Pilar Pingarrón y Pepi Berasategi*
Asociación Victimas del Genocidio-Genozidioaren Biktimen Elkartea

Al señor Eneko Goia, alcalde de Donostia

Se sigue ejerciendo desde el Ayuntamiento la misma política de olvido selectivo, ignorando las muertes en las calles de nuestra ciudad. Son los casos de María José Bravo (violada y asesinada por los que se les denomina «incontrolados»), Aristizabal, García Ripalda, Iñaki Kijera, Rosa Zarra, Joseba Barandiaran y Salegui.

La Asociación Víctimas del Genocidio-Genozidioaren Biktimen Elkartea, perteneciente al Consejo Sectorial de la Memoria Histórica del Ayuntamiento que usted preside, con el debido respeto le remite el siguiente escrito en el convencimiento que le prestará la atención que, en nuestra opinión, merece la relevancia de lo que se expone.

La Asociación Victimas del Genocidio-Genozidioaren Biktimen Elkartea, en una coyuntura en la que usted se muestra sensible y generoso para hacer frente a comportamientos sociales contestatarios, se ve obligada a recordar el incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica y discriminación en su aplicación. Todo ello a pesar de los requerimientos que sobre el particular se vienen exigiendo, para que esta ciudad honre también con placas individuales a los miles de donostiarras que han sufrido, y sufren, el apartheid en materia de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

Porque hay que recordar que la placa recordatorio a los fusilados en el monte Ulía lleva varios años destrozada por la acción de los que siguen gozando de impunidad.

Que más de 400 fusilados –casi todos con la denominación de desaparecidos tras ser sacados de sus domicilios; así entre otros, Hipólito Berasategi, Jorge Lassalle, Ibañez, Zeligueta, Aristegui, Trincado, Moya, Zabala– carecen de una placa en sus respectivos lugares.

Que de las víctimas causadas por los bombardeos que se realizaron en Donostia sobre la población civil no existe relación ni placa, siquiera para que la ciudad las recuerde. Todas ellas fueron mujeres: Hauxine, Lucila, Guadalupe, Encarnación, Petra, Eugenia, Plácida y María.

Que el parque Allende, de Bidebieta, otro de los lugares de fusilamiento, carece de placa individual y relación nominal que los recuerde (Mola Urtasun, conmutada la pena tras ser fusilado, etc.). Algo que se repite en las dos fosas descubiertas en el Puente de Hierro, donde no existe relación nominal ni placa individual (entre ellos el funcionario municipal Millán Zabala);

Que, ya en sucesos más recientes, se sigue ejerciendo desde el Ayuntamiento la misma política de olvido selectivo, ignorando las muertes en las calles de nuestra ciudad. Son los casos de María José Bravo (violada y asesinada por los que se les denomina «incontrolados»), Aristizabal en calle Miramar-Andia, García Ripalda en calle Larroca-Carquizano, Iñaki Kijera en calle Campanario, Rosa Zarra en Avenida de Madrid, Joseba Barandiaran en calle San Bartolomé, Salegui en Añorga. Todos ellos muertos por disparos policiales.

Que nuestra ciudad ha venido siendo reconocida como la capital europea de la tortura, practicada a millares de personas, algunas fallecidas bajo tortura (Quesada, Lasa, Zabala, Zabalza, Muruetagoiena) en siniestros lugares (Gobierno Civil, Zumalakarregi, Intxaurrondo, Aiete-La Cumbre). No existe en estos lugares de memoria una mínima referencia que los recuerde, y a su vez nos recuerde lo que nunca debió ocurrir.

Que fueron seis mil donostiarras los que generosa y voluntariamente hicieron frente a la sublevación del ejército franquista. Gracias a su entrega consiguieron la recuperación del control de la ciudad y la toma de los cuarteles del barrio de Loiola. Cerca de quinientos pagaron con su vida, otros con la cárcel, campos de concentración nazis y españoles, el trabajo esclavo, y el exilio. Todos ellos merecen algo más que el olvido partidista del Ayuntamiento de Donostia.

La Asociación Víctimas del Genocidio, tal como viene exigiendo en el Consejo Sectorial de Memoria Histórica del Ayuntamiento que usted preside, considera que ni la verdad, ni la justicia, ni la reparación y la no repetición, se garantizan ni atenúan con el olvido partidista. Unos pupitres pueden servir de atenuante, pero la actuación discriminatoria y de olvido a que ha sido sometida durante décadas una relevante parte de la sociedad donostiarra no contribuye a la convivencia; por el contrario, la agrava.

Señor Eneko Goia, señor alcalde, la aceptación de lo expuesto depende de su sensibilidad; la solución de su voluntad.

*Firman este artículo Pilar Pingarrón, Pepi Berasategi, María Teresa Lassalle, Pilar Liberal, Mercedes Moya, Elena Oiarzabal, Aingeru Ezkerra, Mikel Pascual, Jorge Lassalle, Marisa Urra, Carlos Lasheras, José Ignacio Indaberea, Félix Soto, Xabier Apaolaza, Xabier Elizalde y Pilar Montoia.

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