Félix Placer Ugarte
Teólogo

Ante la incertidumbre mundial: respuestas económicas, ecológicas, geopolíticas

Los análisis coyunturales y estratégicos, entre ellos el último lnforme de Naciones Unidas sobre el desarrollo humano, detectan una incertidumbre global en tres campos que son claves para el presente y futuro de la humanidad: inseguridad económica en un mundo de flagrantes desigualdades, inseguridad ecológica por la degradación del medio ambiente, inseguridad geopolítica por la polarización de bloques, armamentismo y amenaza nuclear. António Guterres, secretario general de la ONU, alertaba ante los efectos del cambio climático en la última Asamblea General (18-20.9.2023): «La humanidad ha abierto las puertas al infierno». Estamos, definitiva, en una crisis civilizatoria global que requiere respuestas urgentes.

¿Por qué hemos llegado a este estado global de incertidumbre? ¿Cuáles son los factores que lo provocan y acrecientan? El Informe citado se refiere a tres: la covid-19, la guerra de Ucrania y su resonancia mundial, la crisis ecológica sin precedentes. Y prosigue: «La confluencia de presiones planetarias desestabilizadoras y desigualdades crecientes, unida a las profundas transformaciones sociales necesarias para aliviar esas presiones y la polarización generalizada, plantean al mundo y a todas las personas que habitan en él nuevas y complejas fuentes de incertidumbre que interactúan entre sí».

Ciertamente hay muchos factores interactuantes y causantes de esta incertidumbre e inseguridad. Pero ¿dónde está hoy la causa generadora de esta situación nueva por su extensión y profundidad? A mi entender en dos poderes que dominan el mundo o quieren dominarlo: el imperialismo y la economía capitalista neoliberal. Pero ambos están en crisis: el imperialismo, por el enfrentamiento de potencias polarizadas; el capitalismo neoliberal, por sus divisiones internas, intereses y desigualdades clamorosas. Ambos intentan afianzarse y para ello recurren a lo que consideran mayor garantía de seguridad: el armamentismo y la acumulación económica.

Su ideología está basada en un algoritmo elemental: Inseguridad/incertidumbre mundiales -> exigen seguridad/certezas -> que el armamentismo de países poderosos y el capitalismo neoliberal garantizan. Por tanto el ‘Orden Mundial’ actual queda legitimado ante la opinión pública con sus objetivos de reforzar el poder hegemónico geopolítico e incrementar los beneficios económicos dentro del depredador sistema capitalista: en definitiva, la alianza Imperio/capitalismo conducen a la humanidad.

En consecuencia todo se dispone y programa para responder no a los problemas y necesidades de la ciudadanía, de los pueblos, de la masa empobrecida, en definitiva a su auténtica seguridad, sino a la supremacía polarizada de los Estados poderosos y al incremento del beneficio capitalista. Prefieren las armas y la guerra al alimento y la vida.

Alarmados por previsiones preocupantes, incluso para los mismos países hegemónicos, se realizan y programan reuniones, cumbres y objetivos de alto nivel (G-20, Asamblea de Naciones Unidas, Objetivos de Desarrollo del Milenio, COP28, Agenda 2030…). Se proponen reducir la pobreza extrema, lograr una economía sostenible y ecológica; también reformar el sistema económico internacional (BRIC), crear sistemas multilaterales de gobernanza mundial… Sin embargo, sus logros son muy limitados e insuficientes, mientras avanzan la pobreza, la desigualdad, el deterioro ambiental y la sombra de la incertidumbre se alarga.

Para hacer frente a esta situación de forma integral hay que pasar de la ideología del dominio hegemónico, a la solidaridad, garantía de una seguridad mundial, ya que «nos salvamos todos o nadie se salva» (Papa Francisco). En consecuencia, es preciso superar el paradigma del antropoceno (el hombre centro dominador del planeta), generador de desigualdad injusta, de dominio y dependencia, de progreso ilimitado a un paradigma holístico de relación y mutua dependencia.

En definitiva, hay que abandonar el paradigma tecnocrático conducido por el pensamiento único neocolonizador, unilateral y manipulador, para lograr la convivencia sostenible en el ecosistema de la tierra. Hay que pasar del paradigma de los imperios, a un «multilatelarismo desde abajo», como acaba de insistir el papa Francisco; de la desigualdad injusta y patriarcal, del dominio y dependencia, al paradigma de la igualdad; de la explotación ilimitada de la tierra a un paradigma planetario porque no somos dueños exclusivos de la riqueza natural, sino cuidadores del hábitat del que dependemos; de las relaciones conflictivas donde el otro es competidor amenazante, al paradigma de la fraternidad-sororidad; en definitiva, del paradigma de la guerra al paradigma de la paz por el que abogaron, Mahatma Ghandi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Simone Weil, el papa Francisco, entre otras muchas mujeres y hombres.

Ante estas sombras de incertidumbre, numerosos colectivos intentan abrir caminos de esperanza con campañas, manifestaciones, recogida de firmas contra la guerra para lograr una seguridad basada en la relación solidaria entre pueblos que conduce a una paz desde la justicia. Responden a un nuevo paradigma construido desde la libertad creativa donde los sujetos nunca podrán ser las potencias mundiales, sino las personas, la gente, en especial los jóvenes, en sus lugares concretos, en Euskal Herria y pueblos de la tierra.

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