La estadística y la narrativa sonríen a Indiana al ganar a Oklahoma el tercer duelo de la Final
El escolta de los Pacers Bennedict Mathurin, con 27 puntos, 10 de ellos en el último acto, ha impulsado la remontada de Indiana, ganando por 116-107 con un último parcial de 32-18. El 80,5% de las veces, el equipo vencedor del tercer duelo de una Final empatada en la NBA, se ha llevado el anillo.
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INDIANA PACERS 116 (2) - OKLAHOMA CITY THUNDER 107 (1)
Nada está dicho todavía en las Finales de la NBA, pero los Indiana Pacers ya han recorrido la mitad del camino en pos de su primer anillo. Después de romper el factor cancha en el primer partido de la serie, con aquel triple de Haliburton a 0,3 segundos para el final, dándoles la primera y única ventaja en todo el partido, los muchachos de Rick Carlisle han hecho valer su condición de locales para superar a unos Thunder que, en todo caso, sigue siendo los favoritos al anillo. Aunque quizá ya no tanto.
Como siempre que se trata de un producto «Made in USA», la estadística y la narrativa serpentean alrededor de los hechos. Por un lado, este triunfo de los Pacers pone a los de Indianapolis 1-2 por delante en el camino a la gloria, y según la estadística tiene un 80,5% de probabilidades de alcanzar el anillo, ya que ese es el porcentual de éxito de los equipos que se adelantan 2-1 en unas Finales de la NBA.
Pero la narrativa puede ser bien distinta. Por un lado están los «underdogs», los tapados de Indiana, que han alcanzado estas Finales a base de robar y robar factores cancha, conseguir remontadas que muy pocas veces se ven y de erigirse como una suerte de «villanos» que se oponen a una franquicia como los Thunder, joven, fresca y dominadora en la Fase Regular y contundente en los play-offs –superando en el camino una durísima Semifinal de Conferencia ante los Denver Nuggets en el desempate–, con un líder tan eléctrico como de talante calmado como es Shai Gilgeous-Alexander. Es decir, que la NBA vuelve a plantear una serie más entre «héroes» –OKC– y «villanos» –Pacers–, de forma que la épica, tanto el triunfo del «mal» como la remontada del «bien» se van a vender como algo que trasciende a lo simplemente deportivo.
Por el momento, en todo caso, el baloncesto es lo que prima y este tercer partido ha sido testigo de ello, ya que los dos equipos han puesto de su parte para lucir con galas su victoria, algo que ha sonreído a los locales luego de un último parcial de 32-18, en el que su defensa ha maniatado a los Thunder, curiosa medicina que OKC ha propinado a los demás en esta postemporada.
En ese sentido, las estrellas de los dos equipos han estado a la altura. Por ejemplo, 22 puntos, 11 asistencias y 9 rebotes de Tyrese Haliburton, un jugador «sobrevalorado» según sus colegas de la NBA pero que en estos play-offs está dando una imagen bien distinta, sobre todo teniendo en cuenta que Indiana lleva un 20-1 a su favor cada vez que Haliburton anota 20 puntos o más.
Sin salir de la aportación de Indiana, el camerunés Pascal Siakam, campeón de la NBA con Toronto Raptors en 2019, ha aportado 21 tantos y 6 rebotes, aportando poso, veteranía y actividad al juego de los muchachos de Carlisle.
En el bando opuesto, el sempiterno Shai Gilgeous-Alexander, con 24 puntos y 8 rebotes, los 20 tantos y 10 rechaces de Chet Holmgren o los 26 puntos y 6 rebotes de Jalen Williams.
Cualquiera de los dos ha podido ganar y de ahí los continuos cambios en el liderato del partido, a sabiendas de que el resultado este tercer duelo suele marcar la pauta en cuatro de cada cinco Finales de la NBA.
Cara y cruz de la redención
Alguien debía desequilibrar la balanza. Y ese otro no fue sino el escolta canadiense de los Pacers Bennedict Mathurin. Jugador de rotación en los esquemas de Indiana, ha promediado 15 puntos en la Fase Regular, pero en este tercer partido se ha ido hasta los 27 tantos, 10 de ellos, bien sabrosos y esenciales, en el último cuarto.
Más allá de ejercer de «arma secreta» coyuntural, Mathurin ha entrado en la narrativa de la redención. Una lesión de hombro en marzo del año pasado hizo que el escolta canadiense se perdiera los play-offs de 2024. En aquella ocasión los Boston Celtics hicieron valer su calidad y cierta inexperiencia de Indiana para lograr batirlos por 4-0 en las Finales de Conferencia Este.
Aunque ahora sea fácil cavilar sobre ello, la ausencia de Mathurin supuso perder un foco anotador tal vez secundario, pero presente, algo que en este tercer partido frente a los Thunder ha sido más que claro, al punto de haber sido elogiado por sus propios compañeros.
«Estoy orgulloso por cómo respondió. Le echamos de menos el año pasado, hablamos mucho de eso, de lo importante que sería contar con él en los play-offs, ahora hemos visto por qué», ha indicado al respecto Tyrese Haliburton.
El propio Mathurin ha querido agradecer al cuerpo técnico de los Pacers el trabajo específico que hicieron con él durante su período de ausencia por su lesión en el hombro, algo capital para destaparse en un contexto tan importante.
«No pude jugar mucho el año pasado, pero aprendí mucho al estar en el banquillo al lado de los entrenadores. Me encontré en una situación desafortunada, pero tuve la suerte de aprender mucho. Por eso tienes que estar listo, cuando llaman tu número tienes que salir y hacer las cosas correctas», ha explicado.
La cruz de esa historia de redención es el compatriota de Mathurin Shai Gilgeous-Alexander. El MVP de la Fase Regular ha perdido 6 de los 19 balones que se ha dejado su equipo, una cifra récord tanto para el base de OKC como para el propio equipo. Gilgeous-Alexander ha puesto el énfasis en la energía del equipo rival tanto frente a él como frente a sus compañeros de cara a plantar batalla en un partido que arranca ya este sábado –a las 2.30 de la madrugada en Euskal Herria–.
«Parecía como si en el último período ganaran todas las pelotas divididas. Ejecutaron bien en ambos lados de la cancha. Cuando cedes esas dos cosas, sin importar el cuarto, probablemente vas a perder ese cuarto. Todo gira en torno a eso, especialmente cuando juegas fuera de casa, en un ambiente hostil y con la afición apoyándolos a ellos», ha señalado.
Ante ello, la receta parece clara. «Tenemos que devolver esa presión, especialmente si quieres ganarle a un equipo así fuera de casa. Empezando por ti mismo y luego el grupo, tienes que ser el equipo más contundente, por supuesto», ha dicho.
Y en estas, entre unos Pacers que no se fían y unos Thunder que no se rinden, las Finales de la NBA siguen serpenteando en un camino conectado directamente con el anillo, o en lo que pudo ser y no fue.