A diez años del FIFAgate, más sombras que luces en la gestión de Infantino
La FIFA sigue envuelta en polémicas. Aunque Infantino llegó con promesas de reforma, su mandato ha estado marcado por controversias y alianzas estratégicas que han debilitado el impulso regenerador que surgió tras la mayor crisis de corrupción del fútbol mundial, el FIFAgate.
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Hace diez años, los más de 200 miembros de la FIFA se encontraban en Zurich para celebrar su 65º congreso, cuando agentes del FBI entraron en el hotel Baur Au Lac, llevando a cabo numerosas detenciones en el marco de la investigación que se conoció como FIFAgate y que destapó una red de sobornos, fraude y lavado de dinero. «Corrompieron el negocio del fútbol mundial para favorecer sus intereses y enriquecerse», declaró entonces Loretta Lynch, fiscal general de los Estados Unidos y máxima responsable de la investigación. Unos meses más tarde, la FIFA eligió para liderar su renovación a quien había sido secretario general de la UEFA durante los nueve años anteriores.
Gianni Infantino se había mostrado dispuesto a reformar la institución antes incluso de ser elegido presidente. De hecho, su firma figura en el informe presentado en diciembre de 2015 por el Comité de Reforma de FIFA. En él se recomendaba no concentrar tanto poder en el presidente y darle mayor peso al cargo de secretario general. Ya como presidente, sorprendió cuando Infantino anunció que sería una mujer africana, Fatma Samoura, quien ocuparía ese cargo. El mismo que, desde 1904, siempre había sido ocupado por hombres europeos. Siete años después, Samoura dejó la FIFA sin haber tenido nunca el protagonismo esperado. Su sustituto volvió a ser un hombre europeo.
El Comité de Reforma hacía referencia también a la limitación de mandatos, fijada en no más de 3 y un máximo de 12 años. Sin embargo, cuando cumplía seis como presidente, Infantino aclaró que estaba terminando su primer mandato, ya que fue elegido para completar el iniciado por Blatter. Desde entonces, ha sido reelegido dos veces, siempre por aclamación y sin que se presentara ningún otro candidato. Siguiendo su interpretación, podrá seguir en la presidencia hasta 2031, cuando cumplirá 15 años en el cargo; uno menos de los que estuvo Blatter.
Obstáculos a la investigación
Las intenciones reformistas de Infantino también han quedado en entredicho con algunas decisiones que no han favorecido el control de la corrupción que asegura perseguir. Fue polémica la no renovación de Miguel Maduro, presidente de la Comisión de Gobernanza, un órgano independiente, creado tras el FIFAgate para supervisar el buen gobierno de la institución. Tras su salida, Maduro denunció presiones de Infantino y Samoura para dar el visto bueno a un dirigente ruso que contravenía la política de neutralidad política de la institución.
«Las acusaciones contra mí eran meros intentos de gente pobre, envidiosa y corrupta de atacar mi reputación», declaró Infantino
Pero la situación legal de Infantino se complicó de verdad cuando las filtraciones de Football Leaks desvelaron las reuniones que tuvo con el fiscal Lauber, responsable de la investigación suiza del FIFAgate. La FIFA explicó entonces que su presidente buscaba explicarle al fiscal los cambios que se habían dado en la entidad. Mientras tanto, Lauber renunciaba y la justicia suiza iniciaba una investigación penal, que se cerraría definitivamente en 2023, después de haber destituido al fiscal y por falta de pruebas contra Infantino. «Las acusaciones contra mí eran meros intentos de gente pobre, envidiosa y corrupta de atacar mi reputación», declaró entonces el presidente.
Aliados
Pero, si los problemas de la FIFA de Blatter empezaron cuando la fiscalía de Estados Unidos intensificó su investigación, después de que Qatar se impusiera a su candidatura para organizar el Mundial 2022, Infantino se mostró más eficaz a la hora de tejer alianzas con el país de las barras y estrellas. En la primera elección que se hizo bajo su mandato, Estados Unidos fue elegido, junto a México y Canadá, para organizar el Mundial de 2026. «Tenemos el Mundial y tenemos los Juegos Olímpicos. Lo tengo todo», dijo Trump en su reciente discurso en Arlington. En enero, Infantino estuvo presente en su toma de posesión como presidente y su buena sintonía se evidenciará en los próximos días, cuando se dispute en Estados Unidos la primera edición del Mundial de clubes, uno de los nuevos proyectos impulsados por Infantino y en el que la FIFA ha hecho una fuerte inversión.
«Tenemos el Mundial y tenemos los Juegos Olímpicos. Lo tengo todo», dijo Trump en su reciente discurso en Arlington
Antes, la fiscalía estadounidense había terminado otorgando a la FIFA el estatus de victima en el FIFAgate y el máximo organismo del fútbol pudo cobrar 200 millones de dólares en compensaciones. Quien fuera responsable de esa investigación hasta 2017, la fiscal general Loretta Lynch, fue contratada en 2019 por el despacho de abogados Paul Weiss, el mismo que tiene entre sus clientes a la propia FIFA.
Y si la buena armonía con Infantino ha favorecido la posición de los Estados Unidos en la industria del fútbol, el presidente de la FIFA también ha contribuido a la expansión de otro de sus aliados estratégicos: Arabia Saudí. En 2024, firmó un acuerdo con la petrolera estatal saudí Aramco que la convertía en su principal patrocinador. El pasado diciembre, FIFA confirmó que el Mundial 2030 lo organizarían España, Portugal y Marruecos, además de Argentina, Paraguay y Uruguay. Siguiendo sus propias normas, eso sólo dejaba opciones para la siguiente edición a países asiáticos o de Oceania. El mismo día confirmaron también que la edición de 2034 se celebrará en Arabia Saudí.
La compra de votos fue uno de los males de la antigua FIFA, pero parece haberse sustituido por designaciones ad hoc para sus aliados preferentes. Ahora que se cumplen diez años del FIFAgate, la renovación que prometió llevar a cabo Infantino sigue generando más sombras que luces. En su informe publicado en 2024, la organización de derechos humanos con sede en Londres, FairSquare, establecía que “sin una una reforma externa, (FIFA) seguirá causando o exacerbando abusos de derechos humanos y otros daños sociales”.