Acuerdos PNV-PP (y el PSE de comparsa)
Esta reflexión está escrita desde Getxo, lo que puede parecer excesivamente local, tal vez no lo sea tanto. Getxo no es una isla en la CAV. Es cierto que la situación política que dibuja el pleno de Getxo aparenta distar bastante de la situación que se ve en el parlamento vasco. En Getxo los partidos de derechas copan la mayoría de la representación: el PNV es la primera fuerza con 9 concejales, el PP la segunda con 6 y la tercera, también con 6 es EH Bildu. Completan el pleno PSE con 3 concejales y Podemos con 1. El gobierno lo forman PNV y PSE, pero no llegan a la mayoría absoluta y es aquí donde el PP se ha alzado como el aliado indispensable (y satisfecho).
En Sabin Etxea miran con especial cariño a Getxo, no en vano la alcaldesa es nieta del lehendakari Aguirre. A nadie se le escapa que el PP tiene en Getxo uno de sus bastiones y pilar de su representación en Bizkaia.
Desde las elecciones de mayo de 2023, el PP se ha convertido prácticamente en el tercer partido del gobierno, han pactado: los presupuestos; el contrato de Recogida de Basuras (el más importante del Ayuntamiento); los sueldos de corporativos y el reparto de asesores; el PP ha acudido al rescate del equipo de gobierno en cuestiones como contratos pagados sin soporte contractual o créditos adicionales. Para completar este rescate, lo populares han llegado a cambiar posiciones que habían mantenido tradicionalmente. Pronto veremos un nuevo acuerdo en torno al PGOU, estoy seguro de eso, de momento lo que puedo decir es que nadie el PNV se ha dirigido a EH Bildu ni siquiera para intercambiar opiniones al respecto. El PP es el socio estratégico del PNV.
Estos acuerdos no los comparto, sobre todo porque mantienen a Getxo en la senda de un modelo que hace aguas, que necesita un cambio radical y que se ha revelado obsoleto e ineficaz. Una forma de hacer política alejada de la gente, encerrada en despachos e intereses partidistas. Pero lo cierto, es que sin compartir estos acuerdos son esperables y comprensibles.
Hace años, un insigne representante del PNV de Getxo me dijo que era mucho más fácil pactar con el PP que pactar con EH Bildu. Su argumento se basaba en que las negociaciones con EH Bildu siempre tenían un sesgo ideológico, era algo en lo que creíamos. De alguna manera poníamos en cuestión el proyecto del gobierno y pretendíamos introducir cambios de dirección en asuntos sustanciales.
Las negociaciones con el PP las redujo a dinero, era tan sencillo, en su opinión, como dejarles algo que dinero libre para hacer algún proyecto suyo y colgarse la medalla. Esto, decía aquel representante del PNV, hacia más complicadas las negociaciones con EH Bildu (y reconocía también que más sólidas y profundas) y más sencillas las negociaciones con los populares.
Un segundo motivo, a mi entender, es que dejando de lado la bandera en la que cada cual envuelve sus discursos, los modelos sociales de PP y PNV no se diferencian mucho: hablan de participación, pero utilizan la participación ciudadana, justo para negar la participación ciudadana; apuestan por el urbanismo de cemento y megaproyectos; gustan de utilizar, y manipular, la sensación de seguridad/inseguridad de la ciudadanía; su apuesta por la privatización de servicios es insaciable; cuando carecen a argumentos recurren al bulo, al fake, al ataque gratuito y la mirada acrítica del pasado…
En este contexto es perfectamente entendible la predilección del PNV por el Partido Popular, y que las gentes del PP, olvidando sus algarabías, se dejen querer y acariciar. Hay que trabajar menos y los modelos socioeconómicos son similares.
Más incomprensible me resulta la posición de una fuerza que se dice de izquierdas. Colaborando con las derechas, asumiendo un papel de comparsa irrelevante y amedrentado ante el ejercicio de un protagonismo político real. No creo que muchos votantes del PSE entiendan una colaboración permanente con un PNV, al que critican, y apoyada en un PP con el que dicen competir.
Getxo es un ejemplo visible, pero la colaboración del PP ya ha sido patente en la Diputación de Gipuzkoa, en el Ayuntamiento de Gasteiz, y en otras tantas instituciones. ¿Será distinto lo que ocurra en el Parlamento Vasco de lo que ocurre en Getxo?