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Iñaki Ruiz de Eguino
Pintor y escultor

«Oteiza me ayudó desde el inicio diciéndome que no se me ocurriera copiar a nadie»

Iñaki Ruiz de Eguino celebra sus cinco décadas dedicada al arte por medio de dos muestras abiertas en Zarautz. En Torre Luzea expone dibujos y bocetos y la galería Ispilu Arte alberga esculturas. En esta entrevista, el artista desgrana sus influencias artísticas y reflexiona en torno a su obra.

El artista Iñaki Ruiz de Eguino. (NAIZ)

Han pasado 50 años desde que Iñaki Ruiz de Eguino (Donostia, 1953) exponía por primera vez su obra en la capital guipuzcoana. Fue en 1974, en la sede de la Asociación Artística de Gipuzkoa. Ha querido celebrar la efeméride de la mejor manera que sabe, mostrando sus creaciones artísticas al público. Lo hace por partida doble. Torre Luzea acoge una muestra de 27 dibujos y bocetos realizados durante su dilatada trayectoria artística. Y la galería Ispilu Arte alberga una serie de esculturas, reflejo de su evolución.

En Torre Luzea, organizada por el Ayuntamiento de Zarautz, el visitante puede ver una colección de dibujos realizados en su juventud, que abarcan desde 1969, correspondientes a un período primero en donde prevalece el dibujo académico, para continuar con un conjunto de bocetos originarios de esculturas. Algunos de estos diseños han sido realizados en tres dimensiones.

Otro grupo de obras se presentan con el epígrafe de ‘Pliegues - Suite Suisse’. Fueron realizadas en los años 80 en una de sus estancias veraniegas en Ginebra, en cierta medida inspiradas cromáticamente por la obra de Paul Klee, tras haber visitado Ruiz de Eguino una muestra retrospectiva del artista alemán nacido en Suiza. Sobre este tema del ‘pliegue’, Eguino había intercambiado tiempo atrás un sugerente diálogo con Eduardo Chillida. «Tienen formas geométrica y son acuarelas. Me sirvieron para ver cómo utilizar los planos geométricos y el color, de ahí que decidiera trabajar planos puros en la escultura», explica.

La muestra incluye obras recientes donde la línea y el cromatismo son los protagonistas. Estas últimas pertenecen a trabajos realizados sobre la línea y a su vez relacionados en cierta medida con la serie de ‘Caligcromias’.

En la misma sala el visitante encuentra bocetos del proyecto escultórico pensado para el edificio Errotaburu en Donostia, actual sede del departamento de Hacienda de la Diputación de Gipuzkoa. El encargo fue realizado por el ente foral. Ruiz de Eguino presentó en 1992 el proyecto con tres bronces fundidos a escala. La obra está en paradero desconocido actualmente.

Ispilu Arte acoge desde escayolas antiguas pasadas a bronce –se pueden ver ambas piezas– a esculturas de diferentes épocas, hasta hoy en día. «Es un recorrdo a través del tiempo», señala.

Del papel al acero

En muchas ocasiones los bocetos son el primer paso de un proyecto. Es el esbozo de la idea que le ronda en la cabeza. Después viene su plasmación en diversos materiales, entre los que se encuentran el acero, la madera… «Primero dibujo la idea de la escultura y después busco la mejor fórmula para llevar al dibujo a 3D», cuenta el artista.

El donostiarra se siente satisfecho del recorrido artístico realizado. «Han sido años de gran actividad, de mucho trabajo. El balance es bueno. A nivel profesional tengo obra en 35 museos de Europa y América. Estoy muy satisfecho», indica.

Este tipo de efemérides son idóneas para que uno eche la vista atrás. Ruiz de Eguino remarca «la coherencia» que ve en su obra. «No es solo mi percepción, también coincide en ello la gente con la que trabajo, los galeristas, las personas que han estudiado mi obra…».

La producción de Ruiz de Eguino se caracteriza por el estudio de la geometría y el espacio. Esto último es bastante común en la escultura vasca. «Yo lo he mamado sobre todo con Oteiza, con quien he tenido una relación muy estrecha afortunadamente desde mi juventud y también con Chillida, por las obras que ha realizado y por las conversaciones que he tenido ocasionalmente con él. Los materiales con los que trabajo, el acero, la madera… son las raíces de la escultura vasca».

Material

Es el propio material el que guía al creador. «Creo que condiciona las formas. El propio acero te lleva a utilizar más la geometría que otras cosas. Es lo que me pasó a mí. Y le ocurrió lo mismo a Oteiza. Es más fácil trabajar con planos o trabajar formas curvas que hacer, por ejemplo, una cara de hierro. El planteamiento geométrico es el que te va a condicionar las formas que vas trabajando y te permite ir desarrrollando trabajos experimentales que van definiendo tu trayectoria. Y esa trayectoria se convierte en tu lenguaje. Así como Jorge Oteiza utilizaba las cajas, yo decidí utilizar solamente dos planos. Me reduce mucho las posibilidades, pero al mismo tiempo me obliga a ser más creativo. Únicamente con dos planos tengo que hacer muchas formulaciones. De alguna manera es mi sello», confiesa.

