Arkaitz Otazu
Multados por la Ikurriña del 6 de Julio de 2019

Ikurriña bai, bai!

Parece ser que en la Pamplona gris, portar las banderas que al pueblo vasco nos representan tiene costes muy elevados, riesgos que nuestra sociedad tiene que soportar.

Son las ocho de la mañana, esta vez no ha hecho falta ningún tipo de despertador para hacernos levantar. Después de una noche movidita, nervios al entrar en la cama, excitación rozando el insomnio, ¿se me habrá olvidado algo?

Hoy te levantas con una alegría que te sobrepasa el pecho nervioso, desayunas como puedes, de fondo en tu cabeza canciones que te levantan de la silla, una tras otra, como si fuese la introducción de una gran obra de caos y emoción. Como todos los años te vistes de blanco y cuando te ves en el espejo dices «sí, ya es el día». Te atas el pañuelo a la muñeca, sabes que son pocas horas lo que ese pañuelo va a durar ahí pero entre malabares consigues hacer un nudo que aguante la tensión de las próximas cuatro horas. Y por fin antes de salir de casa haces el nudo de compromiso que te va a atar a tu ciudad, a tu sentimiento a tu país, la faja a la izquierda, como siempre.

Durante las siguiente horas solo tienes en mente un estallido, un único sonido que va hacer explotar pase lo que pase a miles de personas de emoción y éxtasis. Aunque un alarido de nervios te hace recordar que no puede ser un estallido cualquiera, sino que una sucesión de pequeños engranajes se tienen que dar para que esta Iruñea, que tiene memoria y siente, brinde de emoción.

Durante esa mañana hay gente que prepara para la familia, cuadrilla, amigas o compañeros los almuerzos. Otras como pequeñas hormiguitas van decorando la ciudad. Con sus más y sus menos todo sucede con fluidez. A cierta hora a algunos el reloj nos hace abandonar esa mesa que con tanto cariño nos han preparado. Es la hora, la kalejira está a punto de empezar. El color uniforme de la fiesta pasa de ser de blanco y rojo a diferentes vestimentas con artilugios y caras muy lejos de la ilusión, que te hace recordar el carnaval, pero no esto no es carnaval. Tras una de las horas más largas del año, miles de personas dejan claro cuáles son los colores de la ciudad, cuáles son nuestros símbolos como navarros, como euskaldunes, como miembros de este nuestro pequeño país, ¡Euskal Herria! Ikurriña Bai Bai!

Pues sí, por esto mismo durante los años que llevamos de supuesta libertad, han sido cientas las personas acusadas de decenas de delitos, multas, juicios, incluso algún encarcelado. Parece ser que en la Pamplona gris, portar las banderas que al pueblo vasco nos representan tiene costes muy elevados, riesgos que nuestra sociedad tiene que soportar. Sin ir más lejos este año pasado, durante el transcurso del txupinazo, un grupo de policías municipales con sus porras extensibles, repito, porras extensibles, se hacían paso entre miles y miles de personas para tratar de parar la ilusión de esta nuestra Iruñea llena de color y alegría. Mientras tanto en la casa consistorial concejales eran maltratados y apaleados por el mismo cuerpo de seguridad. Durante esos diez o quince minutos, la policía insultó, empujó, agredió a todas las personas que estaban ahí. Se pudo ver hasta como a una de las personas le agarraban de los pechos con la excusa de obedecer a un bando municipal que prohíbe la presencia de telas de ciertas magnitudes. Curioso cuando los únicos elementos existentes en la plaza eran las pelotas de publicidad que más de una vez han creado estragos entre la población y aumentan el agobio que se vive en esa bonita plaza. Fueron momentos tensos donde el miedo y los constantes golpes nos trataban de separar de ese ansiado brindis de libertad.

Este año siete personas fueron incriminadas por la Policía Municipal de Pamplona por unos hechos que se distancian mucho de la realidad. En el encierro del día 9 otras tres personas fueron agredidas y multadas mientras pasaban los mansos, por el mero hecho de preguntar el porqué de la presencia policial en el recorrido del encierro durante su transcurso, poniendo en peligro a todos los participantes del encierro. En total más de 5.500 euros en multas.

Somos los arrantzales, las guerreras, los barbudos, las insumisas... y como siempre hemos hecho y haremos este año defenderemos nuestra Iruñea llena de color y alegría todas juntas. Este año una vez más nuestros símbolos apoyados por el movimiento popular, fueron ondeados por miles de personas. Dijimos bien claro, que hacemos insumisión a todo tipo de bandos municipales que repriman y cohíban la libertad de nuestro pueblo. Son nuestros símbolos y estamos orgullosos de defenderlos, por eso tened claro que los defenderemos y volveremos a incumplir todo tipo de ley que quiera alejarnos de nuestra identidad, mediante la desobediencia y siempre con responsabilidad hacia nuestra cultura. Por eso mismo en este tiempo de responsabilidad y confinamiento sacaremos a nuestro balcón nuestra ikurriña nuestra bandera de Nafarroa y una vez más todas juntas llenaremos de color nuestra querida Iruñea.

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