Iñaki Barrutia Arregi
Psicólogo Clínico

Alguna idea para la nueva anormalidad

Viendo la emergencia climática si fuese joven estaría aterrorizado, pero como estoy jubilado el terror es vicario y predictivo. Podemos afirmar que el terrorismo capitalista esta destruyendo Ama Lurra.

Para la nueva anormalidad considero que se deben emplear con profusión dos términos o conceptos, atentado a los sentimientos laicos y terrorismo capitalista. Las palabras también tienen un poder transformador de las sociedades y por ello, siguiendo la idea conocida en nuestros lares de que todo lo que tiene nombre existe , vamos a intentar describir estos conceptos para evidenciar su existencia.

Frecuentemente escuchamos la idea de que satirizar y ridiculizar iconos religiosos como dios, la virgen o ala ofende y son un ataque a los sentimientos religiosos. Parece que es una cuestión de epidermis y los bautizados tenemos la piel más fina y delicada y los sentimientos más exquisitos. Por suerte, algunos hemos evolucionado y defendemos otro tipo de sensibilidad como mi sensibilidad atea, la sensibilidad laica de mi cuñado y la agnóstica de mi amiga Iratxe.

Podemos asegurar que la piel de la jerarquía eclesiástica es tan fina como la del antiguo papel abadie, que se empleaba para liar tabaco; eso si, con una cara dura como para vomitar por la boca los mayores exabruptos de tipo medieval. Nuestra piel y sensibilidad, no es de papel abadie , es laica; por ello, empecemos a definir los ataques a nuestra sensibilidad. No necesito ir al pasado donde la inquisición quemó y torturó a miles y miles de mujeres; ni a la doctrina terrorista del sexto mandamiento, que iba en contra del instinto natural de sexualidad; tampoco voy a relacionar estadísticamente el celibato y la pederastia. Para definir el ataque a los sentimientos laicos utilizare las declaraciones de la mayoría de los popes de la iglesia y algunas acciones de la jerarquía eclesiástica.

Haciendo un repaso de los exabruptos, tenemos que un párroco de Jaén vomitaba, «antes los hombres se emborrachaban y pegaban a sus mujeres, pero no les mataban, gracias al quinto mandamiento»; un cura histriónico de Tenerife eructó que un padre mató a sus dos hijas por la infidelidad de su mujer; el obispo de Tenerife se proyectaba diciendo que algunos menores provocaban los abusos sexuales; en la berrea del obispo de Málaga el matrimonio homosexual era como las relaciones entre un hombre y un perro; el obispo de Córdoba ladraba que la fecundación in vitro era un akelarre químico; el de Orihuela se mortificaba con la revelación de que los malos tratos se producen porque la mujer actual no tiene ni tolerancia , ni paciencia, ni espíritu de sacrificio; el arzobispo de Granada “aconsexó” a las mujeres creyentes con esta proclama, “Mujer, practicarás felaciones a tu marido siempre que te lo ordene. Pero cuando lo hagas, piensa en Jesús. Recuerda, no eres una pervertida”.

Estos ejemplos son de la España rancia, pero aquí, en Euskalerria, también tenemos talibanes; el obispo de Pamplona que tiene buena relación con la Hermandad Caballeros Voluntarios de la Cruz, presidía un acto en el que el ritual se conformaba con arreglo al Deber Segundo de los Caballeros: «luchar con agresividad castrense contra la irreligión, o las malas costumbres…»; el obispo de Gipuzkoa también emulaba a los talibanes diciendo que el diablo esta dentro del feminismo radical o que el aborto libre y gratuito es un genocidio femenino.

Estas declaraciones desde sus púlpitos son el marco teórico de la violencia de género y de las agresiones homófobas.

Pasando de los exabruptos a los actos de la iglesia, nos encontramos que la pederastia se da en un porcentaje muy alto en contextos eclesiásticos, donde predican el sexto mandamiento a la vez que violan a niños; las inmatriculaciones son un robo sin confesión ni penitencia; iglesias, casas parroquiales, terrenos, colegios, propiedades que fueron construidas y pagadas por el pueblo, pasan a manos de la jerarquía eclesiástica por arte de trilero. Vemos que hay material y ejemplos abundantes que ofenden los sentimientos laicos.

Otro concepto que defiendo su uso frecuente es el de terrorismo capitalista. El terrorismo se define como hechos que extienden el miedo entre la población, se relaciona con un temor generalizado, pero también tiene un carácter subjetivo. Podemos decir que existen hechos que han causado mucho daño analizados con objetividad, y que han creado un miedo generalizado en determinadas poblaciones. Si vamos al pasado encontramos que el aceite de colza provocó 3.000 muertos y veinticinco mil afectados; también miles de personas enfermaron y murieron afectadas por trabajar con amianto; ni que decir de las guerras provocadas y alimentadas en Asia, Africa y Sudamérica para robarles los recursos naturales.

Si analizamos la actualidad tenemos que en agosto, en plena sequía, se vaciaron dos pantanos en Zamora y en Cáceres, aprovechando la subida de las tarifas eléctricas para obtener más beneficios; asimismo, en Murcia, la degradación del Mar Menor era un tema antiguo y conocido, pero todos miraban para otro lado hasta que aparecieron miles de peces muertos. En Euskal herria también tenemos algunos ejemplos como la plantación de forma caótica de eucaliptus. Con el cambio climático y las políticas insensibles al caos que se aproxima, vamos a dejar a nuestros jóvenes para el futuro, el tiempo como concepto, pero la naturaleza destrozada.

El terror se define como un sentimiento de miedo intenso y el miedo como una herramienta para la supervivencia. Viendo la emergencia climática si fuese joven estaría aterrorizado, pero como estoy jubilado el terror es vicario y predictivo. Podemos afirmar que el terrorismo capitalista esta destruyendo Ama Lurra.

Resumiendo, atentado contra los sentimientos laicos y terrorismo capitalista serían dos conceptos adecuados a la nueva anormalidad, que los medios de comunicación deberían emplear reiteradamente. O, ¿es que está prohibido su uso? Siguiendo el antiguo dicho nuestro, de que lo que tiene nombre existe, nombrar y utilizar estos conceptos quizás ayude a revertir la crisis climática y a que se respeten nuestros sentimientos laicos.

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