Lo ocurrido en torno a este programa nos lleva a varias reflexiones. Una, que la sociedad vasca está mucho más sensibilizada con el tema de la desigualdad de mujeres y hombres que hace tan solo una década. La reacción social generada por el programa así lo atestigua. Las campañas de sensibilización y el trabajo realizado en los últimos años por instituciones, movimiento feminista y otros agentes, han ido calando en la sociedad, hasta el punto de convertirla en un agente activo y participativo en el proceso de construcción de la misma.

Por otro lado, la decisión final del ente público supone un paso adelante hacia la coherencia en las políticas y actuaciones de los poderes públicos, un avance democrático, así como un respeto y reconocimiento hacia la labor que desde muchos ámbitos y desde hace décadas se realiza hacia la consecución de la igualdad. 

La Ley 4/2005 para la Igualdad de Mujeres y Hombres tiene por fin último  «avanzar en la consecución de una sociedad igualitaria en la que todas las personas sean libres (…) para  tomar decisiones sin las limitaciones impuestas por los roles tradicionales en función del sexo, y en la que se tengan en cuenta, valoren y potencien por igual las distintas conductas, aspiraciones y necesidades de mujeres y hombres».

Asimismo, El VI Plan para la Igualdad de Mujeres y Hombres aprobado por el Gobierno Vasco señala que «avanzar hacia la igualdad subjetiva como valor (…) supone desmontar, deconstruir y eliminar valores, creencias, mitos, estereotipos y roles que están fuertemente anclados en el imaginario individual y colectivo».

No podemos, por otra parte, olvidar que el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura ha aprobado y puesto en marcha, no sin esfuerzo, en sus centros escolares un Plan de Coeducación cuyos objetivos se centran, en gran medida, en promover una educación integral, basada en la igualdad, que erradique los comportamientos basados en los estereotipos de género y en las relaciones jerárquicas entre los sexos y los comportamientos violentos entre las personas, especialmente contra las mujeres.

El camino no es sencillo, requiere deconstruir un modelo de relaciones entre las personas basado en el sistema sexo-género, y sustentado en una relación jerárquica en la que los hombres ocupan la posición hegemónica y las mujeres la posición de sumisión. Este modelo está tan imbricado en todos los actos y ámbitos de nuestras vidas que ha adquirido carácter de «naturaleza» haciendo enormemente difícil su visibilidad y, en consecuencia, su erradicación.

Los medios de comunicación tienen una importante influencia en la construcción de un modelo de sociedad igualitario. Los medios tienen un potencial enorme para impulsar el tan necesitado cambio de valores en nuestra sociedad. El actual sistema de valores en nuestra sociedad no podría entenderse sin analizar el peso que ejercen los medios de comunicación y sus contenidos, y de ahí su responsabilidad social. 

Hacer frente a estas realidades mediáticas, trabajar globalmente con los medios de comunicación para construir nuevos modelos, nuevas miradas, es un objetivo primordial, absolutamente necesario para avanzar en igualdad, respeto y convivencia. Por eso valoramos positivamente el paso que finalmente ha dado EITB y nos reiteramos en la necesidad de  seguir dando pasos, cada cual en su ámbito,  porque la igualdad nos hace avanzar como sociedad.