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Un Tour más tradicional, con preponderancia de la media montaña y multitud de pequeñas cotas

Demi Vollering y Jonas Vingegaard ya saben dónde podrán recuperar sus tronos. Kasia Niewiadoma y Tadej Pogaçar, dónde deberán defenderlos. El Tour ha presentado los recorridos de sus pruebas femenina y masculina.

La exciclista Marion Rousse fue la encargada de presentar el Tour femenino 2025. (Julien DE ROSA | AFP PHOTO)

El Tour 2025 masculino recuperará su versión más tradicional, no saldrá del territorio del Estado francés, promoverá la media montaña y multitud de pequeñas cotas diseminadas, ascenderá el Macizo Central, Pirineos y Alpes, y retomará el habitual final en los Campos Elíseos.

Después de tres salidas "extranjeras" (Copenhague, Bilbo y Florencia, Barcelona lo será en 2026), esta próxima edición se iniciará en Lille, rescatando además sus ordinarias fechas –del 5 al 27 de julio–, tras el cambio obligado del año anterior por la celebración de los Juegos Olímpicos.

Serán 3.320 kilómetros, algo menos de la media, en los que los sprints pasan a ser una especie en extinción y donde sí habrá seis jornadas de media montaña, cinco en alto, dos contrarrelojs –una de altitud en Peyragudes–, todo ello para evitar el tedio del llano.

«No es que no queramos que ganen los sprinters, sino que sus equipos se lo trabajen, que las etapas no estén escritas por adelantado», ha argumentado el mandamás de la carrera, Christian Prudhomme.

El trayecto de este Tour 2025 también será un guiño a los grandes ciclistas del Estado francés. Rendirá homenaje a Jacques Anquetil con una meta en Ruán, donde vivía y donde murió en 1987; la travesía de Yffiniac, donde nació Bernard Hinault, o un inicio de etapa en Saint-Méen-le-Grand, donde vio la luz Louison Bobet, el primer ciclista en ganar tres Tour, del que se cumplirá el año próximo el centenario de su nacimiento.

Ya habrá emboscadas desde la segunda jornada en Boulogne o Ruán, en la cuarta, una crono llana de 33 kilómetros en la quinta en Caen, finales escarpados los dos días siguientes en Normandía y en el ya clásico Muro de Bretaña, y la cita con el Mont-Doré, culminación de hasta siete cotas valederas para el premio de la montaña.

Tras el primer descanso en Toulouse, una nueva jornada accidentada dejará al pelotón en Pirineos, con un primer final en Hautacam (17 de julio), con sus 13,6 kilómetros al 7,8% tras haber ascendido el Soulor y el Bordéres. Seguirá la ya citada cronoescalada al altipuerto de Peyragudes (18 de julio), 11 kilómetros de jornada de los que 8 son de ascenso al 7,9%, con el terrible final al 16%.

Y, de postre, la llegada a Superbagnères (19 de julio), que el Tour no ascendía desde 1989, cuando Pedro Delgado se reenganchó a la general en una edición que comenzó con el retraso acumulado en Luxemburgo, y que será esta vez el punto culminante de un día con ascensos al Tourmalet, el Aspin y Peyresourde.

La transición hacia los Alpes, con un segundo reposo en Montpellier, pasará por el Mont Ventoux, de nuevo meta de una jornada por vez primera desde 2013, después de que en 2016 el fuerte viento en la cumbre obligara a recortar el trayecto en una edición marcada por la alta afluencia de público, que provocó caídas, incluida la del británico Chris Froome que, con el maillot amarillo, no dudó en lanzarse a la carrera pedestre en busca de la cima.

Vendrán después tres jornadas alpinas con dos finales en alto, empezando por el ya mítico Col de la Lòze, que se ascenderá por tercera vez desde su descubrimiento en 2020, pero en esta ocasión por la otra vertiente –26,2 kilómetros al 6,5% de desnivel– tras haber ascendido el Glandon y la Madeleine.

La alta montaña se despedirá en la etapa decimonovena, dos días antes de la llegada a los Campos Elíseos, con meta en La Plagne y sus 19,1 kilómetros al 7,2% de desnivel, donde Indurain venció en 1995, su último gran año en el Tour.

Una etapa de media montaña con final en Pontarlier llevará al pelotón hasta el paseo triunfal del ganador por los Campos Elíseos. Otro guiño a un campeón galo, Bernard Thevenet, el primero en vencer en esa meta hace 50 años.

Madeleine, decisivo

El protagonismo de los Alpes y la ausencia de contrarreloj marcarán el Tour femenino de 2025, donde el Col de la Madeleine, en la penúltima etapa, debe marcar la prueba. La carrera contará con nueve jornadas, una más que el pasado año, y Bretaña acogerá las primeras pedaladas desde Vannes, camino de Plumelec, el 26 de julio. La segunda etapa también será bretona y, a partir de ahí, la carrera irá recorriendo el Estado francés de oeste a este, con el colofón, de nuevo, en los Alpes.

Antes, Angers, Poitiers, Guéret habrán ido haciendo la criba con jornadas principalmente llanas, pero con finales que aguardan sorpresas en el recorrido. La sexta etapa, con llegada en Ambert, realizará una primera selección entre las favoritas.

La séptima terminará en Chambéry, en la puerta de los Alpes, con el col du Granier antes de encontrar la meta. El octavo día llegará la gran etapa de montaña, siguiendo el diseño del Tour de los últimos años, terminando en una cima mítica como el Col de la Madeleine.

La última etapa, con final en Chatel, también dará lugar a la batalla. Sobre todo, con el Joux Plane a medio camino, que debería hacer trizas el pelotón y ofrecer una batalla sin cuartel hasta línea de meta, donde se coronará la nueva ganadora del Tour, un título que defiende Kasia Niewiadoma.