Álava, territorio solidario... pero no de usureros y explotadores
Hace unos días, a las ocho de la tarde en la Virgen Blanca, sectores de la ciudadanía alavesa, nos concentrábamos para exigir con nuestra presencia –y nuestras firmas– que las instituciones del territorio, Ayuntamiento de Vitoria y Diputación alavesa, declararan a Gasteiz y Álava, ciudad y territorio de refugio, respectivamente.
Tras iniciativas como la de Barcelona y otras ciudades Europeas para gestar una Red de Ciudades Refugio, como ciudadanía hemos exigido estar ahí -el llamamiento surgió desde plataformas de la propia ciudadanía, desbordando las líneas institucionales-. Ahora debemos avanzar, comprometernos y gestionar esta exigencia de la ciudadanía, de los derechos humanos. Contribuyó el horror de la foto de un niño que hoy ya tiene nombre. Era la gota de un proceso que se había gestado con el repudio al Sahara, a Palestina, a la guerra de Irak con su inmenso rosario de muerte y destrucción, siguió con el estremecimiento indignado ante imágenes de la guerra en Siria, creció con las imágenes de los y las refugiados e inmigrantes hoy. Afloramiento indignado con la imagen de la muerte absurda de una vida cortada. Pero sabemos todos y todas que esto es solo el puntito que emerge de miles de vidas sesgadas sin sentido, de personas civiles heridas, desplazadas, familias desgarradas, huidas de las balas, la destrucción y aplastamiento de futuros humanos. Resultado de cruces de intereses geopolíticos, financieros, del comercio e industria armamentística. Por ello ser espacios de refugio pero también espacios de exigencia del llamamiento que hacia ese otro niño sirio. “No queremos ir a Europa, paren la guerra en Siria”. Actuemos para ir parando, aislando a los agentes que la producen, que la mantienen, que experimentan y se enriquecen con ella o sacan ventajas geopolíticas.
Tierra de refugio necesaria para la desesperación, pero tierra de aislamiento y expulsión de señores de la guerra, de la explotación, del fraude y robo institucionalizado. Vemos hoy en la prensa que “El círculo de Empresarios quiere abaratar el despido y subir el IVA”, reducir a 18 días la indemnización por despido más subir el IVA, para profundizar en las reformas estructurales, para “acelerar el crecimiento, la creación de empleo y la consolidación fiscal”. Traducido, más poder para explotar, más extender la indefensión de la población trabajadora, hacer que paguemos más todos a través del impuesto más injusto. En definitiva medidas para seguir acumulando riqueza y beneficios “robándonos estructuralmente” como lo han venido haciendo. Latrocinio estructural cotidiano.
También tierra de aislamiento y expulsión de las prácticas defraudadoras, del latrocinio cotidiano, institucionalizado, de entre otros, los bancos. Instituciones financieras que a través del cobro de comisiones en la gestión del dinero que dejamos depositado, sin consultarlo, sin explicar en qué ámbitos, sin soporte legal y, normalmente sin el conocimiento de cada usuario, aumentan beneficios. Sin hablar del uso de nuestro dinero en negocios y transacciones que no pasarían la criba de los derechos humanos -y que lo ejercen también sin nuestro consentimiento- pero que dan dinero rápido y grandes beneficios, y quizá conectadas a dinámicas productores de estas guerras.
Por ello exijamos a nuestras instituciones actuar prestando refugio a quienes lo merecen pero aislando a quienes limitan derechos de la ciudanía. Podemos así lo exigiremos.