Obras expuestas en la galería Ispilu Arte de Zarautz. (Idoia ZABALETA | FOKU)

Considera de vital importancia el conocimiento del material, algo que echa en falta en las nuevas generaciones. «En mi época, cuando estudiabas Bellas Artes lo que tenías que hacer era un dibujo académico. Era obligatorio. Tenías que pasar el proceso de figuración, conocer los materiales. Utilizar arcila, madera.. Teníamos que conocer el proceso artesanal primero. Después venía la fase creativa, que la desarrollabas por tu parte. Ahora los planteamientos son otros. Echo en falta en la escultura de los más jóvenes el conocimiento del material. Es muy importante. Oteiza y Chillida, los escultores que han sido mis maestros, le han dado mucha importancia al material con el que trabajaban», subraya.

Tiene claro de dónde proviene su interés por el espacio. «Mi amatxo murió cuando nací yo y me he criado en un caserío con la familia. En aquella época el niño que vivía en un caserío era bastante solitario. Mi amigo más próximo estaba al otro lado del valle, en el otro monte. La infancia me ha marcado mucho. Me ha ha llevado a interesarme por el espacio natural», explica.

La relación mantenida con Oteiza fue clave. «Me ayudó desde el inicio diciéndome que no se me ocurriera copiar a nadie. Me animó a investigar por mi cuenta, me costara el tiempo que me costara. Me dijo que buscara mi propio camino. Cuando tuve una edad me dijo que me dedicara plenamente al arte. Al principio, él ponía los títulos a mis obras. Yo se las enseñaba humildemente. Él me enseñó que hay que poner un título a las obras».

No oculta su influencia. «Sus ideas sí me han influido al trabajar las formas y la geometría y el propio espacio. Me han hecho reflexionar. Discutíamos mucho, él tenía sus ideas, y yo tenía otros conceptos. Le he respetado siempre. Es un hombre que nos ha aportado mucho. En el Museo Reina Sofía de Madrid he impartido varios cursos sobre él y también escribí la ‘Guía Didáctica sobre Jorge Oteiza’», recuerda.

Respecto a las diferencias entre ambos, el artista donostiarra señala que «él investigaba el vacío desde una visión poética, porque Jorge era un gran poeta antes que nada. Primero escribía y luego la poesía la dejaba marcada en la escultura. Sin embargo, yo creo en un espacio único que incluye también los vacíos».  

Todo creador quiere encontrar su voz propia. Fijar un camino, una filosofía, una forma de hacer. ¿Cuándo sintió Ruiz de Eguino que iba por buen camino en esa búsqueda? «A partir de los años 80. Es cuando me meto más en serio a estudiar lo que quiero hacer en la escultura».

La búsqueda no cesa. «Sigo investigando y trabajando. Uno no se debe quedar estancado, hay que seguir adelante», precisa.

En cuanto a influencias, es de destacar otro nombre, el de François Morellet. «Él empezó a trabajar con luces de neón. Tuve relación con él y me aportó otra visión. He trabajado esculturas de luz últimamente en la cava de Orona, en el edificio 0 de Hernani. En Europa no conozco muchos artistas que hagan este tipo de cosas. Y en Euskal Herria tampoco. En Orona he construido un doble muro arquitectónico e introduzco luz en medio. De esta manera le doy otra dimensión a la escultura. La escultura se ha definido siempre como ‘esas formas que recogen la luz’. Yo lo hago al revés. Hago que la luz saque desde dentro la escultura. La escultura a nivel físico, está antes de la luz».

Obra pública

La obra pública es otro de los ejes de su producción. «La primera escultura la coloqué en Urretxu y la obra ha ido expandiéndose. En Euskal Herria tengo bastante obra pública, también en otros lugares», dice.

Al preguntarle por su importancia, señala que «en las exposiciones expones tu obra y el público puede verla durante un mes o dos. En una obra pública, la virtud es que queda instalada y se puede ver a todas horas. Además, en mi caso las esculturas están pensadas para que sean utilizadas, es decir, busco que sean transitables y se conviertan en un elemento urbano más como un banco, y que la vean como lo hacen en el caso de un árbol o una farola, integrada. con la idea de ser un elemento puramente estético. Las esculturas pública sirven para difundir tu obra en otra dimensión más grande».  

Algunos de los bocetos a escala de las originales realizados para esculturas destinadas a espacios abiertos y públicos se pueden ver en Torre Luzea. Entre ellos, ‘Loa a la paz y la palabra’ ubicada en el espacio de Gernikako arbola en Irun; ‘Errenteriako atea‘, ubicada en la plaza de Galicia en Errenteria; ‘Vigía del Collado’ que preside la calle Honorio Lozano, en Collado Villalba (Madrid); ‘Antorcha del conocimiento’, que será instalada en breve en el patio del Centro Cultural de Carbajosa (Salamanca). Además de otras dos piezas que igualmente fueron pensadas para ser instaladas en espacio públicos.

Ruiz de Eguino ha desarrollado también una importante labor intelectual como crítico y teórico del arte. Ha empezado a escribir sobre las teorías que he desarrollado a lo largo de estos años. «Me interesa dejar un testimonio escrito, aparte de la escultura», afirma.