José Antonio González García «Nebera»

8 de marzo día de la mujer trabajadora

Que ese mismo éxito no nos emborrache, en plural, y sigamos creyendo que si tenemos todas las razones vale la pena aportar por ello.

No sé si me puedo apuntar a la huelga que muchas mujeres van hacer este 8 de marzo, lo digo por ser hombre y jubilado, pero está claro que les apoyo y que apoyaré siempre las reivindicaciones sociales de todas y todos. Vaya por delante.

Estos días previos al 8 de marzo las declaraciones de voluntades, son muy pocas aquellas que no la apoyan y casi siempre bajo el escudo del deber o algo así, que la justifican y la jalean aunque al parecer, que no es poco, el lema era por la igualdad.

A trabajos iguales, salarios iguales.

Estos días los jubilados también se están manifestando por unas jubilaciones dignas, ya saben aquellas que te permiten llegar a fin de mes con algo en el frigorífico y la calefacción encendida. También estoy con ellos y ahora por derecho.

Hay otras muchas reivindicaciones y manifestaciones que nos llegan desde la pantalla o los periódicos y no todas comparto, no todas son sociales como apuntaba mas arriba y no todas creo justas. Mejor no enumero estas por aquello de la ley mordaza y el es peligroso hablar.

La calle está que arde y hay quien la está comparando como aquel mayo del 68, poca imaginación y peor memoria si cabe. Aquel mayo del 68 de los Pirineos para abajo no se movió ni cristo, con minúsculas por si acaso.

Si paran las mujeres se detiene el mundo.

Es uno de los muchos eslóganes y me imagino, ni lo dudo, que cierto pues no en vano son mas del cincuenta por ciento de la población mundial o de las llamadas a secundar esta huelga del 8 de marzo.

También quiero creer que si los que paramos somos la otra casi mitad, aunque menos, este mundo también tendría muchas dificultades para continuar este día a día.

Igual hasta salíamos ganando si una vez parado, sea quien sea quien lo pare o lo paremos entre todos que sería muchísimo mejor aún, nos diese por reflexionar hacia donde arrancar y a qué ritmo transitar si es que al final vale la pena. Son palabras mayores y seguramente una mas de las muchas utopías que llenan mis pensamientos.

Si los jubilados y jubiladas decidiesen votar en una dirección, o incluso crear su propio partido político y concurrir por libre, se podían parar muchas sinrazones.

Las autopistas innecesarias, los trenes de alta velocidad, los aeropuertos inservibles, los hoteles junto a las playas, los cargos de confianza de políticos, la multiplicación de la Casa Real, los favores a la Iglesia católica, los cientos de coches oficiales, los gastos sin justificación. Con un giño a Donostia y a Gipuzkoa añadiría, por ejemplo, la incineradora, que lo que si sabemos va a quemar son los presupuestos de varias décadas, y el mal llamado metro de Donostia. 
Cierto que también bastaría con que fuesen otros, no los políticos, los administradores de lo público.

La verdad es que no sé por qué los políticos son tan malos gestores de lo público, del dinero en especial. No hace falta que me contesten que la respuesta yo también la tengo.

Pero hoy solo quería hablar del derecho a la igualdad, del derecho, y no solo de las mujeres, a cobrar el mismo salario por un mismo puesto de trabajo.

Para cuando publiquen estas líneas, seguramente, la huelga habrá sido un éxito en cuanto a la respuesta y no solo de las mujeres, yo también estaré con ellas está claro, solo hará falta que ese mismo éxito no nos emborrache, en plural, y sigamos creyendo que si tenemos todas las razones vale la pena aportar por ello.

Y digo yo, para acabar, porque no reivindicamos los mismos salarios que los políticos, las mismas pensiones que los políticos, el mismo aumento anual que ellos mismos se votan y dan… pues también es cierto que el servicio de muchos a esta sociedad de todos rara vez será comparable con el que todas y todos hemos aportado, muchas veces por narices.

8 de marzo del 2018 todas y todos a la calle, a llenar las calles y, por favor, sin banderolas de sindicatos que acabaran, como hasta ahora, jodiendo todo.

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