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Lagungarri Senior, un modelo de vivienda cooperativa para mayores de 50 años

El primer proyecto de «cohousing» senior de Euskal Herria, ubicado en Murgia, estará compuesto por 51 viviendas completas y varias zonas comunes donde podrán vivir unas 60 personas. Ofrecerá asistencia sanitaria 24 horas, costeada por todos los socios.

Aspecto que tendrán las viviendas cooperativas de Lagungarri, en Murgia. (GRUPO ARRASATE TALDEA)

Lagungarri es un sueño que ya tocan con sus dedos los futuros residentes, personas de entre 50 y 70 años que compartirán un modelo de vivienda en Murgia, a veinte minutos de Gasteiz. El proyecto despegó en 2019, pero es ahora cuando toca ponerlo verdaderamente en marcha. Se trata del primer proyecto de cohousing senior de Euskal Herria.

«Esto viene de Dinamarca, de los países nórdicos, donde no han tenido en la cabeza el tema de la propiedad. Nos llevan mucha ventaja y nosotros estamos aprendiendo de ellos», explica Laura Irigaray, presidenta de Lagungarri.

En este momento son una asociación, y cuando lleguen al 90% de los socios formarán una cooperativa. Creen que ese momento llegará a finales de este año o a principios del que viene. En ese momento pedirán la licencia de obra, y después se empezará a construir.

Serán 51 viviendas, y actualmente son el 80% de socios -tienen 41 viviendas asignadas-, pero quieren llega- al 90% para estar seguros. «Estos proyectos novedosos cuesta lanzarlos y no queremos dar pasos en falso», indica.

Hay dos requisitos que los socios deben cumplir: que no necesiten cuidados para su vida diara, es decir, ser autosuficientes, y tener entre 50 y 70 años en el momento de asociarse. Una vez se es socio, ya no importa lo que pase. La cooperativa tendrá sus mecanismos para cubrir las necesidades de todos. Eso sí, se tiene en cuenta una pirámide de edad para evitar el envejecimiento simultáneo de los socios. Por eso, ahora están intentando que lleguen personas de entre 50 y 59 años. Las diez viviendas libres que quedan les gustaría ofrecerselas a personas de esa franja de edad.

CÓMO SERÁ VIVIR AHÍ

Las viviendas serán apartamentos de una o dos habitaciones, y cada socio decide por cuál de ellos se inclina. Pueden ser dos socios en una casa de una habitación, o ser una persona single y preferir una casa de dos habitaciones. La aportación de cada socio será en base a los metros que tiene la vivienda.

«Podemos recibir invitados, podemos hacer fiestas, se pueden quedar a dormir. Lo que no pueden es quedarse a vivir para siempre, porque para eso hay que ser socio», asegura.

Lagungarri será una cooperativa en cesión de uso. «Quiere decir que nosotros no vamos a ser propietarios ni de las viviendas ni del terreno. Con lo cual, no podemos alquilarlo ni venderlo, solamente usarlo. Tendremos un contrato de cesión de uso indefinido. Nos vamos a poder ir cuando queramos, pero también nos vamos a morir ahí si queremos», comenta.

Consciente de que a medida que los socios envejezcan los problemas de salud serán más evidentes, Irigaray explica que «la idea es que estemos cubiertos por Osakidetza, pero la cooperativa dará cobertura si, el día de mañana, alguno de nosotros necesita asistencia, cuidados». Para ello habrá un espacio destinado a los cuidados: «Cada uno de nosotros tendrá nuestro apartamentito, pero habrá una zona de comunes, grande, donde habrá un comedor comunitario, una cocina industrial, salas multiusos (biblioteca, gimnasio, sala de baile, lo que decidamos), y también habrá una parte destinada a atención 24 horas, para cuando necesitemos una ayuda profesional permanente. Será como en una residencia».

VENTAJAS FRENTE A RESIDENCIAS

Una vez en sus nuevas viviendas, los socios se conocerán, se harán amigos, compartirán ocio e irán resolviendo situaciones. «Si algún día nos toca ser cuidados, estaremos entre amigos, entre personas que conocemos. La propia cooperativa seleccionará a los cuidadores de esa zona 24 horas».

Según relata Irigaray, en una residencia hay lucro. «Los precursores de las residencias cobran a cada abuelito o abuelita un dineral, y parte de ese dinero es ganancia. En nuestro caso no hay ganancia. Los cuidados de las personas que estén en el servicio 24 horas se reparten entre todos, lo que cuesten, y se garantizará que la asistencia sea buena».

