José Luís Paulín Seijas
Médico especialista en Medicina de Familia

Algo tendrán las incineradoras cuando las maldicen

Durante todos estos años hemos intentado ser constructivos y aportar nuestros conocimientos, tanto a la sociedad como a nuestros dirigentes. Hemos sentido el aprecio de esa sociedad a la que hemos intentado informar, pero también el desprecio y el ninguneo de algunos de nuestros dirigentes.

Dicen que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y la ciencia la estudió y descubrió todo el potencial de vida que guarda y nos ofrece. Algo tendrán las incineradoras de residuos cuando las maldicen, pensamos allá por el año 2002, cuando se anunció que sería el modelo estrella de gestión de residuos en Gipuzkoa. Y como científicos, acudimos a aquello que conocemos: la ciencia. Y ésta, una vez más, nos hizo luz por encima de las ideologías. Y nos dijo que había una asociación entre estas instalaciones y enfermedades graves sobre la salud humana. No vamos a repetir aquí los datos que hemos hecho públicos hasta la saciedad, y que están encima de las mesas de los que han decidido que sus intereses políticos están por encima de la salud de sus gobernados.

Está claro que las ideologías se empeñan en estar por encima de la ciencia y sus realidades, y eso sólo tiene un resultado posible: negativo para el ser humano.

Durante todos estos años hemos intentado ser constructivos y aportar nuestros conocimientos, tanto a la sociedad como a nuestros dirigentes. Hemos sentido el aprecio de esa sociedad a la que hemos intentado informar, pero también el desprecio y el ninguneo de algunos de nuestros dirigentes. No han sido capaces de apreciar el potencial constructivo que tiene esta sociedad y que está puesto a su disposición. Han decidido hipotecar la salud de sus ciudadanos durante generaciones, cuando existen alternativas mucho más saludables. Todo el proceso nos recuerda demasiado a cuando hace años se barruntaba lo perjudicial del amianto, y los responsables de la época, a sabiendas al menos de la duda razonable, no aplicaron el principio de precaución y decidieron que los trabajadores de entonces continuasen expuestos. Esos trabajadores son los que hoy están muriendo por una causa que hubiese sido evitable. Nuestros responsables de hoy sabrán qué intereses les han podido más que la salud de sus conciudadanos, allá con su conciencia. Las hemerotecas quedarán aquí, con sus nombres, como testigos de su irresponsabilidad.

Nosotros sólo podemos decir que en estos días de «primera piedra» y declaraciones rimbombantes, no se termina un camino de lucha contra una infraestructura insalubre y sin sentido. Todo lo contrario, se dan motivos para redoblar esfuerzos en pos del sentido común.

Dicen que son absolutamente seguras, pero van a estudiar a los habitantes de los pueblos de alrededor ¿por qué? Nosotros, una vez más, les ofrecemos nuestros estudios. Pero es que, además, lo único que buscan es un lavado de cara a su galería pues, desde el GEIS, estamos en condiciones de afirmar que las características del estudio con el que pretenden investigar a los ciudadanos y ciudadanas, no permiten valorar de modo fiable el impacto en la salud humana de las patologías relacionadas con la incineración de residuos.

Desde el GEIS anunciamos que seguiremos en la línea que hemos mantenido hasta ahora; estudiando la relación entre incineración de residuos y salud humana, comunicándolo a la sociedad y sus representantes políticos y poniéndonos a su disposición.

Mientras hay vida hay esperanza, dice el dicho. La incineradora no está hecha, por lo tanto, hay vida, por lo tanto, esperanza.

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