Pablo Laso, hora y pico de charla y cinco minutos de rueda de prensa
Después de la desastrosa imagen ofrecida por Saski Baskonia frente al Mónaco, el técnico gasteiztarra tuvo una larga charla con sus jugadores. Dentro de lo malo, el preparador baskonista afirmó que los resultados de la semana «me vienen bien para saber lo que tengo».
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«Es verdad que me he alargado más de lo normal porque quería comentar varias cosas con los jugadores». Una hora y veinte minutos después de terminar el partido que acabó con derrota de Saski Baskonia sobre Mónaco por 75-87, Pablo Laso asomaba frente a la prensa. Y con un poco de prisa, que la noche apretaba, al punto de olvidarse de hacer la protocolaria intervención en inglés, y sobre todo, mostrarse menos comunicativo –en lo verbal– que en otras ocasiones. Y paradójicamente, fue más que elocuente en su comunicación no verbal –brazos cruzados, cara tapada por momentos, encorvado– y en su mensaje.
Sí que envió un mensaje bien claro a la línea de flotación de su propio equipo, mencionando pero sin señalar el desempeño de varios de sus jugadores. «Hay un tema que es la mejora individual de algunos jugadores, que siguen cometiendo errores desde el principio, que es algo que obviamente me molesta, porque creo que hacen daño a otros jugadores. Lo que me gusta es que, independientemente de ganar o perder, jugar mejor o peor, que el equipo crezca, A veces se crece perdiendo, cuando ganas parece que va todo bien y esta semana me viene muy bien para ver lo que tengo», expresó el entrenador, pero no dio detalles sobre lo que tiene en el equipo.
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«Tengo que analizar con mis ayudantes qué es lo que tengo. No me guío por un partido, sino por el trabajo en el tiempo que vas detectando y vas viendo», matizó.
Respecto al tiempo que tardó en ofrecer la rueda prensa tras encerrarse con su plantilla manifestó que no les dijo nada nuevo que no les haya dicho antes. «Es mejor seguir estudiando. He intentado trasladarles que es un equipo que debe competir», explicó.
«No me ha gustado el inicio de partido, debemos ser un equipo que debe mostrar desde el principio energía y dureza y no lo hemos mostrado. Debemos cambiar y mejorar», apuntó como uno de los mensajes que fue trasladando a los jugadores así en el largo descanso del que volvieron para ponerse a jugar –y endosarle al Mónaco un parcial de 31-14– y después del bocinazo final.
«Si te falta esa energía, un equipo como el Mónaco, que es uno de los más potentes de la Euroliga, te saca los colores. Eso es algo que cada jugador debe mostrar desde el principio, y a mí como entrenador, me toca analizar el porqué y que no vuelva a suceder. Y luego están otros aspectos más de juego donde repites errores y eso al final desgasta mucho, porque hay veces en los que tienes que actuar de otra manera para que el jugador lo entienda», volvió a incidir.
Lo sucedido en la noche del jueves no fue la primera demora de Pablo Laso ante la prensa. Sin llegar al extremo del duelo frente al Mónaco, luego de caer ante el Morabanc Andorra el técnico gasteiztarra tardó más de 50 minutos en asomar por la sala de prensa, al punto de que cundió cierta inquietud, con la sombra de los famosos ceses de los últimos años rondando si acaso fugazmente por la mente de todos. Sobre todo porque la puerta por la que accede el entrenador casi siempre está abierta y esta vez estaba cerrada.
Primero asomó la cabeza el responsable de prensa del club, garantizando la comparecencia del entrenador y más tarde el propio Pablo Laso asomó por una sala con los periodistas algo enfurruñados por una tardanza excesiva, al juzgar que los jugadores no son niños que precisen de castigos ejemplarizantes en forma de bronca o charla, aunque asumiendo que el técnico gasteiztarra sí podía tener muchas cosas que expresar a sus jugadores. A diferencia de otras ocasiones ante resultados semejantes, esta vez no se comentó sobre ninguna visita presidencial a los vestuarios.
«Horario Michelín»
Sabido es que en los años 90 del siglo pasado, el llorado Manel Comas empleaba la famosa estrategia del «palo y la zanahoria». Tremendo motivador de sus jugadores –su trabajo con Marcelo Nicola en la final de la Recopa de de 1996 fue clave en el triunfo final del Baskonia–, cuando los resultados pintaban bastos solía tirar por entrenamientos de buena mañana, con el famoso «horario Michelín» –por la fábrica de neumáticos– para hacer espabilar a sus jugadores. Pablo Laso, alumno del técnico catalán, seguro que vivió algunas de estas organizadas por el ‘sheriff’.
Las famosas «Lasinas» de los tiempos muertos, trasladadas ahora a los vestuarios, forman parte de la iconografía del técnico gasteiztarra, convertido en icono del baloncesto europeo a raíz de sus éxitos en las filas del Real Madrid. Pero claro, Saski Baskonia no tiene los mismos objetivos, pero tampoco cuenta con los mismos recursos.
Y seguramente, en comparación al basket del siglo pasado y a las Euroligas de hace una década, este Saski Baskonia de 2024 tampoco cuenta con el mismo tiempo de reacción ni de entrenamiento. Un jugador como Markus Howard difícilmente volverá a encadenar dos partidos sin anotar un solo punto, pero será más fácil de frenar si en vez de lanzar 10 veces en dos partidos, con sistemas en los que apenas toca el balón, ni penetre ni fuerce personales, vuelve a tener un equipo que le otorgue ventajas para explotar su tremenda facilidad anotadora. Joan Peñarroya y Dusko Ivanovic no tuvieron que inventar la rueda para hacer aflorar las virtudes del escolta de Nueva Jersey, que en esta campaña 2024/25, siendo además el jugador mejor pagado del club, apenas si ha exhibido esas virtudes, si no fuera ante el Lleida y en chispazos como el último cuarto frente al Real Madrid.
Jugadores como Trent Forrest están siendo una de las mejores noticias del Baskonia, pero el jueves se vio al base estadounidense ejercitándose sobre la bicicleta estática, tratando de adquirir temperatura por alguna molestia que pudiera tener. Por el mismo precio, la última jugada del partido dejó al capitán Tadas Sedekerskis dolorido tras culminar una contra.
Un Sedekerskis que habló con mayor vehemencia que su propia entrenador, aunque igual de elocuente. «Estamos jugando en casa y es una vergüenza. No podemos jugar así la primera parte delante de nuestra afición. Tenemos que poner energía. Da igual que los tiros entren o no. Tenemos que luchar, mostrar energía y carácter».
Todo ello y más hará falta para derrotar a Basket Zaragoza el domingo a partir de las 17.00. Hay que recordar que hasta la fecha los gasteiztarras solo han ganado un partido a domicilio en lo que va de campaña y que el conjunto maño, pese a su gira por Chipre durante la semana y su partido de Liga ACB ante Valencia Basket el viernes por la noche, está por delante del Baskonia y es un rival directo por colarse en el Top 8.