Además, se combate uno de los mayores problemas de las personas mayores: la soledad. «En este tipo de modelos no existe el aislamiento. Eso no quiere decir que no vayamos a cuidar que cada uno de nosotros tengamos nuestra parcela de vida solitaria si nos apetece, pero no obligada. Estos modelos de cohousing luchan por evitar la soledad. No hay que hacer nada especial, simplemente convivir con tus vecinos», comenta.

Aunque la cercanía con los vecinos es el punto fuerte del cohousing, también es donde más deberán trabajar: «Seremos unas 60 personas socias y tendremos que aprender a convivir; cuando tengamos diferencias, exponerlas e intentar llegar a acuerdos. Si necesitamos ayuda profesional para limar asperezas, la buscaremos. Estamos todos por la labor, pero sabemos que la convivencia es complicada».

PIONERAS EN EUSKAL HERRIA

Entre las personas socias hay gente de toda Hego Euskal Herria, pero también de Barcelona, Madrid, Valencia o Almería. «Hay tan pocos proyectos de este tipo, que si llevas un tiempo buscando este modelo, cuando sale uno haces las maletas para irte donde sea», dice la presidenta de la asociación.

Hay iniciativas similares más pequeñitas. Se están rehabilitando muchos caseríos, se hacen unas pocas viviendas y el resto es comunitario, «como si fuera un colegio mayor». «En nuestro caso -añade- cada uno tiene su vivienda completa, y luego está la zona común. La nuestra es una iniciativa privada, porque no hemos encontrado suelo público. Lo intentamos en Gasteiz, en 2019, pero como no pudo ser, tuvimos que buscar en otro sitio y nos topamos con el convento de las Carmelitas de Murgia».

La zona está bien comunicada con Gasteiz y Bilbo mediante transporte público y «es super bonita. Están las faldas del Gorbeia, hay unos paisajes alucinantes...», asegura Irigaray.

Cuenta que en Donostia y Bilbo hay algunos grupos que están intentando conseguir suelo público. «Por desgracia, creo que no lo van a conseguir, pero lo siguen intentando. Nosotros al menos tenemos la seguridad de que la falta de terreno no nos va a frenar, pues ya lo hemos comprado».

Reconoce que no habrían podido avanzar sin la ayuda de Grupo Arrasate Taldea. «Es un grupo especializado en cooperativas de viviendas. Nos dan un soporte técnico, jurídico y económico. Sin ellos no sería posible. Da seguridad saber que alguien experto está ayudándonos. Cuando nos entreguen las llaves habrán cubierto su papel y desaparecerán», explica.

De hecho, al ser un proceso largo la gente «se quema». «Ves que van pasando los años y la gente pierde la ilusión. Empezamos antes de la pandemia con un montón de reuniones con el Ayuntamiento, pero vimos que no era posible. Y con el paso de los años me doy cuenta de que la situación está peor ahora», menciona haciendo alusión al problema de la vivienda.

«Se está intentando resolver el problema de los jóvenes. Nosotros todos tenemos vivienda porque lo primero que hacíamos al empezar a trabajar era comprar ladrillo. Ahora, aunque quieran, es imposible. Por eso, los ayuntamientos y el Gobierno Vasco tiene en la cabeza resolver eso. El problema de los senior es la asistencia el día de mañana, y de momento parece que no lo ven», lamenta.

Una rueda de socios que se apoya en la lista de espera

Lagungarri Senior es un proyecto sin ánimo de lucro. Lo que cueste lo pagarán entre todos los socios. También es autogestionado porque todas las decisiones se van a decidir internamente y democráticamente. «Se plantearán las situaciones y se votarán, y lo que salga se llevará hasta el final», asegura Laura Irigaray sobre este modelo de vivienda.

En este tipo de proyectos, el 70% del costo total se financia. «Banca Ética es la única entidad que financia estos proyectos, porque las tradicionales no dan préstamos a personas mayores. El préstamo estará a nombre de la cooperativa, y nosotros, como aportación social, meteremos el 30%. Como en todas las cooperativas, el día que abandonemos la cooperativa, ese 30% se recupera íntegro».

El sistema se sostiene como una rueda: «Me reembolsará el socio que me sustituya. Estos modelos funcionan con lista de espera. Los que hay ahora mismo tienen listas de espera cerradas, ya ni siquiera cogen más gente. Tener lista de espera es indispensable para mantener esa rueda. Cuando un socio fallece, si los herederos cumplen los requisitos de acceso, podrán sustituir al socio, con prioridad. Si no cumplen los requisitos, recibirán la aportación social y entrará un socio nuevo de la lista de espera».