en la Euroliga. Recuerdo a este muchacho de piernas prácticamente infinitas pero tipo palillos, muy delgadas: anotó diez puntos en la derrota, abusando un poco del tiro de tres. Machacó el aro con un mate sensacional desde la línea de fondo pero me dio la sensación de un tío que iba a medio gas. Sus estadísticas en la máxima competición europea de clubes fueron elocuentes: en 17 minutos de promedio, 6,5 puntos, 3,9 rebotes y 1,9 tapones, es decir casi más tapones que canastas metidas.

Pese a ello el pasado verano cambió de equipo, llegando a los Métropolitans, un club que no está en Europa pero que sí está en en París, lugar mucho más atractivo para cualquier evento. La temporada que está haciendo ‘Wemby’ va mucho más allá del concepto de «sobresaliente», se está literalmente sobrando. Todo empezó cuando en octubre se fue a Estados Unidos a jugar, con los de Lévallois, en la pretemporada de la NBA y ridiculizó tanto a sus coetáneos como a gente con experiencia en la máxima liga mundial. Parecía un gigante entre enanos, casi un videojuego; en un partido anotó 37 puntos.

Allí fue cuando realmente descubrieron en Estados Unidos a este «unicornio», capaz de cambiar los equilibrios en la NBA aunque aún apenas tenga 19 años. La liga norteamericana se ha dado tanta cuenta del potencial del chaval que ha organizado un partido de temporada regular, Detroit-Chicago, casualmente en París. Ha ocurrido el pasado 19 de enero, en el Accor Arena de Bercy, eso sí en la capital y no en Lévallois o en el cutre palacio de deporte de Porte d'Italie. Los aficionados han abarrotado Bercy no solo para ver a Detroit o Chicago sino sobre todo para ver a Wembanyama, invitado y presente en las gradas. Una afluencia digna de los McDonald's Open de la década de los 90, cuando París era el teatro de los amistosos entre los campeones de la NBA y los mejores equipos de Europa.

Wembanyama, en el partido de la NBA en París. (Anne Christine Poujoulat | AFP)

La campaña publicitaria en torno a este partido, de hecho bastante inútil porque tanto los Pistons como los Bulls están fuera de la zona playoff, ha sido impresionante, y nadie ha querido quitar los carteles ni siquiera dos semanas después del evento. En cada parada de metro de París o por la calle se anunciaba este encuentro. Se desató la locura por todos lados: entre los casos más absurdos, el de Aurélien Tchouaméni, jugador de fútbol del Real Madrid, que se marchó al partido sin avisar al club y fue sancionado.

Además Detroit y Chicago, al estar entre los peores equipos de la NBA, es muy probable que puedan aspirar a fichar al francés en el próximo draft, donde Victor será sin ninguna duda el primer elegido. La franquicia que le contratará todavía no se conoce, va a ser sorteada en junio entre las que no habrán llegado a los playoff y posiblemente tengan el peor balance de la temporada. No hay clubes en la NBA que vayan perdiendo voluntariamente, este proceso llamado tanking está prohibido, pero es cierto que muchos equipos que ahora mismo se ven abajo de la tabla se están al mismo tiempo frotando las manos, porque tendrán mas posibilidad de elegir a ‘Wemby’ y cambiar sus vidas como pasó en 2003 con LeBron James. Porque Victor, según las expectativas, va a ser alguien así, uno que va a reescribir las reglas del baloncesto.

Magic Johnson, una de las más grandes de la historia del basket, ya le ha dado su bendición. Entre las estrellas actuales, muy llamativa ha sido una frase de Damian Lillard, de los Portland Trail Blazers: «Menos mal que tengo 32 años ya y pronto me retiraré, porque con Wembanyama esto va a pintar mal para todos». El grado de los piropos es tal que hasta podría entenderse que están vacilando al chaval.

Mientras eso ocurre, el Marcel Cerdan sigue siempre llenando sus 4.000 localidades. En las afueras del palacio de deportes unos carteles simples pero muy eficaces nos avisan de que «rien de rien», como cantaría Edith Piaf, no hay más entradas hasta marzo, y eso porque este mes es el último en que se han programado partidos. En cuanto salgan más, solo tendrán suerte los más listos, entre ellos muchos observadores o «infiltrados» de la NBA.

Ver a ‘Wemby’, misión imposible en su cancha. (Alessandro Ruta)

Todo por un niño de banlieue apellidado Wembanyama, que como su vecino Mbappé ha revolucionado su deporte saliendo de la nada.