Washington eleva la presión sobre Caracas sin ocultar sus objetivos
La Casa Blanca deja de disimular y, a través de su jefa de gabinete explicita, que tras los ataques a supuestas narcolanchas venezolanas no solo hay una presunta guerra contra las drogas, sino la voluntad clara de forzar un cambio de régimen en Caracas y hacerse con el control de su petróleo.
«Volar embarcaciones hasta que Maduro se rinda». Por si alguien no lo tenía claro, la jefa de gabinete de la Casa Blanca se ha encargado de explicitar los motivos reales detrás de los ataques a supuestas narcolanchas que desde el 2 de septiembre han dejado ya 95 muertes confirmadas. Susi Wiles, en una entrevista publicada por “Vanity Fair” el martes, ha terminado por confirmar que, más allá de una guerra contra el narcotráfico que dice que es el núcleo de esas acciones, la voluntad de un cambio de régimen en Caracas es la verdadera razón que ha impulsado esos ataques indiscriminados. Hasta ahora únicamente en palabras de analistas y periodistas, el verdadero motivo por el que Donald Trump lleva más de tres meses atacando embarcaciones venezolanas está, por primera vez, en boca de un alto cargo de EEUU.
Aunque insistiendo en la legitimidad y eficacia de la autoproclamada «guerra contra las drogas», Wiles dejó entrever los planes que tiene el magnate neoyorquino para el país latinoamericano. Durante la conversación, la jefa de gabinete también admitió algo inédito hasta el momento: «Si autorizara alguna actividad en tierra, entonces sería guerra, y [necesitaríamos] al Congreso. Pero Marco [Rubio] y JD [Vance], en cierta medida, están todos los días en el Capitolio, informando». Así, Wiles reconoció que atacar objetivos en suelo venezolano obligaría a la Casa Blanca a obtener la aprobación del Congreso, un tema que evitan tanto el presidente como sus acólitos.
En efecto, esl mismo martes los secretarios de Estado, Marco Rubio, y de Guerra, Pete Hegseth, tenían previsto reunirse con senadores en el Capitolio con el fin de rebajar algunas de las tensiones que sobrevuelan el Congreso en relación con la potestad de Hegseth para rematar al tripulante que sobrevivió al primer ataque contra una de las supuestas narcolanchas. Aunque sin presentar aún prueba alguna que relacione a las personas que EEUU ha matado con el mundo del narcotráfico, Trump persiste en su lucha por aislar y arrinconar al principal almacén de crudo del mundo: Venezuela.
Para ello, el pasado lunes dio un paso más y anunció «el bloqueo total y completo de todos los petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela».
Bloquear y esperar
Sin escatimar en agresividad a la hora de hablar, el presidente estadounidense aseguró en su cuenta de Truth Social -su propia red social- que Venezuela «está rodeada» por «la Armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica» y que la conmoción será como nunca antes hasta que «devuelvan todo el petróleo, las tierras y otros activos que robaron previamente» a EEUU.
Ensimismado en su entramado habitual de reclamaciones y exigencias, Trump no ha dudado en señalar el motivo en torno al cual giran tanto sus intereses como el futuro de Venezuela: «El régimen ilegítimo de Maduro está utilizando el petróleo de estos yacimientos robados para financiarse, el narcoterrorismo, la trata de personas, el asesinato y el secuestro».
Aunque ya no sorprenda a nadie, Trump y Wiles han terminado por dejar claro que las acciones de EEUU no están dirigidas a combatir el narcotráfico como quieren hacer ver, sino que están encaminadas a provocar un cambio de régimen que termine por conceder al país hegemónico en la región el control sobre el crudo venezolano.
El Gobierno de Venezuela, por su parte, tachó el anuncio de Trump de «grotesca amenaza» y señaló que el republicano «pretende imponer de manera absolutamente irracional un supuesto bloqueo militar naval» con el objetivo de «robarse las riquezas» venezolanas. Señalando la «verdadera intención» del inquilino de la Casa Blanca, Caracas reiteró que el objetivo de Trump «fue siempre apropiarse del petróleo, las tierras y minerales del país a través de gigantescas campañas de mentiras y manipulaciones».
Tras el intercambio de declaraciones, el bloqueo ha entrado en vigor. Dieciocho petroleros sancionados por Washington y completamente cargados de crudo se encuentran en aguas venezolanas, monitoreados por EEUU. Ocho de esos navíos están clasificados como buques de carga de gran tamaño, similares al Skipper. El medio estadounidense Axios informó de que el Gobierno de Donald Trump planea decomisar esos petroleros si llegan a adentrarse en aguas internacionales.
El tablero tomó un nuevo aspecto la semana pasada, cuando el Comando Sur de Estados Unidos, que desde agosto ha atacado más de 30 embarcacione supuestamente ligadas al narcotráfico en el Caribe y el Pacífico oriental, dio un giro en sus operativos en aguas internacionales al incautar el petrolero Skipper, que transportaba crudo venezolano cerca de la costa del país suramericano y fue interceptado por fuerzas estadounidenses en el Caribe con una orden judicial. Aunque las autoridades estadunidenses esgrimieron que el buque estaba sancionado desde 2022 por sus vínculos con una «flota sombra» de transporte de crudo y por violar normas de sanciones, el movimiento no hace más que evidenciar una escalada de tensión de la que, por el momento, nadie se atreve a pronosticar el fin.
Y los demás, ¿qué?
China, fiel apoyo en términos retóricos, pero ausente sobre el terreno, manifestó ayer su «oposición» a lo que describió como «injerencia de fuerzas externas en los asuntos internos de Venezuela». Apostando, como hace siempre con asuntos que no le afectan, por la multilateralidad y la Carta de Naciones Unidas, el Gobierno chino expresó su apoyo a la «zona de paz». Cuba, otro de los aliados del Gobierno de Nicolás Maduro, no tardó en condenar el anuncio realizado por Donald Trump. «Apoyamos firmemente al presidente Maduro, a la revolución bolivariana y chavista, y a su unión popular-militar. Nuestro total respaldo al comunicado publicado por el Gobierno venezolano», aseveró el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en un comunicado difundido a través de redes sociales.
Así las cosas, y aunque las declaraciones de Estados e instituciones se sucedan, EEUU no parece atender a nadie más que a los intereses del nuevo «Corolario de Trump» que algunos tratan de relacionar con la Doctrina Monroe, principio de la política exterior de EEUU que busca su preeminencia sobre la totalidad del continente americano.
A medida que los buques permanecen inmóviles en la costa venezolana, el Caribe se ha convertido en un escenario donde el silencio tenso se mezcla con nuevas jugadas. La última, este miércoles.
Las fuerzas armadas de EE.UU. destruyeron una nueva lancha supuestamente ligada al narcotráfico en aguas internacionales del Pacífico Oriental y mataron a las cuatro personas que tripulaban la nave.
El ataque fue ejecutado bajo el marco del operativo "Lanza del Sur" y fue ordenado por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, de acuerdo con el Comando Sur por medio de su cuenta oficial de X. Las Fuerzas Armadas estadounidenses acompañaron la publicación de dicho ataque con un video donde se observa a un buque en movimiento que resulta impactado.
Con este nuevo ataque, ya son más treinta las embarcaciones destruidas y al menos un centenar de personas muertas, supuestamente asociadas al crimen organizado, aunque el Gobierno de Donald Trump no ha publicado detalles de sus identidades.
Ante una comunidad internacional que dejó hace tiempo de atender al derecho internacional, gran parte de él está en las manos de un mandatario estadounidense que es visto por los suyos como «capaz de lo que sea».