Jose María Pérez Bustero

8 de Marzo: Día de la Mujer

El 8 de marzo, aunque denominado Día de la Mujer, estimula la nueva relación de amigos, confidentes, socios de ideas y tareas entre mujeres y hombres.

En la perspectiva sexual transmitida por las religiones y tradiciones, el hombre ha sido visto como sujeto principal de la sociedad y de la familia, y la mujer como dependiente y subordinada a él.
La misma Biblia expone que Dios creó al hombre y que, de una costilla de él hizo a la mujer. También en los evangelios se citan como personajes decisivos a los apóstoles, y la iglesia ha puesto como sus herederos a los obispos de las ciudades. Machos todos.

Asimismo, los historiadores indican siglo tras siglo como personajes a tener en cuenta a reyes, emperadores, colonizadores. Machos. ¿No asoma alguna mujer? Simples esposas o herederas de alguno de ellos.

Vamos al siglo XVIII considerado importante pues empezó en Europa la que llaman revolución industrial que originó amplias transformaciones económicas, culturales y tecnológicas. Y sobrevino la llamada Revolución francesa, que originó una nueva fase histórica. ¿Cambió la perspectiva sobre la mujer? Ahí tenemos el llamado «Código de Napoleón», de 1804, que promovía los conceptos de libertad, igualdad, fraternidad. Pero en modo alguno incluía a las mujeres como beneficiarias. Seguían supeditadas a los maridos.

En todo caso, en dicho siglo aparecen mujeres que, frente a aquella situación, demandaron un replanteamiento ideológico y social. Y expresaron la nueva perspectiva de que no se nace mujer encajada en su casa, sumisa a los hombres y apartada de las grandes decisiones socio políticas. La fuerzan a ello los machos y su sistema.

Precisamente esas mujeres generaron un movimiento feminista que buscaba un proyecto de igualdad, y que supuso un profundo retoque en la mentalidad machista. Tanto que el 8 de marzo de 1910 se proclamó el «día de la mujer trabajadora». La pena fue que dicho apelativo se refería a las que trabajaban en empresas, sin mencionar a las mujeres envueltas en sus quehaceres domésticos.

En ese sentido hay que recordar que, cuando surgieron las dos guerras mundiales del siglo XX, al haber un alto porcentaje de hombres implicados directamente en ellas, se recurrió a las mujeres para ocupar los espacios que se habían quedado vacíos en el ámbito industrial. Y se produjo una revaloración de las mujeres.

En el Estado Español. hubo un gobierno republicano entre los años 1931 y 1932, que dio un paso importante: declaró que la mujer poseía la misma igualdad jurídica que el hombre. Y que, por ello, tenía el derecho a votar en las elecciones, y también a divorciarse si no aguantaba su situación matrimonial.

Pero sobrevino el gobierno de Franco, y puso en marcha un tremendo retroceso frente a esa propuesta, pues asignó como propio de la mujer el ámbito doméstico. O sea: ser madre-esposa-guardia del hogar. La enseñanza misma diferenció escuelas para niños, y escuelas para niñas.

Desde luego el franquismo y su crueldad generó en muchas zonas y ámbitos movimientos de animadversión a su visión política, social y cultural. Y al paso de los años se fue creando una situación nueva: hombres y mujeres trabajaban juntos en empresas de todo tipo: en las que producían y vendían energía eléctrica; en las dedicadas al comercio, en ambulatorios, hospitales y clínicas; en la enseñanza; en los sindicatos. Y, además, iban juntos en manifestaciones públicas reclamando derechos ciudadanos.

Actualmente toman parte en la responsabilidad de gobiernos municipales, regionales o centrales, en el sistema policial municipal o regional, en las prácticas del deporte, como baloncesto, tenis, frontón, fútbol, carreras pedestres, golf, natación, patinaje, hockey…

Con ello, se da la perspectiva de que la calle es lugar de encuentro y coloquio entre hombres y mujeres. Intercambian pareceres, generan confianza y amistad mutuas, llevan unas y otros a sus criaturas en carritos de bebé.  

 Ese contacto les abre un camino esencial: entienden mejor lo qué es el proceso, las perspectivas, los deseos del otro y de la otra. Y se hace más auténtica la perspectiva sexual. La homosexualidad, el lesbianismo, el machismo… son realidades acogidas como situaciones corrientes.

Desde luego, los porcentajes de mujeres en la dirección de empresas, en las tareas municipales, en los cargos públicos muestran que falta mucho para un reparto igualitario. Pero se ven cada vez más unidos los hombres y las mujeres. Diferencias en caderas, hombros, tripas, pero unidos en las perspectivas sociales.

Así que el 8 de marzo, aunque denominado Día de la Mujer, estimula la nueva relación de amigos, confidentes, socios de ideas y tareas entre mujeres y hombres.

Es cierto que no se ha llegado a la cima de la igualdad entre hombres y mujeres, pero se va en esa dirección. Se percibe como posibilidad que el hombre aprenda de la mujer, haga el recorrido que hacen ellas, se de cuenta que tienen tareas y cualidades que debe asumir todavía más. Y para ello avergonzarse de su propio recorrido, y aceptar la ventaja de convivir y aceptar a la mujer como socia y compañera, paralela a él.

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