Oier Marigil
Presidente de RS!

Anoeta, 25 años y dos retos

Lo dijimos en la última junta de accionistas: la Real es una empresa, pero no es solo una empresa. Cuanto más implique a la afición en las decisiones que le afectan, mejor será esa nueva casa de la Real.

Anoeta cumplió el pasado 13 de agosto 25 años desde su inauguración oficial y lo hará, por fin, con las obras que convertirán el estadio en ese campo de fútbol que debió ser en 1993. La apuesta de las pistas, por la evolución de otras instalaciones similares en Europa y el propio uso de Anoeta, fue desacertada.

La realidad hoy es otra. Pese a que el pasado nos deja dudas y decisiones que, como realistas, hubiéramos hecho de otra manera (por ejemplo, un concurso de ideas para valorar el mejor proyecto posible para la nueva casa de la Real), debemos mirar al futuro. Las necesidades obligan: dar un salto significativo en el número de abonados y lograr que estos vayan en un porcentaje próximo al 100% cada partido son dos retos inaplazables.

Remodelar Anoeta era ineludible para mejorar la oferta, pero no va a bastar. Otros campos de la Liga lo han comprobado en estas últimas temporadas. Ciudades con solera en la competición como Barcelona, Bilbao… ven cómo, pese a mejorar sus campos, la tendencia, tras un primer incremento de socios y asistentes, sigue a la baja. El Espanyol debutó en Cornellà con más de 35.000 abonados y hoy ronda los 28.000, con una asistencia en torno a 18.000 espectadores. El Athletic cuenta con más de 44.000 socios y la asistencia al Nuevo San Mamés ha bajado en las últimas temporadas de 42.000 aficionados a 38.000. Algo similar sucede con el Celta que renueva Balaídos (de 18.000 a 16.000 asistentes). Solo Betis y Atlético de Madrid, que acaban de remodelar e inaugurar sus campos este año, han experimentado una gran subida. Más que la cifra de abonados, más o menos estable en función de la dinámica del equipo en los últimos cinco años, en Gipuzkoa hemos visto caer la asistencia al estadio hasta niveles que, si lo unimos con el aforo del nuevo Anoeta, son muy preocupantes: el salto de la asistencia media de cada partido con respecto a la pasada temporada va a tener que ser enorme.

Con sus deficiencias, programas como "Realzale Incondicional" (que solo baja la cuota de abonado si se consume en otros establecimientos, no por asistir a Anoeta) o el concurso lanzado de la mano de Microsoft para mejorar la experiencia del aficionado, la seguridad y la sostenibilidad son iniciativas que van en el buen camino, pero en las que el seguidor de la Real es solo el destinatario final. Convertir Anoeta en la casa de la Real es un reto que tiene que estar abierto a todos los aficionados que crean que tienen ideas que aportar, críticas constructivas que hacer y dudas que plantear.

Lo dijimos en la última junta de accionistas: la Real es una empresa, pero no es solo una empresa. Cuanto más implique a la afición en las decisiones que le afectan, mejor será esa nueva casa de la Real. Como asociación tenemos una experiencia clara: el primer semestre de 2015 publicamos una encuesta para evaluar la experiencia del aficionado en Anoeta y recibimos 553 respuestas. Cien de esas contenían además comentarios y sugerencias. Todas menos una, que no guardaba relación con el objeto del trabajo, eran aportaciones constructivas.

La propia obra ya va a hacer que la Real vaya a más. Sin ir más lejos, los aficionados de los fondos pasaremos del páramo al paraíso, pero ese gran efecto inicial tiene también fecha de caducidad. Entonces, ¿qué? Ojalá que, pese a obstáculos como los horarios, la Real haya completado el trabajo común de lograr que ir al campo sea un evento único. El realista tiene mucho en juego.

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