Enric Vivanco Fontquerni

Amnesia como política

Los buenos de la película, siempre nos señalan que los extremos nos abocan al precipicio. Por supuesto que el cuanto peor mejor, y el populismo, son el detritus de la política, ya que no tiene en cuenta las necesidades de la población. Este discurso es el dominante en el balneario Europeo. Toda la filigrana contable de las elecciones, está pensado para los virtuosos de la gestión. La amnistía, como todas las normativas, está a propósito lo suficientemente enmarañada, para que siempre pueda haber alguna discusión entre los lumbreras de turno, cuyos puños rezuman suciedad de tanto restregase por las mesas de maderas preciosas. El integrismo no es exclusivo de los musulmanes. En el Estado, abundas los integristas constitucionalistas, y juegan en el mismo equipo, políticos y funcionarios de todo pelaje. Hay un rechazo de la parte integrista de la población respecto a una amnistía hacia el independentismo. Por la otra, que está desprotegida de los partidos independentistas, que tampoco se entusiasman con semejante medida, lo que contribuye en afirmar que los extremos se tocan, y puede producir calambre. Las causas del rechazo por parte de los partidos monárquicos de la derecha del Estado, es la simple excusa para poder acceder a unas nuevas elecciones, y fundamentalmente desgastar al PSOE. El motivo esencial no son las diferencias en la gestión política, en absoluto, ya que son prácticamente idénticas. Europa es la que señala el camino a recorrer y el calzado que se ha de usar. Por ello, como la política es una merendadora colosal, lo que se quiere es repartir prebendas al máximo y cuando se está en la oposición, el límite es mucho más acentuado. Por supuesto que toda esta gente sabe perfectamente que la amnistía, que no es otra cosa que el olvido, lo mismo que cuando un profesor te anunciaba un castigo, soñabas en la amnesia del mismo, y la penalización podía quedar, ad calendas graecas. Amnistía y amnesia, son equivalentes. Cuando el amnistiado acepta esta prerrogativa, jamás se sale sin pagar unos costos políticos. Cabe recordar la de la Transición, que se tragó absolutamente con todo, no se pudo elegir algo tan esencial como el tipo de estructura en las instituciones, y se siguió con la monarquía del dictador. Claro que las prebendas fueron ingentes para los políticos, que enseguida se quedaron entusiasmados con la monarquía borbónica. La amnistía de ahora, es el reconocimiento de la derrota del 1-0, avalado por los partidos políticos que se dicen independentistas. Esta condonación tendría un sentido político si se aboliese la ley antiterrorista, y cualquier cosa parecida, pero ya se sabe que los primeros que se deleitan con ella, son los mismos partidos independentistas que hacen uso de ella siempre que les interesa. En los pactos siempre hay las partes no publicadas, siempre, es siempre. Pero no hace falta ser un superdotado si uno se molesta en saber que en los pactos que ha habido por la divertida Europa, en el momento que los historiadores sacan el polvo de los folios, comprueban las suposiciones previas, de forma como un relojero suizo examina los engranajes del reloj, y nunca hay sorpresas: las ruedas giran de forma precisa. La amnistía actual es la garantía que durante como poco 20 años, estos partidos seguirán embaucando al personal, y Madrid, junto con los empresarios patriotas, las monedas les caerán en sus bolsillos, eso sí, sin que la población mejore en nada. Por esto los dos extremos mencionados anteriormente no tienen nada que ver. Los monárquicos reaccionarios lo saben perfectamente.

Atentamente.

Bilatu